Sorata el lugar más relajante para los viajeros en Bolivia con sus ruinas coloniales en un entorno espectacular, encaramado en la colina de un valle al pie del imponente nevado Illampu y picos de Ancohuma.
Aunque no hay mucho que hacer en la ciudad, es un gran lugar para sólo relajarse por unos días, y un campo de base popular para los excursionistas y ciclistas de montaña.
En tiempos coloniales Sorata era un enlace para las minas de oro de Alto Beni y plantaciones de caucho, y puerta de entrada a la cuenca del Amazonas. En 1791 fue el sitio poco ortodoxo liderado por el indígena Andrés Túpac Amaru y sus 16.000 soldados.
En el verano el clima puede ser muy duro: La lluvia cae más tarde, el cañón se puede llenar de nubes y empinadas calles a menudo se convierten en torrentes de la escorrentía. En invierno los días pueden ser un poco más fríos, pero el sol (y sus rayos UV) es fuerte y las temperaturas elevadas, durante la noche éstas caen por debajo de congelación.
Sus principales atractivos son su ambiente histórico y su laberinto de escaleras empinadas y estrechas calles adoquinadas. Vale la pena echar un vistazo a Casa Günther, una mansión laberíntica, histórica. Fue construida en 1895 como la casa de los Richter, una familia comercializadora de quinina, y fue llevado adelante por los Günther, quienes fueron involucrados en la extracción de caucho hasta 1955.
La plaza principal, Plaza General Enrique Peñaranda, es el escaparate de Sorata. Con la mejor vista de los nevados de Sorata (picos de montaña nevados), que está adornada con palmeras altísimas y jardines inmaculados, esta parte del país es denominada por los turistas como el Edén escondido.
Por éste y otros atractivos Sorata es parte de los Encantos de Bolivia.
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