VARIOS PROYECTOS SE HAN DESARROLLADO EN ESTA ZONA | SE PRETENDE COMBINAR LA CULTURA CON EL DESARROLLO PARA CREAR NUEVOS INGRESOS.
El turismo puede ser, sin duda, un negocio redondo. Tan redondo que se está convirtiendo en una de las industrias más productivas del mundo. América Latina presenta una aguda paradoja. Tiene enormes riquezas potenciales y al mismo tiempo altísimos niveles de pobreza. Su déficit en campos críticos como nutrición, educación y salud son mucho mayores de lo que debieran ser, según su producto bruto total y per cápita.
Las agudas desigualdades de la región, las mayores del planeta, explican parte de la paradoja. Varios países de la región, como México, Colombia y Perú, están conscientes de ello y están llevando adelante varios proyectos para promocionar su cultura y sus mayores atractivos. Bolivia, con grandes ventajas competitivas, pero también con muchas falencias, ha entrado dentro del circuito.
Aunque todavía hay mucho trabajo por hacer, el turismo en el país se ha convertido en la cuarta industria más importante después de la exportación de soya, gas y minerales y genera alrededor de 160 millones de dólares al año, según la Organización Internacional de Turismo (OIT). Bolivia es uno de los países que tiene las más importantes atracciones turísticas de la región y es además, el corazón de Sudamérica.
Sin embargo, presenta algunas desventajas respecto de transporte, infraestructura hotelera y telecomunicaciones, además de la necesidad de fortalecer la cultura de incentivo al turismo por parte de los mismos pobladores. La unión de comunidades, organismos de cooperación y entes estatales está comenzando a trabajar en este aspecto. Los resultados son tangibles, y la ribera sur del lago Titicaca es uno de los mejores ejemplos.
NUEVOS INGRESOS
Ante la necesidad cada vez más creciente de preservar el medio ambiente, hoy en día los expertos ven a la cultura unida al desarrollo, sobre todo en los países no tan industrializados donde todavía se conservan importantes testimonios de culturas antiguas, como es el caso de Bolivia y específicamente la zona de Tiwanaku y aledaños. Sin embargo, es necesario tomar en cuenta que el turismo basado en cultura y desarrollo debe ser rentable para aquellas comunidades decididas a comprometerse en esta nueva forma de trabajo, quizá un poco más difícil, pero desde ya mucho más satisfactoria.
Este es el caso de los municipios de Tiwanaku, Viacha, Taraco, Zapana y Chiripa, que han decidido emprender una nueva forma de turismo sostenible con la colaboración de instituciones financieras como la Corporación Andina de Fomento (CAF), y el apoyo de la Sociedad Boliviana de Cemento (SOBOCE), la Unidad de Arqueología del Viceministerio de Culturas (UNAR), para la creación de un círculo turístico que conjugue las necesidades de las comunidades con la promoción de sus atractivos culturales.
Con la colaboración de todas estas entidades, y sobre todo con el empuje de los vecinos, se ha logrado excavar y recuperar importantes partes de la pirámide de Akapana en Tiwanaku, se ha construido un gran parque de recreación familiar en Viacha, un muelle y un parque turístico en Zapana, se ha refaccionado la entrada y la plaza principal de Tiwanaku, se ha recuperado el valor arqueológico de Chiripa con distintos emprendimientos y se han desarrollado varias tareas educativas de sensibilización para el reciclaje de basura, y la señalización del circuito turístico, entre otras.
“El proyecto busca impulsar la recuperación y acondicionamiento físico del patrimonio arqueológico, legado por las culturas Tiwanakota y Chiripa, y potenciar su notable atractivo turístico como palanca para el desarrollo socio-económico de las comunidades de la zona”, afirmó el director-representante de CAF en Bolivia, Emilio Uquillas, quien asegura que la CAF tiene claro que una de las formas de generar empleo e ingresos sostenibles para las familias de menores recursos, es la promoción del turismo.
La CAF ha trabajado junto a Soboce para financiar este proyecto en el que se ha invertido alrededor de un millón de dólares.
LO QUE FALTA
Sin embargo, pese a su riqueza cultural, Bolivia tiene pendiente en la agenda fortalecer su institucionalidad respecto de este rubro, lograr resolver los desafíos de una gestión pública adecuada en los ámbitos de la legislación, la gestión y el financiamiento cultural. Ante esta falta, tampoco se combina las acciones que se llevan adelante en el nivel central con la que corresponden a las de departamentos y de municipios, que promuevan la participación activa del sector privado.
La falta de desarrollo del “sector cultural” delata en realidad una deficiente “cultura del desarrollo” en todos los demás ámbitos de la vida nacional. En estas circunstancias, los emprendimientos culturales dependen más de la iniciativa privada, de la cooperación internacional y de la actividad local de la gestión pública (los municipios) que de una acción dirigida desde el Estado central y con sus propios recursos.
Estos conceptos han sido vertidos en el libro “Cultura para el desarrollo”, que la CAF y Soboce publicaron recientemente, donde explican y grafican el trabajo realizado en la zona de la ribera sur del lago Titicaca.
Siendo que el concepto de cultura en-globa actualmente varios componentes que antes no eran tomados en cuenta, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) advierte de la necesidad de tomar en cuenta que hoy en día la cultura es el “conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o grupo social. Ella encierra, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias.”
La Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales de la UNESCO ratificada en París en el año 2005, hace especial hincapié en los temas que vinculan la Cultura y el Desarrollo y específicamente reafirma que la diversidad cultural crea un mundo rico y variado que acrecienta la gama de posibilidades y nutre las capacidades y los valores humanos y que por tanto constituye, uno de los principales motores del desarrollo sostenible de las comunidades, los pueblos y las naciones.
El documento destaca especialmente la necesidad de incorporar la cultura como elemento estratégico a las políticas de desarrollo nacionales e internacionales, así como a la cooperación internacional para el desarrollo, teniendo en cuenta asimismo la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas (2000), y la especial atención que este documento otorga a la erradicación de la pobreza. Asimismo, reafirma la importancia del vínculo existente entre la cultura y el desarrollo para todos los países, en especial aquellos en vías de desarrollo, y se reafirma en la necesidad de apoyar las actividades realizadas en el plano nacional e internacional para que se reconozca el auténtico valor de ese vínculo.
Es indudable que el desarrollo, aunado a la cultura, reivindica el rol de la cultura como fin en sí mismo, como signo de sociedades humanamente evolucionadas, por ello su importancia y por ello su crecimiento. Bolivia está encaminada.
Cultura y desarrollo
Amartya Sen
[Es profesor de la Universidad de Lamont y Harvard - Premio Nobel de Economía 1998]
En los últimos tiempos la cultura ha comenzado a redefinir paulatinamente su papel frente a la economía y al desarrollo. Poco se duda ya acerca de su importancia como inductora de desarrollo y cohesión social, de su relevante papel ante la cuestión de la diversidad cultural, la integración de comunidades minoritarias, los procesos de igualdad de género y la problemática de las comunidades urbanas y rurales marginadas.
Los sectores políticos están comenzando a percibir y reconocer que la cultura juega un papel mucho más importante de lo que suponían y constatado que las decisiones políticas, las iniciativas económicas y financieras y las reformas sociales, tienen muchas más posibilidades de avanzar con éxito se si simultáneamente se tiene en cuenta la perspectiva cultural para atender las aspiraciones e inquietudes de la sociedad.
Se realza además de forma especial la contribución de la cultura como factor de cohesión ante los procesos de profundización de desigualdades económicas y de tensiones de convivencia social. Esta tendencia se percibe particularmente, en la dimensión que las mismas representan en el plano de los intercambios de bienes y servicios culturales entre las economías de las naciones.
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