Cotoca mostró nuevamente ayer, en el Festival de la Jalea, por qué es uno de los municipios que trata de mantener viva su cultura, costumbres y tradiciones.
Desde muy tempranas horas de ayer, una gran cantidad de público se dio cita en la plaza principal del pueblo para endulzar el paladar con el melao, la jalea, majablanco y el empanizao y saborear los cuñapés, mantecadas, tortas de maíz y de charque, paraguayos, suspiros y panqueques que ofrecieron 40 productores cotoqueños.
Al rescate de las costumbres. “Este noveno Festival de la Jalea, organizado por la Asociación de Jaleeros y Fraternidad Fachas, con el apoyo del gobierno municipal tiene la finalidad de atraer el turismo y mostrar lo mejor de la producción típica y artesanal del pueblo”, expresó José Limberg Vargas, presidente de la asociación.
Vargas manifestó también que otro de los objetivos es el rescate de las costumbres típicas y que por ello se organizaron juegos populares, como el de la sartén, el pejichi y la carrera de embolsao.
Los visitantes pudieron observar, además, un moderno trapiche que funcionaba a corriente y no jalado por bueyes o caballos como los de antaño.
Una de las primeras jaleeras. Lidia Pedraza se encontraba ayer a una cuadra de la plaza de Cotoca, rodeada de cientos de vasijas de barro llenas de jalea, el “fondo” donde se prepara la misma y el horno de cocción de las populares ollitas, hechas a mano, que sirven de recipiente para la jalea.
Al rescate de las costumbres. “Este noveno Festival de la Jalea, organizado por la Asociación de Jaleeros y Fraternidad Fachas, con el apoyo del gobierno municipal tiene la finalidad de atraer el turismo y mostrar lo mejor de la producción típica y artesanal del pueblo”, expresó José Limberg Vargas, presidente de la asociación.
Vargas manifestó también que otro de los objetivos es el rescate de las costumbres típicas y que por ello se organizaron juegos populares, como el de la sartén, el pejichi y la carrera de embolsao.
Los visitantes pudieron observar, además, un moderno trapiche que funcionaba a corriente y no jalado por bueyes o caballos como los de antaño.
Una de las primeras jaleeras. Lidia Pedraza se encontraba ayer a una cuadra de la plaza de Cotoca, rodeada de cientos de vasijas de barro llenas de jalea, el “fondo” donde se prepara la misma y el horno de cocción de las populares ollitas, hechas a mano, que sirven de recipiente para la jalea.
“Este oficio lo vengo haciendo desde hacen 45 años y lo aprendí de mis padres y abuelos”, dijo Lidia, mientras explicaba que la jalea, es el producto de hacer hervir durante dos horas 20 litros de melao de caña hasta tenerla a punto. Dijo que ella misma prepara artesanalmente las ollas de barro y para el festival, los siete miembros de su familia prepararon unas 5.000 vasijas.
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