El general Tomás Peña y Lillo Tellería habla orgulloso de la vieja ametralladora Hotchkiss, modelo 1896, que el Ejército boliviano arrebató a los paraguayos en la Guerra del Chaco (1932 - 1935). Mientras camina a paso lento por el salón del Museo de la Academia Boliviana de Historia Militar, ubicado en la plaza Murillo, señala con el dedo hacia el artefacto y repite dos veces: “Es una verdadera joya”. Sus ojos brillan.
Luego muestra y describe las características de las armas que se exponen en urnas de vidrio. Entre las reliquias se exhiben piezas de la Guerra de la Independencia, como una escopeta ametralladora doble que se encuentra al lado de un fusil Henry calibre 11 milímetros utilizada en la Guerra del Pacífico. “Éste es un fusil Mauser de 1891 que se usó cuando perdimos nuestro litoral”, señala el general.
De la Guerra del Chaco hay dos tesoros celosamente cuidados en cajas de vidrio. Uno es el Diario de Guerra del ex presidente Germán Busch y el otro es el Diario de Campaña del general Mario Garrón Ordóñez. También se exhibe enmarcado el Acta de rendición del Ejército de Paraguay ante el Regimiento Lanza 5 de Caballería del Ejército boliviano.
A pocos pasos está una vitrina cerrada bajo llave. El coronel Romy Rodríguez, quien también trabaja en el museo, abre el mueble y dice: “Son objetos donados por nuestros soldados que combatieron en la Guerra del Chaco”. Entonces, saca cuidadosamente una bandera de Paraguay y señala con tono enérgico: “Ésta se la quitaron al enemigo durante una batalla”.
Al abrir esa vitrina, parece que Rodríguez ingresa a un túnel del tiempo y regresa al pasado. Una gorra, una camiseta y otras prendas que alguna vez fueron verdes están dobladas cuidadosamente, pues son donaciones de los combatientes.
De entre las prendas destaca una bolsa de campaña hecha de goma de no más de 40 centímetros, que los propios soldados fabricaban para transportar agua.
Incluso hay una máscara anti gas fabricada de forma rudimentaria con latas de, al parecer, atún. “Se creía que durante la Guerra del Chaco los paraguayos harían uso de gases lacrimógenos”, cuenta Rodríguez. En sus manos sujeta un cinturón para cargar municiones costurado en yute por los soldados indígenas.
Con las botas puestas
En la esquina del salón, al otro extremo, sobre una pequeña mesa se exhiben tazas, cucharas, platos y botas de los soldados que combatieron en Ñancahuazú (Vallegrande, Santa Cruz), contra la guerrilla de Ernesto Che Guevara. Estos objetos fueron donados por el soldado Antonio Zapata Guzmán. También se guarda como reliquia las botas del subteniente Eduardo Velada. “Con ellas murió en combate”, reitera Rodríguez y recuerda con nostalgia que hasta 1994 en el mismo recinto se guardaban los diarios del Che, hoy en las bóvedas del Banco Central de Bolivia
Al terminar, Peña se acerca a la pared y señala el mural de 18 metros que plasma un resumen de la historia de Bolivia, desde la época tiwanacota hasta los años 90 y que lleva la firma del suboficial Rosendo Huarina.
Aporte a la investigación y otros estudios
Historia La Academia Boliviana de Historia Militar fue creada un 17 de mayo de 1979, mediante el Decreto Supremo 16469, durante el Gobierno del presidente general David Padilla Arancibia.
Disertaciones Cada jueves, la Academia organiza seminarios acerca de la historia de Bolivia, en los cuales algunos de los miembros exponen sus trabajos. Este jueves 21, el tema de la semana es: la Batalla de Jutlandia (I Guerra Mundial).
Lienzos Las paredes del inmueble están adornadas con óleos que retratan a todos los presidentes de Bolivia y personajes resaltantes en la historia militar. Además, poseen una fotografía de la Junta Militar de 1930. La mayoría de los lienzos fueron pintados por Enrique Paravicini y el artista Jalla.
Reliquia Una de las pinturas más destacadas de la Academia titula La Patria, del artista García Meza, hecha en el año 1901. La misma mide casi cuatro metros de altura entre el piso y el techo.
Edificio Durante varios años este ambiente era el Círculo Militar, que se utilizaba para reuniones importantes.
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