En el país los aimaras celebraron hoy el Año Nuevo 5.520 en la ciudadela precolombina de Tiahuanaco, fiesta que el Gobierno alentó en varias regiones del país, aunque esa supuesta antigüedad sigue siendo objeto de críticas de parte de arqueólogos y antropólogos que la consideran un mito.
El vicepresidente del país, Álvaro García Linera, y su novia, la periodista Claudia Fernández, encabezaron el acto principal para el festejo en Tiahuanaco, ante la ausencia del presidente Evo Morales, de origen aimara, que participa en la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sostenible en Brasil Río+20.
Los primeros rayos del sol atravesaron la puerta del templo de Kalasasaya de Tiahuanaco las 07.14 hora local (11.04 GMT) y fueron recibidos por los aimaras y centenares de turistas con las palmas en alto, momento que marcó la inauguración del Año Nuevo.
Los sacerdotes aimaras hicieron oraciones y ofrendas junto a una fogata levantada en un altar dedicado al "Willka Kuti" o "retorno del sol" en lengua aimara, como llaman también a la fiesta que además inicia el cambio del ciclo agrícola para la siembra en el campo.
García Linera destacó la importancia religiosa de Tiahuanaco para las culturas indígenas del país y de recibir los primeros rayos del sol como la "energía y fuerza para continuar en la lucha en favor de los intereses" del pueblo.
"Cada vez hay más gente que acude a estos lugares para agarrar la energía, agarrar la fuerza que viene del universo, para potenciar el espíritu y emprender las tareas hasta los siguientes meses", apuntó.
Antes de comenzar su discurso en la Conferencia de Río de Janeiro, el presidente Morales aprovechó hoy para destacar la celebración del Inti Raymi (Padre Sol en quechua) y el Willka Kuti y el hecho de que sea festivo en Bolivia, informó el canal estatal.
El Gobierno bautizó la fiesta como "Año Nuevo Andino Amazónico", hace tres años decretó que cada 21 de junio, en coincidencia con el solsticio de invierno, sea festivo nacional y hoy promovió que se celebre en un centenar de lugares considerados "sagrados" del país.
Sin embargo, en las ciudades y en la zona rural de los valles centrales y en el oriente de Bolivia tiene escasa repercusión.
Los 5.520 años de la cultura andina resultan de la creencia de que la civilización prehispánica tiahuanacota tuvo una antigüedad de 5.000 años exactos, a los que se suma los 520 que se cuentan desde 1492, cuando los españoles llegaron a este continente.
Uno de los críticos de esa versión es el arqueólogo y antropólogo boliviano Jedú Sagárnaga, quien desde hace muchos años cuestiona la fiesta porque, según sostiene, no tiene sustento científico, ni histórico y agrega que fue un invento de las agencias de turismo hace 25 o 30 años para llevar visitantes a Tiahuanaco.
"Hace 5.520 años no había calendarios, no había control ni mediciones del tiempo, porque las primeras aldeas en el altiplano aparecieron hace 3.500 años", sostuvo.
Según el investigador, la famosa Puerta del Sol, uno de los principales monumentos de Tiahuanaco, que aparentemente es un calendario, tiene una antigüedad de solo 1.300 años.
"Ellos intentan revitalizar su cultura en base a imaginarios que no coinciden con la realidad", insistió al lamentar además que la fiesta sea en Tiahuanaco, el principal sitio arqueológico del país, al que cada año llegan centenares de personas para bailar y beber alcohol poniendo en riesgo los antiguos monumentos.
A su juicio, el hecho de que algunos pueblos indígenas de otras zonas del país comiencen a incorporar ritos a su cultura vinculados a esta fiesta del "Año Nuevo", refleja una "imposición" o una "imitación" que distorsiona sus tradiciones.
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