Más allá de las magnas infraestructuras que componen el panorama paceño, existen formaciones naturales de belleza exuberante que poseen el don de atraer a turistas propios y extraños, los 365 días del año.
A 15 kilómetros del centro de La Paz (hacia el barrio Mallasa) está el “Valle de la Luna”, un espacio copado de formaciones pétreas que fueron esculpidas a lo largo del tiempo por las erosiones del suelo.
Pese a que el “Valle de la Luna” tiene un único componente: rocas, su singularidad radica en la forma de las mismas ya que juntas se asemejan a un paisaje lunar.
TURISMO CON ALTURA Otro Valle relevante es el de las “Ánimas”, una zona que garantiza un espectáculo visual para el turista porque está situada a más de 4 mil metros sobre el nivel mar.
Desde el lugar, ubicado a 20 kilómetros de la ciudad (en dirección al municipio de Palca), las personas pueden observar el nevado de Illimani y la hoyada citadina de La Paz.
LUGARES QUE COBRAN VIDA De entre el cúmulo de paisajes turísticos que engalanan La Paz, destacan aquellos que cobran vida gracias a los trascendentales mitos que giran en torno a ellos, tal es el caso de la Muela del Diablo.
Tras una campal batalla entre ángeles y demonios, un arcángel golpeó a un diablo en la cara provocándole la pérdida de su muela. La misma cayó entre las serranías de la zona sur, cerca de los barrios de Calacoto, Aunquisamaña, Los Pinos, Mallasa y Mallasilla.
La tradición oral detalla el origen de la colina roja denominada -por su color y forma- La Muela del Diablo.
Sin duda cada una de las zonas detalladas son un referente turístico dentro el suelo paceño.
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