La Casa de la Libertad, escenario fundamental de diferentes acontecimientos en la historia de Bolivia, será escenario, este próximo 6 de agosto, de una celebración opacada por la decisión del actual Gobierno de realizar sesiones itinerantes anuales en alguno de los nueve departamentos del país.
La primera sede de Congreso Nacional, reconocida como el Primer Monumento Histórico del país, acogerá este año, por sexta vez, solamente actos secundarios protagonizados por autoridades locales de Sucre y departamentales de Chuquisaca que anunciaron un programa formal para recordar el 188 aniversario de la Fundación de la República.
Esta antigua casona, que fue confiscada a la Iglesia para reunir al Primer Congreso Constituyente de 1825, fue utilizada como sede Legislativa durante varias décadas hasta la Revolución Federal de 1899 que derivó en el traslado de los poderes Legislativo y Ejecutivo a la ciudad de La Paz.
Aunque también diversos congresos sesionaron en otras ciudades del país, el hecho de conservar hasta hoy los muebles y símbolos originales en los que se reunieron los primeros gobernantes de Bolivia le otorga a esta sede un carácter histórico trascendental, acaso único.
Según los archivos históricos, distintas leyes ratificaron el carácter de Capital de la ciudad de Sucre, como la promulgada el 12 de julio de 1839 por el presidente José Miguel de Velasco, o aquella que también sancionaría la Convención Nacional del 18 de junio de 1843 firmada por el general José Ballivián.
A partir de la Revolución Federal de fines del Siglo XIX, estas normas quedaron archivadas y no fue sino hasta el 6 de agosto de 1983, durante el segundo gobierno de Hernán Siles Suazo, que el Congreso volvió a reunirse en la capital del país tal como señala la Constitución.
La llegada del Congreso a Sucre, coincidiendo con el retorno de la Democracia al país, se convirtió en un acontecimiento político, social y también económico para la deprimida Capital de la República, que vivió en esa época una especie de florecimiento de sus antiguas glorias republicanas.
Desde entonces, la apertura de las sesiones legislativas en la Capital cada 6 de agosto se fueron convirtiendo en un evento tradicional, y sólo se interrumpían cuando en ocasiones de las transmisiones de mando de Gobierno organizadas cada cuatro años en La Paz.
Pero la ratificación de la importancia de estos actos no estuvo libre de polémica, pues la disputa política y regional se hizo presente cada cierto tiempo.
En 1995, durante el primer periodo presidencial de Gonzalo Sánchez de Lozada, una propuesta del diputado sucrense Jaime Ponce Caballero generó un debate, primero en Chuquisaca, y después en todo el país, respecto al retorno del Parlamento a Sucre a partir de lo establecido en el artículo 46 de la Carta Magna.
Ese año, la demanda regional generó reacciones a favor y en contra de autoridades y representantes nacionales. Mientras comités cívicos de Cochabamba, Potosí y Tarija respaldaron la propuesta de Chuquisaca de trasladar el Poder Legislativo a su sede oficial, Sucre, fue el mismo presidente Sánchez de Lozada quien la calificó de inviable.
El 6 de agosto de 2001 se produjo otro hecho que volvió a resaltar la importancia de la Casa de la Libertad en la historia nacional. El entonces presidente Hugo Banzer Suárez presentó su último informe al país antes de renunciar, por razones de salud, y entregar el mando al vicepresidente, Jorge Quiroga.
La Casa de la Libertad volvió esa vez a ser escenario de una ceremonia de estas características después de 105 años de que las transmisiones de mando se desarrollaran en la ciudad de La Paz.
Antes de Quiroga, Severo Fernández Alonso fue el último en asumir la Presidencia de la República en la ciudad de Sucre, en 1896, tres años antes del traslado de los poderes Ejecutivo y Legislativo a La Paz.
Cuatro años más tarde, en 2004, Eduardo Rodríguez Veltzé juraba en la misma Casa de la Libertad como presidente tras la renuncia de débil gobierno de Carlos Mesa. Previamente, los titulares del Senado, Hormando Vaca Díez; y de Diputados, Mario Cossío, habían resignado su derecho ante la ola de protestas encabezadas por el Movimiento al Socialismo.
La celebración en Sucre de la Asamblea Constituyente, entre 2006 y 2007, provocó una profunda división política en el país que instaló a la Capital del país en el epicentro de esas divergencias.
En 2007, y en medio del auge del pedido de retorno de los poderes Legislativo y Ejecutivo a Sucre, el presidente Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García Linera fueron objeto de una sonora rechifla en la plaza principal, hecho que provocó una animosidad política de ambas autoridades hacia la población capitalina.
Al año siguiente, 2008, el Gobierno decidió organizar los actos de la Celebración Patria en otros departamentos del país, amparado en la facultad que concede la Constitución al Presidente de la Asamblea Legislativa para convocar las sesiones en otros lugares ajenos a la Capital Constitucional.
La celebración de los actos centrales del 6 de agosto en Sucre, aparte de cumplir un mandato de la Constitución, le otorgaban a la capital, aunque sea por pocos días, un importante movimiento económico que hoy ha desaparecido en esta época.
Hoteles, restaurantes, comercios y los mismos medios de comunicación locales percibían los beneficios de un flujo importante de gastos que se traducía en un ingreso "extra" en el mes de agosto.
Para el diputado opositor chuquisaqueño, Juan Luis Gantier, el hecho de convocar a sesiones parlamentarias en lugares ajenos a la Capital es un acto que "viola" la actual Constitución.
Gantier sostiene que detrás de la formalidad de convertir en itinerante la apertura de sesiones del Congreso, "para el MAS, la República no tiene ninguna importancia, y por tanto, todos sus símbolos quedaron relegados".
"Es una constitución que se hizo por la fuerza y que se la viola todo el tiempo", dijo Gantier, quien calificó como "preocupante" el hecho de que las cámaras comiencen sus sesiones en lugares ajenos a lo que establece la Carta Magna. "Ellos, han convertido la excepción en una regla", agrega.
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