Enclave de ensueño, en la vertiente de una pequeña y escarpada montaña llamada Cabeço de Monsanto (Mons Sanctus), a unos 120 kilómetros al noreste de Lisboa, se ubica la localidad de Monsanto.
Por espacio de quién sabe cuántos miles o cientos de años en esa zona, el ser humano ha ido construyendo sus viviendas a la sombra e incluso en medio de grandes rocas, que le dan un toque especial y que seguro permiten combatir las temperaturas extremas que se producen, sobre todo en verano (más de 44 grados centígrados), en un pueblo de tradición templaria.
La ruta de “los Barrocais”, marcada en el interior de la población, permite recorrer calles estrechas de piedra, y admirar “casas de granito”, hasta llegar a la cumbre dominada por los restos de lo que fue, en tiempos, una fortaleza defensiva de los templarios, también conocidos como la Orden del Temple.
Pero antes de llegar a este punto elevado conviene detenerse un instante para observar la Torre del Reloj o de Lucano, en cuya punta se encuentra una reproducción del “gallo de plata” obtenido como premio por ser “el pueblo más portugués de Portugal”, concurso que se celebró en una única edición en 1938 y que valoró la limpieza, el paisaje y la gastronomía del lugar, entre otros aspectos.
Además de callejear y sorprenderse por la integración de piedra y vivienda, Monsanto cuenta con varias capillas como la de San Pedro, construida en el siglo XIII; la de San Antonio, del siglo XVI; o la iglesia de la Misericordia, de base románica, que ha sufrido numerosas modificaciones a lo largo del tiempo.
Un castillo
Otra de las obras que merece la atención del visitante es su castillo, que cuenta con dos puertas, la de la Traición y la Principal, situada esta última cerca de la Casa de la Guardia.
Una leyenda acompaña a esta fortaleza templaria que es celebrada como fiesta en mayo: la de “la Santa Cruz”.
El pueblo estaba cercado y sus defensores a punto de claudicar por falta de alimentos, cuando a uno de ellos se le ocurrió la idea de hacer rodar cuesta abajo -hacia las tropas enemigas que asediaban el castillo- una ternera rellena de trigo, prácticamente lo último que quedaba.
Este acto desesperado motivó a aquellos que asediaban el lugar, para rendir por hambre a sus defensores, entendieran que si los pobladores que estaban aislados enviaban ese manjar, no lograrían doblegarlos por falta de provisiones, supusieron que en el castillo debía de haber víveres más que suficientes, por lo que se retiraron de Monsanto.
En los alrededores
Pero la localidad no es sino la punta del iceberg de lo que se puede encontrar en un radio de acción de 20 kilómetros.
Muy cerca se encuentra otro lugar de gran interés, tanto arquitectónico como natural: Penha García, que es la suma de una población pintoresca con otra maravilla como el Parque Icnológico donde, en un recorrido de dos a tres kilómetros, es muy posible ver fósiles de trilobites y aproximarse a los antiguos molinos que convertían el trigo en harina gracias a la energía del agua.
También corona la población otro castillo templario que recuerda que en esta zona, conocida como región de IdanhaDiana-a Velha, tuvieron lugar diversas “guerras de la fe”.
Romanos, visigodos, árabes, cristianos, portugueses contra españoles' Conflictos de diferentes pueblos que han dejado sus vestigios y recuerdos esparcidos por la comarca.
Y para recuperarse del paseo turístico, nada mejor que relajarse en el balneario de Termas de Monfortinho, donde se puede recibir un tratamiento especializado, según sus necesidades. Junto a las instalaciones del “agua”, dos buenos hoteles permiten acceder a un alojamiento “bueno, bonito y barato”.
Además de ser un conjunto insospechado próximo a la frontera entre España y Portugal, lo mejor es la escasa distancia a que se encuentra de las principales ciudades españolas extremeñas o de tierras salmantinas, y como una mayor referencia, Madrid está a tres horas (EFE Reportajes).
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