La tradición de los tallados en madera con motivos religiosos en la región boliviana de la Chiquitania, en el departamento oriental de Santa Cruz, sigue más viva que nunca y tiene grandes expectativas de convertirse en un reclamo turístico del país.
Armados con martillos, formones y gubias, artesanos de la población de San Miguel de Velasco continúan el trabajo de décadas con figuras de la Virgen María, San José, los apóstoles y santos, que decorán las iglesias bolivianas.
“La mayoría de nuestros tallados son encargos de toda Bolivia, pero ya estamos recibiendo pedidos desde Alemania”, dijo a Efe Pedro Poñes, encargado del centro artesanal San Pablo, el más grande e importante de la población.
Mientras explica su trabajo, lija un florero que servirá de decoración a la imagen de un San Pablo que ya terminó y que irá a una iglesia de la ciudad central de Cochabamba.
Detrás del taller está uno de sus ayudantes, su tocayo don Pedro, un cincuentón bromista que termina de pulir una mano derecha de un San José.
“Trabajamos con cedro, sólo madera de puro cedro”, cuenta a Efe en el mismo lugar en el que lleva trabajando en los últimos 25 años, mientras caen las primeras gotas de sudor por su frente en una calurosa tarde en la Chiquitania.
Para concluir el trabajo de su San José de 170 centímetros, Pedro tardará al menos tres meses dedicándose en exclusiva a él: encontrar la madera, hacer tres piezas diferentes -cabeza, tronco, extremidades-, tallar con las herramientas tradicionales, ensamblar con cola blanca y lijar los últimos detalles.
“Esta pieza formará parte de una imagen junto a la Virgen María, dándose la mano. Vale unos 1.200 dólares”, explica.
Como todas las poblaciones chiquitanas, reconocidas desde 1990 como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco por sus bellos templos misionales jesuíticos, San Miguel conserva todavía un vasto patrimonio de tallados en madera, uno de los pilares en los que se basa el turismo de la región.
Por eso no es de extrañar que el emblema que representa a toda la Chiquitania, en los logotipos y folletos turísticos, sea una talla de madera típica del pueblo: la cara de un angelito con sus alas alrededor, como si fuera una corona.
“Cuando eligieron esta imagen como símbolo de la Chiquitania y de sus misiones jesuíticas, vimos que podríamos empezar a trabajar en el turismo. Y ahora, los jóvenes que salen bachilleres en tallado, antes de hacer piezas más grandes, hacen ‘souvenirs’ con el ángel”, comenta Poñes.
Y es que San Miguel de Velasco es el único municipio de Bolivia donde los chicos, una vez terminan el colegio, pueden convertirse en técnicos superiores en tallado de madera.
Una decisión que tomaron las autoridades del municipio para que no se pierda una práctica más que tradicional en la región, y presente en todas las danzas folclóricas y costumbres de la zona.
Los más jóvenes de poblaciones como San José o Santiago de Chiquitos bailan, en las fiestas patronales, con máscaras que representan a los ancianos del municipio, hechas únicamente de madera tallada a mano y pintadas con llamativos colores y extravagantes mofletes rojos.
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