Varios científicos mencionan que, en sus exploraciones en el amazonas, los nativos recordaban que sus antepasados conocían una planta que suavizaba las rocas.
Edwin Conde Villarreal
Las gigantescas rocas usadas en la construcción de las milenarias y monumentales edificaciones líticas del centro ceremonial de Tiwanaku (en Bolivia) o en los templos sagrados incaicos de Sacsahuamán, Ollaytambo y Macchupichu (del Perú) fueron ablandadas y suavizadas con una fórmula secreta química que provenía de una planta del amazonas y con el empleo de una técnica —aún desconocida por la ciencia— que permitió a los moradores prehispánicos moldear las piedras, transformándolas en un suave material.
La teoría es fundamentada con los datos que se revelan en los escritos que resultaron de la Exploración Fawcett. El explorador y arqueólogo inglés Percy Harrison Fawcett y su hijo desaparecieron misteriosamente en 1925 en las selvas amazónicas.
En los escritos recuperados de la expedición se revela al mundo información científica sobre la forma en que los antiguos habitantes de Tiwanaku y probablemente sus sucesores, los incas, pudieron amasar las gigantescas rocas empleadas en la edificación de sus templos líticos.
El arqueólogo boliviano Guillermo Lange escribe en su libro titulado Los gigantes, verdaderos ancestros del hombre (2010) que resulta muy sugestivo que en los arcaicos yacimientos pétreos no se observen las huellas de violencia que normalmente hubiese dejado cualquier trabajo realizado con cinceles o martillos de piedra. Al contrario —dice Lange—, en estos lugares la finura del corte es tal, que sólo puede ser comparada con la textura del esmaltado o la porcelana.
Fawcett —fundador de la Royal Geographycal Society de Londres—, en sus manuscritos, cartas y memorias menciona que los tiwanacotas conocieron los secretos de una planta que crecía en las selvas amazónicas. Lange afirma que la savia de este vegetal tenía el poder de reblandecer la dura roca hasta transformarla en una pasta dúctil y suave.
El descubrimiento se produjo a principios del siglo pasado, cuando Fawcett junto a su equipo exploraba el amazonas y al navegar por uno de sus extensos ríos pudo observar en las enormes escarpaduras rocosas los nidos de cierta clase de ave “semejante al Martín Pescador”, que tenían la forma de orificios totalmente redondos, muy finos e impecables, que “un hombre no podría taladrar uno más perfecto”.
Fawcett describió que la proeza se produce cuando las aves llegan al acantilado trayendo hojas de cierta especie de planta en su pico. “Se adhieren a la roca —dice el relato— como pájaros carpinteros a un árbol, restregando las hojas con un movimiento circular sobre la superficie”.
La teoría sobre el secreto del reblandecimiento de las piedras también es mencionada por otros exploradores del siglo XIX, como el conde Francis de Castelnau, quien fue un viajero experimentado y que dirigió en 1841 una misión a Sudamérica.
En su libro titulado En el corazón de América del Sur describe que el viaje tuvo, entre otros objetivos, el reconocimiento de la cuenca amazónica con el inventario de sus riquezas naturales. Se cree que existió una misión paralela dirigida por Simone Waisbard, otro investigador, que en su texto Tiahuanacu, publicado en 1851, se refiere a que el conde Francis de Castelnau presentó la versión de que “los indios de los Andes le aseguraron que sus antepasados incas sabían el secreto de ablandar las piedras con el jugo de algunas plantas silvestres”.
Lange dice que una pasta vegetal fue usada en tiempos remotos para “ablandar” toda clase de rocas.
En el libro El lenguaje de los pájaros chilenos, de Oreste Plath, se sostiene, también, que el jugo de la planta llamada kechuca “hace gelatina las piedras”.
Este vegetal es encontrado en Cusco a más de 4.500 metros sobre el nivel de mar. En el texto revelador se describe a otra plantita denominada punco-punco, muy parecida a la ‘caña brava’. Los campesinos de la región aún cuentan que cuando los zorros andinos u otros animales comen la planta al confundirla con la ‘caña brava’, se hinchan hasta quedar convertidos en una masa amorfa.
Algunos investigadores aseguran que en Perú estas plantas que disuelven los huesos y el organismo interno de los animales son conocidas con los nombres de q’ero q’ero, cola de caballo, condorsava, likchanga, pachatara, phinco phinco, suelda suelda y además de otros.
El reblandecimiento y el fino tallado lítico en Tiwanaku aún son un misterio para la ciencia.
SIN EXPLICAR
Trepanaciones. Lange asume que si las plantas podían ablandar las piedras, también fueron usadas en la trepanación craneana de los tiwanacotas.
Canteras. Para cortar y martillar los gigantescos bloques era imprescindible el uso de cinceles metálicos, sierras de bronce y distintas aleaciones metálicas.
Transporte. No se sabe con exactitud la forma en que se transportaban los bloques pétreos con toneladas de peso.
Las plantas y sus poderes curativos
En Bolivia existen miles de plantas que son usadas por la medicina tradicional, principalmente por la cultura kallawaya. Muchas de ellas no fueron aún clasificadas ni registradas; entre ellas puede encontrarse la fórmula secreta para el ablandamiento de las piedras.
En la región amazónica hay más especies de plantas que no fueron descubiertas. Algunos investigadores sugieren que el secreto del ‘amasado’ de las rocas está enterrado con los tiwanacotas. La civilización prehispánica erigió construcciones líticas con gigantescas rocas finamente talladas. En las posibles canteras no se evidencia el trabajo de golpes, sino al contrario, se observan finos cortes entre las rocas, como la montaña denominada Pasankallani, en la zona del lago Titicaca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario