Totora es una provincia de reducido territorio, pero que esto no los engañe, ya que está llena de sorpresas y paisajes maravillosos, antes de dominio de los incas guardianes de esta comarca.
Cada cierto tiempo, la comunidad se organiza para realizar una de las ferias más importantes de la provincia de un solo municipio de San Pedro de Totora, cada 6 de abril los ayllus se reúnen en el extenso campo para observar uno de los deportes más riesgosos.
Riesgoso porque la corrida de toros que se vive en esta parte del territorio es al aire libre, no existen cercas de seguridad, las bestias son gigantescas moles con cuernos puntiagudos y afilados.
Antes de empezar este deporte se elige a dos guías, quienes primero piden permiso a la Pachamama para iniciar la competencia, pero para ver quien ingresa primero con el toro, lanzan una moneda al aire dejando a la suerte su participación.
Ya en el campo de lucha se escucha de lejos el estruendoso gemido de la vestía de cuatro patas quien ingresa lentamente sacudiendo la cabeza y escarbando la tierra, para luego encontrarse con su contrincante, quien debe superarlo en, por así decirlo, la lona, inmediatamente surge la pelea.
Una lucha cuerpo a cuerpo, la comunidad de lejos observa como las cabezas de los sementales chocan provocando sonidos estremecedores, el simple hecho de ver como combaten aumenta la adrenalina, porque sus cuerpos grandes de más de 20 kilos provocan temor, ya que el vencido busca la forma de escapar del circo, e indiscriminadamente atropella a quien se le atraviese.
La emoción de encontrarte en medio de la pelea es indescriptible, lo sé porque estuve ahí, paralizada observando como la bestia corría enfurecida en busca de su oponente, afortunadamente este se desvió como si escuchará mi plegaria para que buscará a su igual.
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