Las lomas de arena de El Palmar, a 16 kilómetros al sur de Santa Cruz son un fenómeno natural relativamente reciente -en la perspectiva del tiempo en que se forma un paisaje- que la mayoría de los cruceños conocen desde su más tierna infancia. Un balneario que, como el río Piraí, ha sido lugar de paseo tradicional, cada vez más frecuentado por la población citadina.
Su proximidad con la capital cruceña, sus extraordinarios paisajes de fina arena en forma de dunas móviles, semimóviles y parcialmente fijas, que han formado un paraje de gran belleza escénica, alternando con lagunas en sus espacios interdunares, ha hecho de esta zona más que un balneario, un lugar protegido.
Hoy es un Parque Regional en proceso de consolidación, a cargo de la Gobernación departamental, con un plan de manejo para impedir la acción depredadora del uso recreacional descontrolado al que había estado sometido, así como la ocupación y el uso no sostenible ni legal de su espacio físico. Se ha dicho que las lomas de arena de El Palmar son el monumento construido por la naturaleza para poner en evidencia la destructiva intervención del hombre que rompió su equilibrio originario; que estamos frente al comienzo de un desierto que puede extenderse a otras zonas desboscadas sin control ni previsión alguna. Para algunos, la formación de las dunas obedece a la acción erosiva de los constantes vientos del norte, alentada por el proceso de deforestación que provocó la primera expansión agrícola en la zona conocida como el área integrada al norte de la capital departamental. La predominancia de fuertes vientos en dirección noroeste-sudeste generó un proceso erosivo que se puede apreciar nítidamente desde el aire. Una franja arenosa que, cruzando el río Piraí, culmina en las blancas dunas de El Palmar, donde se deposita gran parte de la arena en suspensión. Referencias: http://lariquezanaturalyculturaldesantacruz.blogspot.com (jorias2@yahoo.com)
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