Se cuenta que un día lluvioso de abril, una joven pastorcilla encontró un lugar caliente y lleno de vapor entre las áridas montañas de su pueblo. Lo que jamás imaginó es que después de casi 80 años, aquel descubrimiento terminaría convirtiéndose en un oasis en medio del altiplano paceño.
Es que pasar por las aguas termales de Urmiri es vivir una experiencia singular. Sus 25 grados centígrados, el paisaje florido y el hábitat paradisiaco, dan la sensación de estar en una zona valluna, a sólo 70 kilómetros de la ciudad de La Paz. Basta viajar tres horas en bus para encontrar aquel sitio ajeno al panorama altiplánico que lo rodea.
Esto se debe a que el lugar -en manos de la familia Cáceres, actuales propietarios- cobró vida y color con nuevas instalaciones y más plantaciones de todo tipo de flores, pinos y cactus que pueden conservarse fácilmente por la humedad del ambiente.
Urmiri en sus inicios
La verdadera historia de Urmiri comienza en junio de 1933, cuando a pedido de Daniel Salamanca, ex presidente de Bolivia, se construyó una casa de descanso exclusiva para las autoridades del Gobierno.
Se trataba de una lujosa edificación de mármol con una piscina de baldosa -de 18 metros cuadrados- que actualmente conserva el material y todavía se la utiliza.
Algunos años después, cuando la construcción pasó a ser propiedad de la Prefectura, funcionó como un lugar
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habitaciones están acondicionadas para recibir a los huéspedes.
público y sin restricciones de uso.
Para ese entonces, la mayor limitante era llegar al lugar, pues el estrecho camino obligaba a las personas a pasar montadas en un caballo o en un burro de carga.
Pero ahora es diferente. Y es así que en un día de temporada alta Urmiri recibe un promedio de 120 personas. Las temporadas altas se dan durante las fiestas de fin de año y en las vacaciones de invierno, cuando se ofrecen paquetes especiales de servicio. Sin embargo, según afirma el administrador Ernesto Yampa, siempre hay clientes que visitan el hotel.
Agua que sana
Las sales minerales y la temperatura del agua son los atractivos para que muchas personas -especialmente de la tercera edad- busquen sanarse de reumatismo, de artritis o de estrés de forma natural en Urmiri.
Al sumergirse en el agua hay una ligera sensación de ardor en la piel, pero pronto el cuerpo se acostumbra y se relaja hasta adormecerse ligeramente.
El agua de las dos piscinas instaladas se cambia tres veces a la semana. Y a medida que se llenan, el vapor invade el ambiente y humedece más el lugar.
Sin embargo, y aunque el agua cristalina siempre tienta, es imposible nadar en un primer momento por lo caliente que está.
Ansiosas por entrar y vestidas con su traje de baño, las personas usualmente esperan un par de horas hasta que baje un poco la temperatura del agua.
El hotel también cuenta con dos saunas a vapor y en las habitaciones se puede encontrar desde tinas estándar hasta tinas romanas o de hidromasaje, que se alimentan de la misma vertiente.
Yampa comenta que el agua que reciben es tan caliente “que incluso es posible cocinar huevo duro en cinco minutos”. Tan caliente es, que tuvieron que instalar un enfriador por donde baja el agua en diferentes niveles para regular la temperatura.
El encanto de las velas
Otra de las particularidades de Urmiri es el encanto provocado por la romántica luz de las velas.
Como en tiempos antiguos, un motor Mercedes Benz que funciona a diésel es el único generador de electricidad en el lugar.
Cada día se consume un promedio de diez litros de diésel que abastece por dos horas a 32 habitaciones y otros espacios con instalaciones de luz.
Pero la luz no dura toda la noche y pronto hay que acudir a las velas en pasillos y habitaciones.
“A veces las personas se quejan de no tener luz toda la noche, pero ésta es una de las características de Urmiri y le da cierto encanto”, afirma el administrador.
Las noches son particulares. El silencio envuelve Urmiri. Los grillos inician su canto. Las brillantes estrellas posan en un cielo negro y despejado. El sonido del caudal de la cascada se intensifica... entonces el tiempo queda detenido en aquel oasis vestido de flores y esclarecido por la suave luz de la luna llena.
Devoción por la Virgen de los Remedios
Una de las particularidades del Hotel Urmiri es la devoción por la Virgen de los Remedios, manifestada en los diferentes cuadros y esculturas que se puede encontrar en el lugar.
La primera de las piezas mide unos diez centímetros y se encuentra en la cascada adornada con flores frescas en su delante. La segunda, que es un mosaico, está en una especie de gruta por donde pasa el agua de la vertiente. Finalmente, la tercera pieza, que es de porcelana, está resguardada en una pequeña capilla, junto a otras imágenes de santos.
Esto llama la atención especialmente a turistas extranjeros, quienes lo consideran como “un sello único y destacable” en lugares como éstos.
Según explica el administrador del hotel, Ernesto Yampa, cada 22 de noviembre se arma una fiesta en conmemoración a la Virgen.
En esa fecha, la comunidad de Sapahaqui participa de una misa y una procesión con la escultura en sus manos. Posteriormente se invita a los concurrentes a un almuerzo especial, donde el plato fuerte suele ser fricasé.
Esta tradición se debe a la creencia personal de la familia Cáceres, quienes como propietarios del lugar optaron por manifestar y compartir su fe con sus propios clientes.
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