Toc toc, se escucha a veces llamar a la puerta de madera. Es posible que, al abrirla, no haya nadie fuera. Y como se está al pie del Valle de las Ánimas, hasta podría uno sobresaltarse, al menos un poco. Pero no hay motivo. Suele ser un allkamari usando su pico blanco para recordar a los humanos —que han ido invadiendo más y más sus dominios—, que le gusta el pan y otros alimentos que conquista con su bello y plácido vuelo circular. “Los turistas lo acostumbran”, cuenta Olimpia Alejo, la responsable de mantener la marcha del Boutique Eco-Resort & Spa que se extiende a lo largo y ancho de tres hectáreas en el sur de La Paz. Y que lleva, ese lugar, como no podía ser de otra forma, el nombre de Allkamari.
La obra tiene a Miguel Kavlin y su esposa Carmen Castañeda como propietarios, y es parte de Bolivia Mística, un proyecto de turismo y de servicio para cuerpo y espíritu de quienes se acercan a él.
Al albergue con marca de ave —el allkamari, de la familia de las falcónidas, que en el incario era relacionado con Wiracocha y llamado también Pájaro Inti— se llega en 20 minutos desde la zona Sur. Está justo entre el Cañón de Palca, el Valle de las Ánimas y la laguna homónima.
Una forma de saber que se ha arribado es descubrir, metros antes de hacer el ingreso a Allkamari, una estructura blanca, como el Illimani y el Mururata que se encuentran en el fondo, y que apunta al cielo: una estupa tibetana. Esa estructura, como otras del lugar, como muchos de los servicios y ceremonias, es el resultado, irá explicando Kavlin, de revelaciones, de estados de meditación y de consejos de maestros de diversas espiritualidades.
Como se podrá deducir, el turismo místico tiene en este albergue un destino ideal. Pero también está abierto a los seres más prosaicos, aquellos que buscan solamente un buen paseo, un día o dos de paz, de descanso y de buen comer.
Unas 40 personas pueden alojarse al mismo tiempo en el eco-resort, sea en las habitaciones colectivas, las dobles, la suite matrimonial o la cabaña familiar.
Cada estructura está construida con tierra y paja —a la manera, “aunque mejorada”, de las lak’autas de la provincia Pacajes—, de manera que no se rompe la armonía del lugar cobijado por cerros. El artífice albañil es Laureano Chambi, a quien no pocos visitantes extranjeros, dice él, han tenido la tentación de llevárselo, a ver si con su ayuda pueden reproducir esas casas tan especiales, tan naturales.
La decoración interior marca las diferencias de cabaña a cabaña, de habitación a habitación. Las camas y otros muebles de madera están pintados con alegres colores, como ciertos espacios de los muros. Gilka Wara Libermann o Mamani Mamani han dejado, entre otros artistas, su impronta en paredes y cuadros.
Hay, en el conjunto, un aire rústico. En los dormitorios, acentuado por los cubrecamas que no son sino frazadas tejidas con lana de oveja teñida de colores.
Y las bolsas de los llameros forman cojines para descansar en los solarios. Todo ello armoniza con la comodidad que brindan los edredones de plumón, las modernas baterías de baño, tina, ducha, jacuzzi y hasta el menaje de cocina para la casita de muñecas que parece la cabaña familiar.
El alojado —que dispone de estacionamiento, si va en auto propio— tiene distintas prerrogativas para sacarle provecho al lugar. Por un lado, puede tomar paseos: caminatas, en bicicleta o caballo. Dos rutas de mediodía son las que llevan a internarse en el cañón de Palca o en tres comunidades más hacia el sur. Mucho más tiempo y ganas de andar hay que tener para trepar a las formaciones de tierra cuasi espectrales bautizadas como de las Ánimas.
El agotamiento que sobreviene a tales incursiones no tiene por qué preocupar. Allkamari dispone de servicios de hidromasaje y sauna, en una cabaña expresamente pensada para ello, además de masajes en el solario de la habitación elegida por el huésped. Se puede asimismo participar de sesiones de yoga y meditación, solicitar alguna otra terapia de sanación y hasta de cosmetología.
Si la búsqueda es de algo más que descanso, ahí están las ceremonias diversas que Kavlin y otros maestros dirigen los fines de semana: andinas, amazónicas, de antiguos pueblos norteamericanos, budistas, tibetanas... Hay un diálogo que, lo explica Miguel Kavlin, resulta de recuperar los rituales potentes de las culturas del mundo, sin discriminaciones, sin las ideas de que una religión es la que tiene la razón. El objetivo es que “cada quien encuentre la forma de romper las cadenas de sufrimiento, de dolor, de lujuria, de ignorancia que le aquejen”. El resultado, “una liberación” de mente y cuerpo.
Para el 21 de diciembre, solsticio de verano, se prevé una gran ceremonia: la danza del Sol y de la Luna.
En Allkamari se han celebrado ya bodas y reuniones institucionales o de trabajo. Sobre esto último, Miguel Kavlin hace énfasis en el lema del eco-resort: “Relájate, conéctate, inspírate para vivir bien y servir mejor”.
En potencia, el sitio bien puede servir a muchos otros propósitos: petición de mano, cena de enamorados, aniversario de bodas o simple vacación individual o grupal. También se puede llegar hasta Allkamari para un almuerzo en medio de un paseo. Hay un menú gourmet, vegetariano, fondue, luz de velas.
Por algo será que el guitarrista Piraí Vaca no sólo que ofreció un concierto y cenó con quienes reservaron su lugar para una velada estrellada en septiembre reciente, sino que él decidió trasladarse aquí para grabar un disco hace dos semanas.
Una mezcla de raíces
Miguel Kavlin tiene la apariencia de un gringo. Su ascendencia judía, rusa y polaca está marcada en la piel blanca y los ojos verdes, supeditado todo a una luenga barba ya canosa. Pero es paceño, con largos años de vida en EEUU. Estudió Economía, pero los estudios de posgrado le llevaron a conocer otras sendas que hoy aprovecha en lo que él llama vocación de servir. Le acompaña en tal misión su esposa, la salvadoreña Carmen.
De la obra de la pareja, Bolivia Mística, es parte también Casa Luna, el centro de terapias alternativas que se halla en la calle 5 de Koani (zona Sur de La Paz). Éste es el punto de referencia para llegar a Allkamari, aunque también hay una activa comunicación por facebook e internet.
La mejor invitación, sin embargo, la hace el allkamari. Cómo perderse ese toc toc del compañero del dios Sol.
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