Una de las rutas turísticas más recorridas en el Parque Nacional Madidi es la que conduce hacia las parabas rojas. El encuentro con estas aves en su hábitat natural permite percibir y comprender el verdadero sentido de la libertad.
Las parabas rojas, además de ser una de las aves favoritas de los visitantes de esta reserva natural de casi dos millones de hectáreas, son especies llamativas por su vívido color y por el estridente sonido que emiten para comunicarse durante el vuelo.
Las aves más jóvenes se diferencian por tener la cola más corta y, por lo general, emprenden vuelo en parejas o en grupos pequeños, quizás sean paseos familiares.
En medio de la inmensidad de un bosque florido, las parabas pasan el día entre idas y venidas. Sólo algunas se quedan en sus nidos, un refugio que buscan en los huecos de una pared de piedra.
Llegar al mirador donde reside esta especie demanda unas cuatro horas de caminata en medio de la oscura selva del Madidi.
Aunque el contacto con la naturaleza es un deleite constante, el clima húmedo y sofocante, a 20 grados centígrados, provoca un cansancio inevitable.
La zona más concurrida por los turistas -que comprende sólo el 15% del área protegida- se encuentra cerca del río Tuichi, notoriamente visible desde los miradores naturales del parque.
Camino al parabal
La selva amazónica es fascinante e impredecible. Aunque hay un camino establecido para llegar al parabal, también hay formas de cortar camino por rutas pantanosas que invitan a la aventura.
Uno de los trechos más complicados es el que bajan los chanchos de monte con gran facilidad.
Marcos Uzquiano, guía turístico, cuenta que estos animales descienden a gran velocidad y en tropa en una operación “realmente admirable”.
Otro de los tramos, en cambio, era una pendiente agotadora e interminable. Es como subir gradas al cielo, puesto que estos escalones se forman de las raíces de los árboles más grandes del monte.
La insignificancia humana se hace evidente en medio de la grandeza de la naturaleza que alberga 156 especies de mamíferos, 172 tipos de reptiles, 296 especies de peces, 180 tipos de anfibios y más de 1.150 especies de aves, entre ellas, las parabas rojas.
Esta especie se distribuye en amplio rango por toda Sudamérica, desde el este de Panamá, noroeste y este de Colombia, este del Perú y Ecuador, toda Venezuela, las tres Guayanas, Brasil, nordeste y este de Bolivia y Paraguay y el norte de Argentina.
Expertos afirman que, cuando se utiliza como animal doméstico, la paraba es un ave inteligente e inquisitiva, pero incapaz de vivir en soledad. Por eso debe permanecer con aves de su misma especie.
Su gran tamaño y su enorme actividad hacen que requiera grandes espacios para moverse. Imposible que viva en cautiverio.
El camino de retorno se hace ligero después de verlas volar tan libremente durante diez minutos o quizás un poco más. Puede ser que esta experiencia no se vuelva a repetir; sin embargo, por esos minutos cerca de las parabas, valió la pena tan largo recorrido.
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Luis Salazar
Fotógrafo
Periódico La Razón