Tras recorrer todos los puntos de trabajo y las comunidades involucradas en el Proyecto Múltiple Misicuni, autoridades de Turismo de la Gobernación de Cochabamba lanzaron ayer la represa, planta hidroeléctrica y comunidades campesinas como uno de los principales atractivos turísticos de Cochabamba, durante la V Feria de la Trucha, Papa Cultural y Turística de Misicuni.
Según informó Jaime Choque, jefe de Comunicación de la Gobernación, en el POA de este año se han dispuesto 7 millones de bolivianos para desarrollar varios proyectos.
Uno de ellos es una especie de alojamiento que se quiere construir en la zona alta y donde los turistas puedan pernoctar.
Dentro de esta política, también se tiene previsto mejorar, con el empedrado, los caminos de acceso a la represa y promocionar la pesca deportiva como otro atractivo turístico.
Por otra parte, en la feria de ayer, donde hubo una masiva concurrencia y participaron unos 30 expositores —exclusivamente de la zona— de platos de trucha, además de productores de papa que lograron vender en su integridad su cocecha, participaron también tres grupos de música autóctona caracterizados por sus vestimentas típicas así como por sus instrumentos musicales.
Entre las actividades turísticas realizadas ayer, los asistentes pudieron recorrer —en buses dispuestos por la Alcaldía de Quillacollo— la presa grande, el túnel y el pueblo de Misicuni.
En el recorrido, los ingenieros del proyecto mostraron a los turistas locales la magnitud de la represa y cómo la misma ya alimenta de agua a Cochabamba.
También pudieron visitar el nuevo cementerio, así como la iglesia y las comunidades que han abandonado las partes bajas del pueblo y construyen casas modernas en las zonas altas.
Choque destacó el avance que ha tenido Misicuni en los últimos años, y dijo que el pueblo cuenta con todos los servicios básicos de agua potable, alcantarillado y luz eléctrica, aspectos que facilitarán notablemente el trabajo de promoción de Misicuni como atractivo turístico.
También resaltó la situación de la iglesia del pueblo, cuyos santos, joyas y demás íconos los pobladores aún no se animan a trasladar a la parte alta por miedo a posibles castigos y que analizan, tanto con la Iglesia Católica como con las autoridades y los comunarios, el modo en que dichos objetos serán reubicados.
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