En 1985, un manto blanco de nieve cubría Chacaltaya. El nevado ubicado al norte de La Paz, a 5.300 msnm, entonces era la ruta de esquí más alta del mundo y el lugar donde cientos de turistas llegaban para contemplar admirables paisajes a su alrededor.
Desde 2009, de ese lugar sólo quedaron restos áridos y oscuros que constituyen al lugar en un icono tangible de los efectos del calentamiento global y, sin embargo, todavía se buscan maneras de generar turismo, a pesar de perder su nieve.
Ahí, tanto andinistas como agencias de turismo promueven iniciativas que actualmente generan un flujo de 50 visitantes al día, especialmente en temporadas altas, junio a septiembre.
Paseo turístico
La ruta que se ofrece en las agencias de viajes incluye un recorrido desde el Valle de las Ánimas hasta Chacaltaya, por un costo de 50 bolivianos.
Freddy Ticona, guía de turismo, explica que bastan 40 minutos para llegar al lugar y unas dos horas para escalar la actual superficie de tierra y piedra.
Al llegar, una cabaña con capacidad para 30 personas alberga a los visitantes todos los días. El precio por pasar una noche en el cerro es de diez dólares, con comida incluida. “Los turistas prefieren visitar Chacaltaya, porque les sirve como aclimatación a la altura antes de escalar otros nevados”, comenta Ticona, quien en 15 años de trabajo percibió la notable reducción de los visitantes, pues antes de este cambio iban hasta 150 por día.
Actualmente las agencias coordinan los viajes para realizar una salida conjunta y de esa manera optimizar los gastos de gasolina y personal que lo dirija.
Chacaltaya revestido
Hasta 2003, el Club Andino Boliviano (CAB) realizó prácticas deportivas de esquí que reunían a 200 personas en la época de verano, desde marzo hasta noviembre, por 50 bolivianos la jornada.
Esta institución andinista, fundada en 1939, tiene la intención de “devolver” a Chacaltaya el nevado que conservó desde hace 18.000 años, instalando una pista de hielo sintético que demandaría 500 mil dólares.
Sin embargo, sufren algunas limitantes. “En 2007 tuvimos la idea de generar nieve artificial, pero eso provocó temor, porque usaríamos bacterias muertas que, según decían, podía causar problemas patógenos en la naturaleza”, explica el presidente del CAB, Juan de Dios Guevara.
Es así que el año pasado, a partir de la visita de un técnico argentino, consideraron alternativas para montar la pista con una lona artificial que costaría 682 dólares por metro cuadrado.
Para el mantenimiento de la superficie helada de 300 metros cuadrados que pretenden instalar, el costo sería de 300 dólares por cliente, con derecho a 20 días de prácticas de esquí andino.
Según dice Guevara, es posible instalarla a 30 grados centígrados. Lo único que se necesita es agua de la misma represa.
Y aunque se trata de un plan aún no concretado, la intención de salvar el turismo en el monte que forma parte de la cordillera de los Andes, lo mantiene en vigencia, aunque no como antes.
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