De viajar en turista, con varios asientos por fila y un espacio reducido, a ir en tu propia suite; llegar y esperar un taxi o tomar una limusina nada más poner pie en tierra firme; alojarse en un buen hotel o en una villa privada para usted y su familia. El turismo de lujo cambia drásticamente el panorama de unas vacaciones tradicionales.
En Internacional Luxury Travel Market explican que el concepto del lujo está volviendo a una atención personalizada, cuidada y no tanto a la exclusividad o la opulencia. Así, para viajar de esta manera se puede gastar tanto como uno llegue a imaginar, pero también se pueden encontrar alternativas más económicas, ya que lo fundamental en los últimos años no es sólo la calidad y exclusividad del alojamiento, sino la experiencia en conjunto.
La práctica puede ser tan exclusiva como disfrutar de la Precordillera salteña en Argentina en una villa con tratamiento de balneario por unos 1.000 dólares la noche en los Patios de Cafayate, o pasar 11 días descubriendo Egipto en un barco por unos 2.000 dólares con la ayuda de Abercrombie & Kent.
Con ayuda, mejor
La gran cantidad de destinos y alternativas existentes hace muy útil, cuando no necesaria, la ayuda de gestores de este tipo de viajes. Empresas como la mencionada Abercrombie & Kent tienen todo tipo de ofertas: desde viajes hechos a medida, personalizados, hasta paquetes de alquileres de villas familiares, viajes en barco' Todo ello repartido por los seis continentes –ya que ofrecen viajes a la Antártida-.
Desde la empresa explican uno de los factores por los que es especialmente interesante gestionar las vacaciones a través de ellos: “Los itinerarios de Abercrombie & Kent incluyen ‘lo que hay que ver’ junto con un acceso privilegiado a gente y experiencias que atrapan la esencia del destino, sitios a los que probablemente no llegarías solo. Los clientes a menudo resaltan que, algo en lo que no tenían especial interés en el itinerario inicial, acabó convirtiéndose en su parte favorita del viaje”.
Así, estas empresas, además de gestionar el viaje en conjunto, ofrecen sus contactos y experiencia en los lugares de destino para conseguir mejores experiencias durante las vacaciones de los clientes.
Guías nativos, conductores o especialistas en arte que acompañan las visitas en los museos, por ejemplo, que contribuyen a que la visita sea lo más completa posible, y con la ventaja de poder despreocuparse: lo dan todo hecho.
Viajar en pareja: las bodegas
En los últimos años, el turismo enológico ha dejado de entenderse como la visita a unas cuantas bodegas, para pasar a ser una experiencia más completa. El vino es el principal interés, pero lo acompañan alojamientos de máxima calidad, balnearios y otras actividades, como el golf o el polo.
Todo con el común denominador de la tranquilidad de estar alejado de la ciudad en un entorno natural, un ambiente perfecto para disfrutar en pareja.
Complejos como el de Marqués de Riscal, en el País Vasco (norte de España), son un referente del cambio. En 2006 finalizaron las obras de construcción de la llamada Ciudad del Vino, que cuenta con un hotel, un balneario y que supuso la reforma de parte de las bodegas, diseñado todo ello por el prestigioso arquitecto norteamericano Frank Gehry.
La experiencia de ir a una bodega ahora cambia radicalmente, porque uno puede descubrir el mundo del vino en estas bodegas mientras está alojado en un hotel de cinco estrellas, que cuenta con dos restaurantes del más alto nivel –uno con una estrella Michelín- y un balneario para satisfacer todas las necesidades imaginables, en especial para los que quieren piscina y sol.
Todo ello acompañado por la tranquilidad propia del campo de la rioja alavesa, por un precio que ronda los 1.200 dólares la noche y con menús por unos 100 dólares.
Otro de los lugares vitivinícolas por excelencia es el Cafayate, en Argentina.
En el hotel Patios de Cafayate podemos disfrutar de una suite por unos 750 dólares la noche, con tratamiento de balneario incluido, visitar las bodegas próximas al complejo y practicar golf o descubrir la provincia de Salta en rutas preparadas.
El placer de viajar
Se puede viajar por trabajo o por placer, para ver a un amigo o para cambiar de ciudad. El viaje no tiene por qué ser un viaje de placer, pero lo que sí puede ser un placer es el trayecto en sí.
La clase “business” ofrece todo tipo de comodidades: butacas especiales, más anchas, reclinables, una atención personalizada, pantallas personales de entretenimiento' Pero Singapore Airlines ha llevado el concepto de viajar cómodamente un paso más allá.
Ofrecen, con un precio superior a los 15.000 dólares de media, la posibilidad de llevar a cabo ciertos trayectos –solamente los operados con los aviones A380- en suites privadas.
Habitaciones con cama, con butacas de diseño italiano cosidas a mano, una pantalla de 23 pulgadas, la mejor comida'
En realidad, un hotel volante, cuyo riesgo puede ser que la experiencia sea tan placentera que la llegada al destino defraude en comparación con el avión en el que se arribó a ese destino (EFE Reportajes).
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