El Museo Nacional de Historia Natural tiene un nuevo habitante longevo de más de cien años y de más de 20 metros de largo. Es el esqueleto de una ballena de la familia Balaepnotaridae, que será exhibido desde este viernes 9 de julio.
El armazón se lucirá de manera permanente en el jardín del repositorio, que está en la calle 26 de Cota Cota, en la zona Sur de la ciudad de La Paz. Es parte de la exhibición bautizada como Una ballena en Bolivia, que también informará sobre las características de estos cetáceos, su forma de alimentación, hábitat y las amenazas a las que están expuestos.
El director del museo, Mario Budoin, explica que la muestra ofrecerá al público en general, pero en especial a los estudiantes, información relevante de estos mamíferos que lideran la megafauna marina. “Lo que se quiere es educar y también apoyar en la necesidad de concienciar sobre su conservación y restauración”.
El arribo de este animal a tierras bolivianas, del cual ahora solamente quedan sus huesos, es todo un misterio, pero Budoin presume que se trata de una ballena que murió en el siglo pasado. Según versiones, fue traída por un circo, que decidió dejarla en el país. “Lo más probable es que haya fallecido en la costa y que alguien haya encontrado sus restos óseos sin carne y se haya aficionado para realizar su exhibición”. Luego el esqueleto fue dejado en la región paceña de Tiwanaku.
Entre 1937 y 1958, la exposición de estos restos se llevó a cabo en el Museo Tiwanaku de La Paz, ahora llamado Museo Nacional de Arqueología. En la década de 1980, la Academia Nacional de Ciencias de Bolivia lo transfirió al Museo Nacional de Historia Natural en correspondencia a su área de acción, paleontológica y de fósiles.
Budoin recuerda que cuando los restos del animal llegaron hace diez años al repositorio, permanecieron desparramados por el suelo del jardín durante meses. Esto ocasionó el deterioro de los inmensos huesos y obligó a los funcionarios del centro a guardarlos por bastante tiempo en dos depósitos.
Allí estarían olvidados hasta hace pocas semanas, cuando el esfuerzo de Manuel Carvajal y Simeón Lima los sacó del olvido. Por iniciativa propia, los empleados realizaron el armado de la escultura bajo el asesoramiento de dos paleontólogos y personeros del museo, que impulsaron emocionados el emprendimiento.
El trabajo de reconstrucción de lo que quedó de esta centenaria ballena no fue fácil, señala Budoin, debido a la ausencia de especialistas bolivianos en la anatomía de estos cetáceos, lo que obligó a los expertos del proyecto a guiarse por imágenes de libros y de videos para que pudiera lograrse una figura lo más parecida posible a la que tenía este animal gigante. Por otro lado, fue de esta manera como se evidenció que el actual esqueleto está incompleto, pues le faltan partes de las aletas y de la cola.
También hubo dificultades en el armado de la estructura principal, por el peso de algunas de las piezas óseas, lo que obligó a que los funcionarios del museo las alzaran con cuerdas. El director del repositorio, quien también es biólogo, reconoce que éste fue un trabajo tedioso pero gratificante: se soldó hueso por hueso y también se pintó la estructura completa. El dinero para esta labor provino de los recursos y fondos de restauración de este centro cultural de la urbe paceña.
Para proteger el resultado final de tanto esfuerzo, se construyó un espacio especial para albergar el esqueleto en el jardín del museo, que tiene un techo de calamina y cuenta con un letrero con datos de la vida de las ballenas. “Se construyó una especie de cobertizo con piso de cemento y se lo ha protegido con metal”. El biólogo comenta que esta edificación evitará que niños y jóvenes se acerquen y dañen los restos del coloso de más de 20 metros.
Éste, desde ahora, es un miembro más de este repositorio natural, ubicado en la zona de Cota Cota, al sur de la ciudad de La Paz, y que alberga otras piezas únicas en las áreas de Paleontología, Fósiles y Botánica. Sin duda, una invitación para que los paceños aprendan de la historia, la fauna y sobre uno de los seres más grandes que habitan los océanos del planeta.
En 2009 tuvo 20.000 visitas
El Museo Nacional de Historia Natural fue creado en 1979 con dos objetivos: contribuir al desarrollo científico y cultural del país, y establecer un centro de recreación y apoyo a la educación formal en el campo de las ciencias naturales.
La mayor parte de los visitantes son niños y estudiantes, que en 2009 sumaron 20.000. El costo de la entrada es de un boliviano para menores de edad y de tres para adultos. Hay tres áreas: paleontología, fósiles y botánica.
El director del repositorio, Mario Budoin, explica que existe un trabajo conjunto con la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), la cual brinda sus ambientes para su funcionamiento. El museo cuenta con recursos propios y del Tesoro General de la Nación.
En resumen
El esqueleto de la ballena mide aproximadamente 20 metros. El animal pudo haber medido mucho más.
Se calcula que el cetáceo vivió hace más de cien años; no se tienen referencias acerca de cómo llegó a Bolivia.
Los huesos gigantes del animal marino se encontraban desde hace diez años en depósitos el Museo de Historia Natural.
Recientemente la estructura fue armada con cuidado por especialistas del citado museo; fue un arduo trabajo.
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