martes, 26 de abril de 2011

Centro de investigación cuidará el patrimonio en Tiwanaku

El Ministerio de Culturas propone la creación –a través de un decreto supremo– del Centro de Investigaciones Arqueológicas, Antropológicas y Administración de Tiwanaku (CIAAAT), que posibilitará la gestión, administración, protección, resguardo, conservación, preservación, mantenimiento, medición, refacción, restauración, seguimiento e investigación del patrimonio cultural, además de la promoción y difusión de la actividad cultural.

El planteamiento está fundamentado en la Ley Marco de Autonomías y Descentralización Andrés Ibáñez.

Según la información del Ministerio de Culturas, un directorio que dirigirá las actividades del nuevo centro tendrá atribuciones como la definición de estrategias y lineamientos sobre los procesos de seguimiento, protección, preservación y conservación del sitio arqueológico.

Asumirá acciones y determinaciones que promuevan, defiendan y difundan la actividad cultural y turística en el lugar. El directorio del centro también podrá aprobar proyectos de desarrollo e impulsar la elaboración y ejecución del Plan de Manejo del Sitio Arqueológico.

El centro contará con dos áreas: la de investigación, que se encargará de avaluar los proyectos, además de normar los trabajos de investigación arqueológicos y antropológicos en Tiwanaku. La otra es la de administración, que será responsable del manejo administrativo y financiero de los proyectos y de las labores administrativas, y de normar las actividades de los museos Lítico y Cerámico del complejo arqueológico.

El directorio del centro tiene previsto estar conformado por representantes del Ministerio de Culturas, del Gobierno Autónomo del Departamento de La Paz, del Municipio de Tiwanaku, además del Mallku Cantonal del Consejo de Ayllus y Comunidades Originarias de Tiwanaku (CACOT), de las subcentrales de Tiwanaku y de las juntas vecinales.

Respecto al financiamiento del CIAAT, el Ministerio de Culturas propone que las fuentes de financiamiento sean los recursos propios generados por el sitio arqueológico de Tiwanaku. También se propone que el gobierno departamental de La Paz y el gobierno municipal de Tiwanaku otorguen recursos al sitio arqueológico.

Otra de las fuentes de ingreso podrán ser las provenientes de organismos e instituciones externos nacionales e internacionales, y otros en base al plan de manejo.

La distribución de los recursos es uno de los fundamentales aspectos que requiere el consenso de los participantes. La instancia cultural propone que la distribución se puede efectuar de la siguiente manera: un 30 por ciento destinado a los proyectos de investigación, conservación y preservación del complejo arqueológico. Un 25 ciento será destinado a los proyectos de investigación, conservación, preservación, resguardo, mantenimiento, restauración y refacción de los museos regionales de Tiwanaku. El 20% se destinará a las labores de funcionamiento, gestión, administración, resguardo y mantenimiento e investigación cultural.

El restante 25 por ciento será destinado a proyectos y emprendimientos comunitarios que sean solicitados por la comunidad. La distribución de este porcentaje debe ser canalizado a través del Gobierno Autónomo Municipal de Tiwanaku, con la aprobación del Directorio del CIAAAT.

La propuesta fue enviada a los mallkus de Tiwanaku y la Ministra de Culturas espera una reunión con ellos. Los comunarios decidirán el lugar y la fecha del encuentro.


El Estado magnánimo y segmentario

Hace miles de años existió una sociedad andina extraordinaria en su época que pudo construir un Estado segmentario, fundamentado en una organización jerárquica que estaba, a la vez, basada en el culto al ancestro.

Con una economía de reciprocidad y de redistribución, el Estado aglutinaba en grandes centros rituales, como el de Tiwanaku, a diversos conjuntos y grupos étnicos que llegaban de las regiones costeras, mesotérmicas, vallunas, amazónicas y del mismo altiplano para conformar una ‘comunidad magnánima’. El desafío ahora en este proceso de cambio es reconstruir y mirarnos, descifrar cómo estas matrices civilizatorias, estos legados entran en el siglo XXI, dice el arqueólogo Juan Albarracín.

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