En visita realizada a la provincia San Pedro de Totora, en la feria anual desarrollada el 6 de abril, una actividad económica que abre las puertas a los turistas locales, nacionales y aquellos que vienes de fuera de las fronteras de Bolivia. En una primera impresión, este diamante en bruto, recóndito entre yareta y montañas, colma las expectativas de aventura, historia, emociones de infarto y sobre todo contacto con la naturaleza en toda su expresión.
Un día no basta para conocer San Pedro de Totora, pero sí se puede experimentar desde muy temprano la emoción de conocer sus atractivos, iniciando el viaje desde las 06:00 de la mañana, para llegar en tres horas aproximadamente al sitio programado.
Al ingresar a los límites de esta localidad de pequeñas dimensiones a comparación de otras, se puede observar los fértiles campos sembrados con cebada, cuyas espigas alcanzan casi un metro de alto y despiden un fresco aroma a hierba mojada.
Al igual que los cultivos de más de 120 variedades de papa, comercializada en el mercado local de la Capital del Folklore, Oruro. La silvestre yareta, un aditamento que atavía el paisaje del camino rumbo a San Pedro de Totora, al igual que la paja brava y una singular flor llamada sik’i (término en aymara), es una planta pequeña que permanece al ras del suelo, sus hojas tienen forma de una estrella y en medio de ella, amarilla como los rayos de sol crecen sus pétalos, una especie del reino vegetal que es utilizada para alimentar a las ovejas del lugar.
Al ingresar a la comarca, se puede ver un edificio, el Instituto Tecnológico, el cual cuenta con cuatro carreras: Gestión Municipal, Automotriz, Agropecuaria, que tienen alumnado y docentes, en cambio la carrera de Turismo, aún tiene la carencia de un docente especializado en el área y falta financiamiento, actualmente en este centro se forman 50 estudiantes en todas las ofertas académicas.
Pero la adrenalina aumenta, ya que desde hace 20 años compiten en peleas de toros, los de aransaya y urinsaya (arriba y abajo), en esta oportunidad Lerco y Wara Wara, los capitanes de cada grupo de comunidades sortean el ingreso de los sementales, que al solo oírlos mugir y escarbar la tierra con sus patas demostrando su ira, uno se impresiona.
Pero la competencia afortunadamente no es como las corridas de toros en el exterior, las bestias sólo miden su fuerza, en medio de un coliseo imaginario bordeado por la comunidad entusiasta que apuesta por su favorito. Sólo hay un vencedor, aquel que hace correr a su contrincante, en su objetivo, ambos toros impactan entre cráneos provocando sonidos estremecedores, en algunos casos el más fuerte eleva a su contendiente logrando que este salga huyendo. En la escapada, lastimosamente, si no se tiene cuidado, algunas personas pueden ser heridas, ya que el vencido sale a toda prisa del círculo, atropellando a quien se encuentre en su camino, este año una mujer salió con una fractura en la costilla por proteger a su hijo que se encontraba observando la lucha. La mujer fue trasladada al Hospital General de Oruro después del accidente.
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