Freddy Taboada, presidente de la Sociedad de Arte Rupestre en Bolivia, asegura que en el país hay más de 1.000 lugares donde se guardan pinturas rupestres y que la mayoría de los descubrimientos se hicieron en las zonas del altiplano.
“Hay arte rupestre de tiempos muy antiguos y también de periodos contemporáneos”, dice Taboada. Incluso identifica que hay arte rupestre precolonial, de la Colonia y de la república.
Se encontraron rastros de pintura rupestre en La Paz, Oruro, Tarija y Cochabamba. Los dos primeros son los departamentos más ricos en este patrimonio material.
Situación precaria
La mayoría de las pinturas rupestres se encuentra en lugares de pastoreo y religiosos, y otro tanto está muy cercano a los caminos prehispánicos.
Taboada explica que una de las preocupaciones de su entidad es que la mayoría de los sitios se encuentran en situaciones precarias. “El comportamiento de la gente impide que podamos abrir los lugares porque los destruyen”, dice el experto.
En algunos de los sitios, como las cuevas de Curahuara de Carangas, varias de las pinturas rupestres sufrieron daños con grafitis pintados con tiza y carbón.
Otra de las causas que pone en riesgo la preservación de los dibujos prehistóricos es la inclemencia del tiempo.
La lluvia provoca humedad y eso causa que las pinturas rupestres se descascaren.
El significado de las llamas
Taboada dice que las imágenes plasmadas en las pinturas rupestres están asociadas a la relación del hombre y los camélidos. En el caso de la región del oriente, se aprecian dibujos prehistóricos de animales de la selva asociados a esas culturas.
Javier Mencias, miembro también de dicha entidad, explica que en el caso del arte rupestre de una etapa más temprana, las imágenes de los camélidos y los animales son más reales en su representación. Y en el caso de los dibujos de una épocas más tardía, las imágenes de los animales se caracterizan por ser más abstractas. “Llamas en escenas de caza son comunes en épocas tempranas”, dice.
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