martes, 6 de diciembre de 2011

La misteriosa ciudadela de Iskanwaya fue el principal centro urbano de los mollo

Estoy sorprendido por lo súbito de la nevada. Estamos varados a unos 4.800 metros sobre el nivel del mar, en una de las arrugas orográficas de la cordillera de Apolobamba, conocida como “las alturas de Koanzani”. Está anocheciendo y la tormenta de nieve nos azota furiosamente, y me resigno a la idea de pasar la noche en el camino. La noche es larga y frígida, la paso tiritando, tratando de conservar calor acurrucado debajo un poncho en el asiento delantero de la vagoneta. Me sostiene el pensamiento de saber que estoy camino a Iskanwaya, la mítica capital de los mollo.

La cultura precolombina mollo se desarrolló entre los años 700 y 1400 después de Cristo, en los valles mesotérmicos de la cara oriental de la Cordillera Real situados entre los 1.500 y 3.000 metros sobre el nivel del mar. La misteriosa ciudadela de Iskanwaya fue el principal centro urbano de los mollo y está ubicada en el cantón de Aucapata de la provincia Muñecas, a 325 kilómetros de la ciudad de La Paz. El mal camino y lo accidentado del terreno hacen que esta distancia parezca multiplicada y en esta noche, nuestra movilidad sólo es un punto perdido, abatido por el viento helado de las alturas. Me despierto cansado y hambriento, pero todo malestar desaparece al abrir la puerta del vehículo, mis ojos me regalan un panorama maravilloso, la nevada ha pintado en las alturas de Koanzani la más hermosa postal navideña.

Una cultura con alta tecnología

El sol de la mañana derrite la nieve y podemos proseguir nuestro camino, llegamos a una laguna de un color verde chirimoya junto a un pintoresco pueblo llamado Kotakucho (el rincón de lago). Kotakucho parece detenido en el tiempo, la imagen de una anciana sentada con su burro en la campiña me transporta al pasado glorioso de los mollo. Los avances tecnológicos y artísticos de esta cultura son poco conocidos, pero no menos sorprendentes.

El desarrollo de la técnica hidráulica para el riego de sus terrazas de cultivo y el abastecimiento de sus ciudades logró niveles superiores de ingeniería con la construcción de reservorios y canales de riego en las casi verticales y profundas laderas de las quebradas cordilleranas, todos de una sofisticación extraordinaria. El dominio de los pisos ecológicos para una producción agrícola de asombrosa variedad y abundancia no igualada hasta la fecha, fue la plataforma económica que sostuvo la cultura mollo por más de 700 años. Altos niveles de organización social se evidencian en la abundante producción de cerámica de la más alta calidad artística y la construcción de complejas ciudades de piedra que alcanzaron su más alta expresión en Iskanwaya.

Hemos descendido a 3.800 metros de altura y nos encontramos en Huancu, nombre derivado de wuankuque, que en aymara significa “conejo”. El pueblo Conejo es el nivel más alto de un vertiginoso edificio ecológico que se precipita verticalmente 2.000 metros hasta llegar a Iskanwaya, que se encuentra a 1.700 metros sobre el nivel del mar. Por cada 100 metros de descenso la temperatura aumenta 0,55 grados centígrados. La flora cambia casi abruptamente desde la reseca paja brava y la yareta que abundan en Huancu, hasta la vegetación semitropical en Iskanwaya.

Agricultores del maíz y la coca

Es admirable el brusco cambio climático con la variación de altitud, solamente así se pueden comprender las grandes ventajas de tener una diversidad ecológica tan marcada, capaz de sostener una fenomenal variedad de productos agrícolas en un espacio relativamente reducido. Los mollo producían desde papa y quinua hasta porotos, maní, locotos, palta, yuca y chirimoya, pero sus cultivos principales giraban en torno al maíz y la coca.

Al finalizar el día llegamos al hermoso pueblito colonial de Aucapata, donde tendremos un merecido descanso para al día siguiente emprender la caminata a Iskanwaya. Los últimos rayos del crepúsculo cubren de un cálido dorado las montañas que rodean Aucapata, como también el empedrado de la plaza de la comunidad; los balcones coloniales de las casas de adobe que rodean la plaza parecen recordar tiempos mejores. Me siento en las gradas de piedra laja de la iglesia de Aucapata y contemplo cómo la neblina del atardecer trepa las laderas de la quebrada y va envolviendo lentamente el pueblito como un capullo suave e hipnotizador.

Esa noche sueño con gigantescos cóndores y tejidos multicolores, tal vez fueron los efectos del trago de resacado que me invitaron los vecinos de Aucapata antes de retirarme a dormir. El tradicional resacado es un aguardiente de caña obtenido artesanalmente en alambiques de barro cocido, muy típico y apreciado en la región. Me despierto lleno de energía, ansioso de emprender camino a la capital de los mollo.

La caminata a Iskanwaya es espectacular, ya que desciende 1.000 metros por senderos de herradura casi verticales, edificados precariamente en la ladera norte de la monumental quebrada del río Llica. La profundidad de la quebrada me deja maravillado, las gigantescas montañas parecen precipitarse en un abrazo titánico que culmina en el lecho unificador de las aguas del río. Estoy absorto en el paisaje, atraído peligrosamente a este precipicio profundo e intensamente magnético cuando diviso las construcciones pétreas de Iskanwaya.

La increíble ciudad colgante

Iskanwaya parece suspendida en el aire! Sus edificaciones se balancean aferradas a la empinada ladera de la quebrada como desafiando la fuerza gravitacional que amenaza con despeñarlas al abismo. Es en esta ciudad colgante, extendida sobre 13,5 hectáreas de una superficie en agudo declive, en la cual la ingeniería y la arquitectura mollo llegan a su más alta expresión. Las edificaciones están construidas sobre terrazas artificiales sostenidas sólidamente por simétricos muros de contención cuidadosamente construidos con 1,5 grados de inclinación con relación a una línea perpendicular imaginaria. Esta inclinación es ideal para resistir las presiones geológicas e hidráulicas que producen el deslizamiento del terreno.

Solo se necesita considerar los frecuentes deslizamientos que sufren edificaciones modernas en las laderas de la ciudad de La Paz para entender el genio de los mollo, que construyeron ciudades como Iskanwaya que mantienen intactos muros de contención por más de 1500 años. El material de los conjuntos arquitectónicos es de piedra pizarra o laja mezclada con fenoandesita, utilizando como mortero de construcción arcillas impermeables. La calidad de las paredes es excepcional tanto por sus dimensiones como por su bella superficie, que armoniza perfectamente con la ladera de la quebrada.

Los mollo utilizaron la forma trapezoidal como un diseño arquitectónico unificador; Iskanwaya está construida en una superficie en forma de trapezoide, las terrazas y los edificios también son trapezoidales, al igual que las puertas y ventanas. No se conoce la significación del trapezoide para los mollo, pero se especula que tiene raíces astronómicas, específicamente relacionada con la constelación de la Cruz del Sur, que es perfectamente visible desde Iskanwaya. Cuando se unen las cuatro estrellas de la Cruz del Sur con cuatro líneas imaginarias se forma una excelente figura trapezoidal.

Las habitaciones están distribuidas alrededor de un patio que seguramente era un área de convivencia comunal. Tenían un techo de paja brava a manera de dos aguas que han desaparecido totalmente con el tiempo y típicamente tenían dos ambientes, un vestíbulo en la parte anterior y un dormitorio en la posterior. Ambos se comunican por una puerta trapezoidal y existen nichos con forma de trapezoide que podrían haber servido para poner reliquias u otros objetos de valor.

Ruinas solitarias y misteriosas

Iskanwaya es raramente visitada por turistas por el difícil acceso de sus caminos y su remota ubicación, alejada de los centros urbanos nacionales. Aunque existe un pequeño museo arqueológico que contiene principalmente cerámica mollo en la plaza de Aucapata, las investigaciones arqueológicas son escasas; hay mucho que estudiar y aprender sobre esta cultura. Existen varias ruinas mollo en la quebrada del río Llica que se deberían explorar y que nos pueden proporcionar una ventana al pasado mollo. El legado de los mollo es impresionante si se considera su dominio sobre la agricultura de pisos ecológicos, sus adelantos tecnológicos en hidráulica, arquitectura e ingeniería claramente evidentes en las ruinas de Iskanwaya.

El viento parece entonar una melodía melancólica al pasar silbando por los múltiples orificios y rendijas de las ruinas olvidadas de Iskanwaya. Me imagino a los mollo ocupados en sus tareas agrícolas, construyendo acueductos, produciendo bellas cerámicas, expuestos constantemente a la inmensidad de las montañas y la magnificencia de las cuchillas de la quebrada del río Llica. Mi mente me transporta al pasado cuando los mollo contemplaban en diáfanas noches el milagro de la creación y del universo, fijando sus pupilas y sus espíritus en el brillante trapezoide de la Cruz del Sur como si estuvieran suspendidos en el aire.
Foto: Ivar Méndez


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