Miami-Bahamas
El expectante y afanoso abordaje al barco más grande del mundo, estimula e impacienta el apetito.
Veinte chefs y 222 cocineros de diversas nacionalidades son los encargados de alimentar a los miles de pasajeros del Oasis of de Seas. A ellos se suman centenares de atentos y divertidos camareros llegados también de diversos países, todos con la consigna de complacer a los huéspedes.
También están los quince gerentes de bar, con su ejército de 200 bar-tenders. que en sus brazos, vuelan por pasillos, piscinas, terrazas y restaurantes de la nave, las más coloridas, exóticas e irresistibles bebidas con y sin alcohol.
La primera estación gastronómica es la Sorrento´s Pizzería, con servicio abierto, para recibir a los recién llegados. Con la satisfacción que da el primer bocadillo luego de una ansiosa espera, es momento de descubrir el camarote que nos tienen preparado y cada uno de los 16 pisos de esta monumental embarcación, que navegará durante siete noches y siete días, por el mar Caribe.
Ver y sentir zarpar el imponente barco, desde la cubierta 15, es el acontecimiento del primer día. Internarse en el mar paraliza todo pensamiento para dejar lugar solo al sentimiento novísimo que da el azul infinito y cálido del Caribe.
Llegada la segunda noche, la cena inaugural está tendida en el Opus, el restaurante principal, que ocupa tres niveles del barco. El capitán y todos los tripulantes, son los encargados de dar la bienvenida con un brindis de champagne francés. De la carta cosmopolita, esta noche la elección es salmón con camarones, acompañado por un chianti bianco y, finalmente, un dessert de chocolate negro.
Y en cada cena, una nueva, sorprendente y deleitable oferta, incluida la noche de langostas a la mantequilla, celebrada con un Chardonnay Ferrari. Siempre con las gentiles atenciones de los camareros que aprenden y enseñan idiomas según la nacionalidad de la mesa que atienden.
Ya fuera del ostentoso Opus y de todos los espacios de alimentación y diversión, bares, teatros, salas de exposición de arte, discotecas y tiendas del Oasis of the Seas, está el mar azul, totalmente dispuesto para su plena contemplación y “degustación” de su aroma y sabor salinos traídos por la brisa.
Una exaltación de colores en la infinita unión del mar con el cielo, que también ofrece su propia fiesta según su ánimo, pasando desde una tranquilidad casi inmóvil a una impetuosa tempestad. Un espectáculo que puede ser observado de día y de noche, desde la pista o terraza abierta más grande sobre el mar que tiene solo esta nave.
Otro de los espacios, más apacibles y sorprendentes del Oasis es el Central Park, con su exuberante y exótica vegetación. Y en lo más alto, en la cubierta 15, están las piscinas, los simuladores de surf y un emocionante zip line, junto a la gran variedad de juegos y áreas deportivas con el exclusivo servicio gastrónómico de Solarium Bistró.
El arte, el teatro y los espectáculos al estilo Broadway tienen su parte inolvidable en las glomorosas noches de esta travesía.
WHERE ARE YOU FROM? La pregunta de rigor entre los miles de eventuales habitantes del Oasis of the Seas. Los brasileños, son los pasajeros más numerosos de Latinoamérica y tambien hay una notoria presencia de chinos, canadienses y estadounidenses.
En la primera parada, en la pequeña Isla de St Thomas, de las Islas Vírgenes, Bolivia no pasa desapercibida. En un modesto puesto, donde los turistas hacen un alto para comprar cocos fríos por tres dólares, Where are you from?, pregunta también el “coquero”, Bolivia, la respuesta. ”¡Ah! Evo Morales”, la reacción del vendedor, que causa sorpresa entre los interlocutores al descubrirse algo en común en un lugar tan remoto y en un encuentro tan efímero.
La caravana sigue su paso, para descubrir la atractiva isla y sus brillantes playas, donde es común la oferta de relojes Rolex y diamantes de miles de dólares.
Las próximas paradas, St. Maarten y Nassau, Bahamas, donde está el hotel más famoso del mundo, el Atlantis.
LA NAVE. Este barco de Royal Caribbean International mide 360 metros de eslora y pesa 225.000 toneladas, con 2.706 camarotes, distribuidos en 16 cubiertas, con decenas de ascensores. Imaginar la magnitud del astillero de donde salió esta colosal obra, es ya casi imposible.
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