viernes, 17 de febrero de 2012

Tres dimensiones andinas confluyen en un singular hotel

Eucaliptos y pinos rodean al complejo turístico El Poncho, situado al pie de la cadena montañosa de Marquina, a un lado del imponente Tunari, en la ciudad de Cochabamba. Azulinos, golondrinas y horneros hacen de anfitriones de los eventuales visitantes.

Después de pasar por el portón de madera y el muro de piedra, en el ingreso al hotel, tres llamas y una vicuña también dan una especie de bienvenida.

En el complejo turístico se puede observar la distribución de las cabañas para huéspedes (lo que para los occidentales tiene la forma de la constelación de Orión) la forma de un poncho andino, según la visión de nuestras culturas ancestrales.

Las tres estrellas que forman el cinturón en el cielo están representadas por tres cabañas centrales. Éstas son equivalentes a las tres dimensiones de la cosmovisión andina: alajpacha, akapacha y mankapacha (el cielo, la tierra y el mundo intraterreno), todas interconectadas por portales cósmicos.

Para el gerente del hotel El Poncho, Daniel Deglane, hospedarse en este complejo turístico se puede considerar una “experiencia de turismo estelar”, en la que se combina el conocimiento sobre el cielo y las estrellas con el estudio de las relaciones de los seres vivos con su entorno.

“Tierra, mi cuerpo. Fuego, mi espíritu. Aire, mi aliento. Agua, mi sangre”. Estas inscripciones destacan en las puertas de cada cabaña en este refugio valluno. Los cuatro elementos hacen referencia a la primera etapa de la evolución humana, bajo una perspectiva ancestral andina, según explica Deglane.

Las edificaciones del complejo, además, hacen referencia al lak’a uta, o casa de tierra, propias de tres culturas existentes en el occidente del país, como los chipayas, aymaras y quechuas.

Se pueden apreciar cabañas en forma de iglú (chipayas) construidas a base de piedra y paja, otras también edificadas con los mismos materiales, pero cuadradas o rectangulares y con vista hacia el sol (de aymaras y quechuas).

Estas sencillas y acogedoras cabañas tienen como característica mantener el calor las 24 horas. Su interior está hecho para el descanso y por ello no está permitida la comida ni los desechos sólidos. Y otro detalle: el baño está fuera de la habitación, como ocurre en la población originaria.

Dentro del complejo turístico coexisten cabañas construidas con jatata, piedra y cañahueca, que emulan nidos de pájaros horneros, lo que ayuda a mantener el calor las 24 horas del día.

Convivencia equilibrada

La forma rústica de El Poncho encuentra equilibrio con el confort y comodidad para los huéspedes. Todo el complejo está equipado con mobiliario de primera y decorado con elementos de la cultura y artesanía de los pueblos originarios. Y aprovecha bien la belleza paisajística del lugar para el esparcimiento de los visitantes.

Una piscina con forma de cóndor ofrece hidromasajes debajo de una cascada artificial, el mirador permite al huésped tener una faceta distinta de la ciudad de Cochabamba y destaca la opción de paseos a caballo, con la compañía de expertos en equitación. Cada espacio está pensado para dar al huésped una acogida inolvidable.

Para quienes pretenden encontrarse consigo mismos o purificar cuerpo y mente el hotel cuenta con áreas de recogimiento, como una tina terapéutica, saunas andinos o “temascal” y un área de meditación.

Y la tecnología no está ausente. Hay disponible el servicio de internet, además de instalaciones para reuniones o talleres.

Espacio propicio

Después de pasear por sus instalaciones, surge la pregunta de cuál es el mayor atractivo de El Poncho. Deglane dice que “es un espacio propicio para la comunicación con uno mismo, con los otros y con el entorno en general”.

Al atardecer y al pie del mirador, rodeado por el macizo de Marquina y la belleza de los bosques, se puede respirar un aire diferente que entra por los pulmones y se bifurca hacia la mente y el estómago, en un ciclo vital que acaso cambie la percepción de los visitantes.

Ya en horas de la noche y en los alrededores del círculo de fuego, los huéspedes departen una tertulia con guitarra y canciones, animada por aperitivos que despiertan el ánimo festivo permanente.

Al día siguiente, cuando alguna gente ha decidido salir del El Poncho, en los pasillos no hay música y sólo se oye el murmullo del medio ambiente del lugar.

Los atractivos
Oferta Este hotel ofrece servicios de masajes terapéuticos, sauna andino, paseos a caballo, deportes y otros.


Vista Una piscina con forma de cóndor ofrece hidromasajes debajo de una cascada artificial y el mirador permite una vista distinta de la ciudad.




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