Se encuentra a los pies del Illimani, en la región de Río Abajo, a menos de tres horas de la ciudad.
El Illimani, o como era conocido por los aymaras Illemana (por donde nace el sol), Chapa Punku (Puerta de espuma) o Jilir-Mamani (el hijo mayor), tiene 6.462 metros de altura. El majestuoso Illimani es un volcán; se cree que la última vez que entró en actividad fue en 1869.
En sus faldas se encuentran los valles de Cebollullo y Tahuapalca, donde encontramos la casa del Gran Mariscal de Ingavi, don José D. Ballivián, y el cuartel y la casa del Gran Mariscal de Zepita, don Andrés de Santa Cruz.
Como decía el explorador francés Charles Wiener, “Cebollullo es uno de los puntos más pintorescos del mundo […] Al norte se elevan montañas abruptas, y los paramentos de granito, adornados de musgo, se asemejan a un fondo cubierto de una cortina de terciopelo, para poner mejor de relieve el paisaje que domina el lado sur del Illimani, con una cresta suavemente ondulada y de resplandeciente blancura”.
Fue don Ramón de Roxas y Orueta quien creó el Mayorazgo de Cebollullo, dejándolo de herencia a su nieta Isidora de Segurola y Roxas, quien se casó con Jorge Ballivián y tuvieron varios hijos, entre ellos el que vencería a los peruanos y consolidaría la República de Bolivia, José D. Ballivián.
José D. Ballivián y Segurola nació el 5 de mayo de 1805 en la ciudad de La Paz. Aunque el origen de Ballivián tenía una fuerte conexión con los realistas, desde muy joven demostró su profundo sentimiento de amor a la patria por su gran simpatía con la causa independentista.
La relación entre Ballivián y Santa Cruz fue siempre muy estrecha, desde que Ballivián defendiera la sucesión legítima de Santa Cruz a la Presidencia de Bolivia, momento en el cual el general Pedro Blanco pretendía ocupar ese puesto. A partir de ese hecho, Santa Cruz fue un gran padrino para Ballivián, por lo que no es de extrañar que sus propiedades se encuentren tan cercanas una de la otra y ambas en un valle cerrado y protegido por el cuartel militar, hoy en ruinas, que Santa Cruz mandó construir.
La hacienda de Cebollullo vivió épocas doradas, cuando Ballivián, desde esas habitaciones, hoy en ruinas por el tiempo y la falta de conservación, dirigía los destinos del país.
Entre sus jardines se pasearon grandes figuras de relevancia latinoamericana como el expresidente argentino Bartolomé Mitre, quien aprovechó sus días en la hacienda para escribir la novela Soledad (1847), obra que se inspira en Cebollullo y que es considerada la primera escrita en el país.
Otros de los ilustres visitantes fueron Domingo de Oro y Juan Ramón Muñoz Cabrera, quienes posteriormente, con Mitre, fundaron el diario La Época. En su país, Mitre fundó La Nación, que actualmente continúa en funciones.
Hoy, la región guarda muy poco del brillo de antaño, pero conserva una magia y encanto que la convierten en un lugar único para un paseo dominical. Es de esperar que las autoridades ejecuten acciones para restaurar esta parte de la historia.
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