El Laberinto de los Gigantes y el Mirador de los Cóndores son dos lugares para la aventura en Torotoro, de hecho muy poco exploradas. Sus formas caprichosas ofrecen más de lo necesario para una actividad física extrema. Ambos representan un viaje hacia lo desconocido donde el principal elemento es la imaginación.
En la comunidad Yanjuma, a 20 kilómetros del pueblo de Torotoro, está el Laberinto de los Gigantes, rodeado de inmensas rocas de diferentes tamaños y formas estrambóticas.
Si uno observa detenidamente las piedras, puede apreciar la forma de diferentes animales como víboras, elefantes o aves. Todo depende de la imaginación.
El Laberinto de los Gigantes no es oscuro como las cavernas habituales y las inmensas rocas que lo rodean ofrecen una aventura inigualable, porque los espacios entre cada piedra son amplios, por tanto, uno tiene que saltar o brincar para avanzar. Incluso, si es necesario, se debe arrastrar.
En algunos sectores, el camino es tan reducido que es necesario arrinconarse a la pared y sujetarse de las piedras o ramas para llegar al otro extremo, caso contrario existe el riesgo de una caída mortal.
La exploración dura menos de una hora por lo que uno llega a la salida agotado. Pero la aventura no termina ahí, ya que para retornar se debe caminar por otra ruta fuera del laberinto donde nuevamente se atraviesa por otros obstáculos. Es una dificultosa caminata que puede demorar otra hora, dependiendo las pausas que realice el caminante para descansar.
En ese andar, uno también se encuentra con inmensas rocas que pintan un paisaje cautivador con flores y plantas nativas de por medio. Si se observa con detenimiento, se puede descubrir a unas vizcachas y algunas cabras de monte.
Hay rocas inmensas que debido al tiempo han adquirido curiosas y caprichosas formas o similitudes como el caparazón de una tortuga o la cúpula de un templo. Estas impresionantes figuras están a la salida del Laberinto de los Gigantes.
Esta magnífica expedición está fuera de los límites del Parque, pero no por eso deja de ofrecer todo el riesgo y diversión que busca cualquier turista aventurero.
HUELLAS Y CÓNDORES
Las huellas de dinosaurios estampadas en las rocas y los fósiles de especies marinas pueden transportar al turista a la era cuando estos animales carnívoros y herbívoros dominaban la tierra. Lo único que quedó de esos gigantescos animales son sus huellas dispersas e impresas en diferentes comunidades de Torotoro. Una de ellas está en Cuchu Rodeo, situada dentro del Parque Nacional Torotoro. En esta misma comunidad se puede apreciar El Mirador de los Cóndores, un cerro de más de 800 metros de altura.
Para llegar a ese lugar se demora entre 20 a 30 minutos hasta donde acaba la ruta en vehículo. Después, se inicia una caminata de aproximadamente una hora hacia el lado este de Torotoro.
Para apreciar la belleza del sitio se debe atravesar por las huellas y fósiles de dinosaurios, las inmensas montañas ondeadas, alfombras de piedras que parecen resbalines.
Después de la larga y cansadora caminata en ascenso, se llega al Mirador de los Cóndores, donde se puede sentir una brisa impetuosa y un paisaje impresionante.
El guía Mario Jaldín explica que el cerro fue bautizado con ese nombre porque desde esa altura, en especial en las madrugadas, se puede observar a los cóndores volando en busca de comida.
Piedras en forma de animales
paisaje El pueblo de Torotoro está rodeo de inmensas rocas y algunas tienen forma de animales. En la salida del Laberinto de los Gigantes hay una piedra, que tiene la forma de un águila con cuerpo de humano, otra se parece a la cúpula de un templo y al caparazón de una gigante tortuga.
Majestuosos cóndores en Cañón
vuelo Para los habitantes de Torotoro es habitual observar el vuelo de los cóndores, águilas, buitres, parabas y otras especies. Estas aves generalmente vuelan en el Cañón de Torotoro y el Mirador de los Cóndores.
La paraba de frente roja es una especie en extinción.
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