CASI AL PIE DEL TUNARI UN PAISAJE PINTADO DE ABUNDANTE VEGETACIÓN Y UNA HILERA INTERMINABLE DE PALMERAS, SON LA ANTESALA A VILLA ALBINA | LA CASA DE HACIENDA QUE SIMÓN I. PATIÑO MANDÓ A CONSTRUIR PARA SU ESPOSA.
La historia cuenta que un tiempo antes de construirla, los esposos Patiño realizaron un viaje de vacaciones a Vinto y en un carnaval fueron invitados a pasar un día de campo bajo un huerto de añosos olivos. Doña Albina quedó fascinada por el lugar, por lo que Don Simón ofreció comprarle algún día una casa de campo en la zona, para pasar sus vacaciones. Un tiempo después cuando Don Simón ya había hecho fortuna, compró la propiedad con el olivar y la hizo amurallar. En 1917 mandó a construir la casa de hacienda que llevaría el nombre de su esposa, la hacienda Pairumani y el mausoleo. La construcción se llevó a cabo mientras ellos habían fijado su residencia en Europa. Posteriormente, Doña Albina, a diferencia de Don Simón que falleció antes, llegó a vivir en la casa de hacienda que se caracteriza por un patio central y uno auxiliar, ambos rodeados de pórticos al estilo de las edificaciones mediterráneas, muy de moda a fines del siglo pasado y a principios del presente. El segundo piso se destaca por sus balcones con fierro forjado que ofrecen vistas al patio central donde se encuentra una imponente fuente de agua.
INTERIORES
La vista general del patio principal con su gran fuente de agua pareciera ser a simple vista la protagonista del lugar; sin embargo, pasear por las salas de la primera planta resulta impactante.
Los muebles “art deco” de infinitos detalles y cada elemento decorativo como los adornos, las imponentes cortinas, las alfombras y los empapelados que en ese tiempo eran vieneses, hacen que cada ambiente sea digno de admirar.
Las salas de recepción, el escritorio de Don Simón, un salón privado para Doña Albina, la mesa de billar, el comedor con una mesa imponente y un reloj muy europeo, o la sala que da a una salida a las escaleras de la fachada sur y que se destacada por unos muebles de mimbre de la época, son los ambientes que dan forma a planta baja de la casa.
El segundo piso inicia con una escultura de piedra que se impone al pie de las escaleras. En éste están ubicadas las habitaciones y salas de uso privado. Los muebles y la decoración en general poseen las mismas características que la planta baja.
El dormitorio de los esposos Patiño está ubicado al lado oeste con muebles de caoba. Los tapices de los mismos, tanto en la habitación de la pareja como en la de sus hijos, llevan en muchos casos los monogramas de cada uno de ellos.
En el lado Este de la casa, hay una construcción anexa de un piso alrededor de un pequeño patio, donde estaban ubicadas las habitaciones de servicio, y que actualmente están ocupados por las oficinas y laboratorios del Centro de Investigación Fitoecogenética.
JARDINES
La Hacienda está rodeada de majestuosos jardines que ocupan cerca de 16 hectáreas y que han sido embellecidos con especies boscosas nativas e introducidas, algunas de ellas muy raras en el país, como las colecciones de varias especies de araucarias y magnolias, entre otras.
En el lado Este del jardín un lago con evocaciones orientales engalana aún más el verde paisaje en el que trabajaron varios jardineros responsables tanto en el diseño como en el cuidado. Sin embargo, se destaca el trabajo del Sr. Pereira, sub director del Jardín Botánico de Santiago de Chile y del japonés Tanabe.
MAUSOLEO
Un camino bordeado por palmeras de las Islas Canarias, conduce al mausoleo de la familia Patiño, donde reposan los restos de Don Simón, su esposa e hijos, René, Antenor y Graciela.
El mausoleo está edificado en mármol con esculturas de Cavaroc; la capilla culmina con una cúpula redondeada, donde en la parte superior hay una escultura de bronce que evoca a la resurrección de Cristo. Esta obra estuvo a cargo del escultor italiano Piraino, también responsable de la puerta de bronce de ingreso a dicha capilla.
*(Con datos e información de “Historia de Pairumani” / Gonzalo Ávila Lara, Director de la Fundación Patiño).
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