Una fascinante aureola de misterio envuelve a la capital de Escocia. Pasear por Edimburgo tiene un encanto especial, porque es como hacerlo por las páginas de un libro lleno de leyendas ocultas, que han atravesado el tiempo para llegar hasta nuestros días por parte de la voz de los guías turísticos, que encabezan las variadas rutas por los cementerios de la ciudad tanto de día como de noche.
Las fábulas populares destacan que María Estuardo vivió aquí arrastrando con ella intrigas y crímenes de amor jamás resueltos. En la Edad Media, miles de sospechosos de brujería fueron quemados en sus calles o ejecutados en las plazas de la ciudad y dicen que todavía hoy el eco de sus voces resuena como un demoledor lamento en el viejo distrito al caer la noche.
Y es que Edimburgo está dividida en dos zonas principales: “Old Town”, el casco antiguo, donde se puede descubrir la esencia de la Escocia más profunda, y “New Town”, la urbe moderna llena de “pubs”, discotecas y tiendas de moda. Pues la ciudad no es sólo tierra de fantasmas y leyendas, también es conocida por sus festivales de música, museos y exquisitas cafeterías como la famosa The Elephant House, donde J.K. Rowling se inspiraba para escribir sus novelas.
A los pies del castillo
Decidida a preservar sus mitos y pasiones, la ciudad recibe al turista con una imagen de su imponente castillo que se alza en lo alto y preside el paisaje. El conjunto palaciego, ubicado en la zona vieja, resulta imprescindible para entender la historia de la capital y de la propia Escocia. Un montículo de origen volcánico soporta el peso de toda la estructura de piedra maciza, que a lo largo del tiempo ha servido como residencia real y fortaleza militar.
Desde el mirador de la “Batería de Argyle”, dentro de las murallas del propio castillo medieval, se disfrutan unas vistas panorámicas de toda la ciudad. Los cañones todavía se disponen tras la fortificación, como si se encontraran a la espera para disparar. Desde allí, en primer plano, se divisan los verdes jardines de Princess Street, la calle más comercial de Edimburgo, seguidos del Monumento a Escocia, el grandioso edificio del Hotel Balmoral y, más al fondo, la colina de Calton Hill, en la que destacan unas construcciones por las que Edimburgo también es conocida como La Atenas del Norte.
Al son de las gaitas
Al Castillo de Edimburgo se accede por la Royal Mile, la calle más famosa de la ciudad que conecta también en su otra punta con el otro palacio, Holyroodhouse. Toda ella se comunica con decenas de “closes” (callejones) y “courts” (patios), en los que el visitante puede deleitarse con el gusto medieval de la ciudad.
High Street es la parte más conocida de la “Royal Mile”. Allí, es habitual escuchar el sonido melódico de varias gaitas que acompañan a los transeúntes en su travesía. Esta parte de la calle también está inundada de pequeños comercios con souvenirs donde se puede adquirir whisky, pastas escocesas e incluso un “kilt”, la famosa falda que visten los hombres del país en ocasiones especiales.
No hay que olvidar explorar los callejones adyacentes, en los cuales con un poco de suerte encontrará La fuente de las Brujas, un manantial de bronce conmemorativo de las 4.000 personas que fueron ejecutadas entre 1479 y 1722, sospechosas de practicar brujería.
La marcha escocesa
En la parte vieja, también hay una famosa zona de fiesta que se extiende a lo largo de toda la calle de Cowgate. Numerosos “pubs” y discotecas amenizan las frías noches no sólo de los escoceses, sino también de los turistas. En estos bares, lo habitual es encontrar gente de diversos rincones del mundo que se unen a los oriundos y comparten sus costumbres con una pinta de cerveza o vasos de un gran whisky. Y es que el alcohol no falta en “Cowgate” desde que empieza la fiesta hasta la madrugada.
Del mismo modo, para templar el cuerpo tampoco hay que olvidarse de los “Haggis”, el plato nacional escocés. A la hora de degustarlo es mejor no preguntar por sus ingredientes. Compuesto por una prometedora mezcla de hígado y corazón de oveja, así como de avena y cebollas, recuerda en su sabor, aunque algo más intenso, a la morcilla española.
Los espectros
Llena de cementerios, en Edimburgo se pueden disfrutar de los conocidos “Ghost Tours”, unas rutas de fantasmas, explicadas en varios idiomas, con las que se puede recorrer algunos de los rincones más sombríos y espeluznantes de la ciudad.
Con ellas, visitará las entrañas de Edimburgo para descubrir las infames historias acaecidas entre los siglos XVIII y XIX. En los cementerios encontrará las tumbas de grandes personajes sobre los que recaen espantosas leyendas y si no le asusta nada también puede adentrarse en las catacumbas, donde, según cuentan, sigue existiendo una gran actividad paranormal.
Música en verano
Pero la capital de las tierras más altas del Reino Unido también es cuna del arte y la música. Edimburgo cuenta con uno de los festivales musicales más famosos del mundo, el Festival Internacional de verano. Una cita que año tras año congrega durante todo agosto a numerosos turistas internacionales en la urbe escocesa.
Tres semanas regocijantes con lo mejor de la ópera, música, teatro y baile esperan al visitante. Un semillero de excelencia artística que, según el diario escocés The Scotsman, se erige como el “buque insignia del país”.
Este año el festival está inspirado por las relaciones entre los artistas y sus innovaciones con tecnologías contemporáneas, desde hace 500 años hasta hoy, en todas sus formas artísticas, tanto clásicas como contemporáneas, a pequeña y gran escala. Todo un hervidero de arte que, sin duda, suma turistas a la que es la segunda ciudad más visitada del Reino Unido. (EFE Reportajes)
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