Después de 80 kilómetros rodando sobre la carretera a Samaipata y de superar otros nueve de camino angosto de tierra, piedras y barrancos de subida y de bajada, se descubre un lugar cubierto de nubes que llegan hasta el suelo. Más al fondo, se avisora una hilera de serranías con forma de volcanes que rodean una casita blanca de techo de teja colonial, características que le dieron el nombre al lugar: El refugio los volcanes. Hasta ese pedazo de tierra llegan turistas amantes del trekking (senderismo) que con beneplácito abandonan vagonetas y jeeps 4x4 para hacer los últimos cinco kilómetros a pie, admirando la naturaleza y observando la flora y la fauna.
Como dice Vicente Calderón, que conoce este lugar desde hace 20 años: “Con buena suerte nos vamos a topar con urracas, loros, pájaros carpinteros...y con mala suerte víboras y hasta pumas”.
Estar ahí es parte del turismo de aventura, pero con cómodas instalaciones que pueden albergar a 12 personas, donde también se come muy rico y sano porque la cocinera del lugar fue capacitada en gastronomía.
Precisamente unos pocos metros más allá del comedor hay tres cataratas y otras dos caminando un trecho más adelante, todas plagadas de rocas gigantes y agua cristalina. Las cinco en total son, después de los volcanes, otras de las maravillas que ofrece este sitio escondido. La más grande de ellas tiene 15 metros de caída y cuatro de profundidad y es toda una tentación bajo el sol. “La última caída de agua está más arriba, pero a esa hay que ir en pareja”, bromea Vicente, que pisa seguro entre las piedras del río, dando la impresión de que podría hacerlo incluso con los ojos cerrados.
Exagerando un poco, el amante del trekking puede sentirse como Indiana Jones en alguna de sus películas, haciéndose camino entre árboles de cuyas ramas cuelgan nidos de pájaros y entre bambúes y piedras gigantescas que son mojadas por las aguas cristalinas del río Elvira.
Una vez allí hay varios senderos para disfrutar como el del cóndor, del loro, del cafetal, del sirari o el circuito de las orquídeas en septiembre y octubre.
Turismo de lujo
La operadora Forest Tour se acopló a la ‘revolución verde’ (forestbolivia.com) y es quien permite acceder al turista hasta El refugio los volcanes donde se cobra $us 85 por persona por dos días y una noche que incluyen alimentación, transporte interno, alojamiento y caminatas por la zona.
Pero esta no es la única opción, también está el Ecoalbergue Volcanes ubicado en medio de la serranía a una altura de 960 msnm. Allí hay servicio de alimentación, guías y alojamiento, en carpas o cabañas. Toda su infraestructura fue construida con materiales de la misma zona, y no contrastan con el entorno natural.
Su propuesta comienza desde la carretera antigua a Cochabamba en la localidad de Bermejo, donde aguardan los guías que llevan a los turistas y su equipaje con ayuda de animales de carga, en un recorrido de 6 km hasta el Ecoalbergue. Los responsables y dueños son los mismos comunarios. La noche tiene un costo de Bs 500 por persona y cuando el grupo sobrepasa de seis el costo se reduce a Bs 250 por cada uno (ecoturismo@probioma.org.bo).
Por último, detrás del parque Amboró, a orillas de la laguna Volcán está el hotel cinco estrellas del mismo nombre con campo de golf, 12 habitaciones, cabañas y piscina que ofrece paseos en bicicleta y a caballo, además de caminatas. La suite más cara cuesta $us 185 para dos adultos y dos niños por noche (ecolagunavolcan.com). Las tres propuestas son una invitación para el trekking, la observación de aves y de la naturaleza, que el cuerpo y la mente van a agradecer.
Un lugar para observar aves
Los estudiosos llegan para quedarse cinco días como mínimo. Se levantan a las cinco de la mañana para internarse entre la naturaleza y observan pacientes a las aves que fotografían y clasifican.
Hábitat natural de 200 especies de aves
A El refugio los volcanes muchos llegan para observar las aves; famosos ornitólogos han registrado más de 200 especies, entre ellas el guajojó, paraba frente roja y paraba militar. En la foto una madre guajojó con su cría sobre un tronco de árbol con el que su plumaje se mimetiza a la perfección, al punto de que cuesta distinguirlos por separado.
Par de guajojós o nyctibius griseus
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