La celebración del ritual conocido como el Lucero del Alba se celebra hoy en el sitio arqueológico y ceremonial en la provincia la Florida de Samaipata, en Santa Cruz, donde existe una roca tallada y estructuras líticas que fueron usadas por diferentes civilizaciones prehispánicas como las de Tiwanaku e Inca, incluso otras más antiguas.
El centro ceremonial y administrativo de Samaipata, llamado el Fuerte —nombre adquirido por un fortín de la época española— se encuentra en el lado sur de la roca.
En la enorme cumbre de una montaña rocosa están esculpidas dos grandes ranuras, asientos, estanques y motivos zoomorfos y geométricos con los que las antiguas poblaciones propiciaban sus ciclos agrícolas. Aún los arqueólogos no pudieron descifrar el significado de los tallados, pero creen que están relacionados con la ritualidad que acostumbraban realizar los pueblos prehispánicos en el lugar.
La undécima versión del Lucero del Alba, que en idioma nativo significa Yasitata guasu köe mbiya, fue organizada por el gobierno municipal, en coordinación con la Gobernación cruceña y el Estado Plurinacional a través del Viceministerio de Interculturalidad.
La enorme roca esculpida, considerada el más grande petroglifo del mundo, fue ocupada poco tiempo antes de la conquista española por avanzadas incaicas, que dejaron sobrepuestas algunas de sus decoraciones a las ornamentas originarias que provienen de las culturas amazónicas. En 1998, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) incluyó el Fuerte de Samaipata en la lista de los lugares nombrados como Patrimonio de la Humanidad.
Actualmente, se sabe que la roca que tiene una consistencia deleznable se encuentra en riesgo, por lo que desde hace una década se prohíbe pisarla a los visitantes para mantener sus extraños tallados.
Los rituales en Samaipata se centran en el encendido del fuego sagrado. Algunas culturas del Amazonas aún consideran que la roca fue el punto desde donde el jaguar (phantera onca) —considerado sagrado— observaba a sus presas para cazarlas, por eso creen que durante la espera del Lucero del Alba los felinos retornan a uno de los sitios más sagrados de la región cruceña.
Fueron varios los animales que fueron concebidos como parte de los rituales y se les rindió ceremonias rituales, entre ellos el cóndor, el puma, la serpiente y el jaguar.
La celebración del ritual Lucero del Alba en la región amazónica, en el Fuerte de Samaipata, se cumple también en otros lugares donde los nativos aún esperan la aparición de los primeros rayos del Sol y de los felinos sagrados.
La tradición se convierte en una autodeterminación cultural de los pueblos originarios amazónicos y del resto del hemisferio sur del planeta.
La ritualidad dedicada al Sol se remonta hace miles de años, es una forma de agradecer su retorno como el dador de energía y vida en el tiempo de renovación del ser.
La leyenda de la Luna y el jaguar
Son muchas las investigaciones que hay sobre el Fuerte de Samaipata y la roca sagrada.
Incluso el escritor Erich von Däniken visitó el lugar en los años setenta y lo describió como una lanzadera de naves espaciales, nada más falso.
Pero los pobladores aún cuentan la leyenda del jaguar y la Luna en Samaipata. Ellos dicen que cuando se atraviesa por el sendero que colinda con el lugar arqueológico, aún es posible observar al gran jaguar en noche de luna nueva, el felino sagrado del Amazonas, por su agilidad y la forma de cazar que tiene.
Cuando los pobladores caminan por el sitio y logran ver al jaguar, no tienen que asustarse, sino seguir caminando. Para ellos, ésa es una señal que tendrán en los siguientes días una buena caza en beneficio de sus comunidades. Pero si los que observan al sagrado felino y tienen en su espíritu malos pensamientos de envidia y egoísmo, se dice, el jaguar los ataca tan rápido que es imposible escapar y uno queda entre sus garras.
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