El experto argentino, Ernesto Barrera, que dictó un interesante taller en el hotel Los Parrales para el aprovechamiento de los atractivos turísticos tarijeños en las comunidades rurales, en especial referidos a la cadena de vinos y singanis, declaró que esta región de Bolivia tiene un gran potencial en esa materia que aún no ha sido aprovechado totalmente.
Barrera ponderó el apoyo que brinda el gobierno departamental a esas iniciativas y dijo que Tarija, al margen de su gran potencial en la producción vitivinícola que sin duda es la más prominente, está en condiciones de alentar otras iniciativas de turismo comunitario productivo, como son los casos del pan en San Lorenzo, así como los jamones y el queso.
También citó la peculiaridad que tiene el río Bermejo que bien podría permitir planificar y ejecutar proyectos turísticos a partir del aprovechamiento de la pesca deportiva en ese río binacional y hacer algo parecido en la zona del río Pilcomayo en Villa Montes.
Barrera consideró que lo más importante es que haya voluntad de los actores públicos y privados para unir fuerzas y encarar proyectos turísticos que ayuden a mejorar la vida de la gente. Consideró fundamental ver esas iniciativas como una oportunidad de negocio y generación de empleo.
“Todo producto comunitario, como por ejemplo un alimento, es un complejo mixto de calidad, herencia y naturaleza; es un producto de la historia. Su valor se incrementa con la autenticidad y la singularidad que representa, es decir con su carácter menos globalizado”, dijo.
El especialista subraya que las artesanías, los alimentos y en general todo producto comunitario tiene un contenido esencial que es simbólico. Se trata de una representación épica, de un paisaje, de una manifestación cultural, histórica e incluso deportiva.
“Entendemos al turismo como una fuente para el desarrollo de marcas colectivas y distintivos de calidad referenciados en el origen que pueden valorizar a los productos comunitarios más importantes y singulares. A nuestro juicio el Estado moderno debe tomar la iniciativa y aportar a la creación de valor social. La espontaneidad tiene tiempos morosos y el subdesarrollo sólo se supera acelerando los procesos”, afirmó el experto argentino.
“Las rutas turísticas son valiosas para todas las regiones que cuentan con productos y alimentos de calidad especialmente si tienen valor identitario. Por eso su construcción es un aporte tanto al desarrollo de pequeños emprendimientos y agroindustrias artesanales como para el turismo, pero especialmente las consideramos como una estrategia para la mejora de los ingresos comunitarios y campesinos”, agregó.
Barrera ponderó el apoyo que brinda el gobierno departamental a esas iniciativas y dijo que Tarija, al margen de su gran potencial en la producción vitivinícola que sin duda es la más prominente, está en condiciones de alentar otras iniciativas de turismo comunitario productivo, como son los casos del pan en San Lorenzo, así como los jamones y el queso.
También citó la peculiaridad que tiene el río Bermejo que bien podría permitir planificar y ejecutar proyectos turísticos a partir del aprovechamiento de la pesca deportiva en ese río binacional y hacer algo parecido en la zona del río Pilcomayo en Villa Montes.
Barrera consideró que lo más importante es que haya voluntad de los actores públicos y privados para unir fuerzas y encarar proyectos turísticos que ayuden a mejorar la vida de la gente. Consideró fundamental ver esas iniciativas como una oportunidad de negocio y generación de empleo.
“Todo producto comunitario, como por ejemplo un alimento, es un complejo mixto de calidad, herencia y naturaleza; es un producto de la historia. Su valor se incrementa con la autenticidad y la singularidad que representa, es decir con su carácter menos globalizado”, dijo.
El especialista subraya que las artesanías, los alimentos y en general todo producto comunitario tiene un contenido esencial que es simbólico. Se trata de una representación épica, de un paisaje, de una manifestación cultural, histórica e incluso deportiva.
“Entendemos al turismo como una fuente para el desarrollo de marcas colectivas y distintivos de calidad referenciados en el origen que pueden valorizar a los productos comunitarios más importantes y singulares. A nuestro juicio el Estado moderno debe tomar la iniciativa y aportar a la creación de valor social. La espontaneidad tiene tiempos morosos y el subdesarrollo sólo se supera acelerando los procesos”, afirmó el experto argentino.
“Las rutas turísticas son valiosas para todas las regiones que cuentan con productos y alimentos de calidad especialmente si tienen valor identitario. Por eso su construcción es un aporte tanto al desarrollo de pequeños emprendimientos y agroindustrias artesanales como para el turismo, pero especialmente las consideramos como una estrategia para la mejora de los ingresos comunitarios y campesinos”, agregó.
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