El monolito Bennett corre el riesgo de sufrir agrietamientos en su estructura e incluso de caer debido a la humedad que se halla en la sala del museo Lítico de Tiwanaku, donde se exhibe. Expertos señalan que esto ocurre debido a que este espacio está edificado sobre terreno húmedo.
El 2002 el monolito fue trasladado desde la plaza del estadio al museo Lítico, bajo la premisa de llevarlo a un recinto adecuado para su conservación. Entonces, la estructura se hallaba afectada por la humedad, la contaminación y el excremento de las palomas.
La Razón visitó el martes el complejo arqueológico y constató el descuido en el que se hallan los museos de Cerámica y Lítico. Las filtraciones y goteras han invadido sus paredes. Y en la sala donde se aloja el monolito se puede sentir el olor a humedad.
La espiga de cemento que sujeta a la pieza ya fue afectada por el humedecimiento, dijo José Luis Paz, arqueólogo encargado del proyecto Akapana, en Tiwanaku. “A principios de este año se han encontrado problemas de humedad en el museo. La base ha sido construida en un mal lugar y por eso el monolito corría el peligro de inclinarse”, dijo el profesional.
La arqueóloga Velia Mendoza, de la Unidad de Arqueología de Tiwanaku, confirmó que “la humedad está afectando a la estela”. La experta informó que a principios del 2009 los funcionarios de la Unidad Nacional de Arqueología (Unar) hicieron varios esfuerzos para paliar el problema. Asimismo, explicó que estos problemas ya fueron advertidos por expertos de la Unesco el 2007.
“Dijeron que, si se mantiene este problema, se va a agrietar la estructura (del monolito)”. Mendoza indicó que se requiere con urgencia el diagnóstico de un experto en conservación para evaluar en qué medida la humedad está afectando a la estela.
Explicó que debajo del museo existe una capa de agua subterránea. “Si cavas dos metros, ya aparece agua. Ellos (los arqueólogos de la Unar) sabían que al introducir la espiga que sujeta al monolito iba a haber el problema de filtración”, concluyó.
El 2002 el monolito fue trasladado desde la plaza del estadio al museo Lítico, bajo la premisa de llevarlo a un recinto adecuado para su conservación. Entonces, la estructura se hallaba afectada por la humedad, la contaminación y el excremento de las palomas.
La Razón visitó el martes el complejo arqueológico y constató el descuido en el que se hallan los museos de Cerámica y Lítico. Las filtraciones y goteras han invadido sus paredes. Y en la sala donde se aloja el monolito se puede sentir el olor a humedad.
La espiga de cemento que sujeta a la pieza ya fue afectada por el humedecimiento, dijo José Luis Paz, arqueólogo encargado del proyecto Akapana, en Tiwanaku. “A principios de este año se han encontrado problemas de humedad en el museo. La base ha sido construida en un mal lugar y por eso el monolito corría el peligro de inclinarse”, dijo el profesional.
La arqueóloga Velia Mendoza, de la Unidad de Arqueología de Tiwanaku, confirmó que “la humedad está afectando a la estela”. La experta informó que a principios del 2009 los funcionarios de la Unidad Nacional de Arqueología (Unar) hicieron varios esfuerzos para paliar el problema. Asimismo, explicó que estos problemas ya fueron advertidos por expertos de la Unesco el 2007.
“Dijeron que, si se mantiene este problema, se va a agrietar la estructura (del monolito)”. Mendoza indicó que se requiere con urgencia el diagnóstico de un experto en conservación para evaluar en qué medida la humedad está afectando a la estela.
Explicó que debajo del museo existe una capa de agua subterránea. “Si cavas dos metros, ya aparece agua. Ellos (los arqueólogos de la Unar) sabían que al introducir la espiga que sujeta al monolito iba a haber el problema de filtración”, concluyó.
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