Durante más de 500 años, Tiwanaku fue el centro articulador de la vida en los Andes. Durante este tiempo, la gente que se desplazaba desde y hacia esa ciudad transportaba diferentes productos como alimentos, cerámica, tejidos, minerales y materiales de construcción, entre otros.
Antes de que Tiwanaku se convirtiera en un centro urbano, la capital andina mantenía una estrecha relación con Khonko Wankane, una población que era su colonia, pero durante la fase urbana (entre 500 y 1150 d C) se formó un sistema binario con la localidad de Lukurmata. Esto pasó porque a medida que Tiwanaku crecía se orientó hacia el lago Titicaca y el Desaguadero, explica el arqueólogo estadounidenses John Wayne Janusek. “La estrategia de Tiwanaku fue enfocarse al eje acuático”, afirma.
En Lukurmata, que era la segunda ciudad de Tiwanaku en su fase urbana, Janusek encontró un “barrio” donde hacían zampoñas de huesos de llama agrupados según el tamaño. Janusek afirma que eran instrumentos, porque los diferentes huesos presentan cortes muy finos que son un indicio de que los estaban afinando.
Asimismo, existía unos incipientes comerciantes que transportaban artículos como tejidos entre la región de Atacama, Tiwanaku y Cochabamba. Janisek encontró en una cueva cerca de Pulacayo una tumba de uno de estos comerciantes de aquella remota época. En el sitio, además de los restos de cinco individuos, se hallaron tejidos de estilo tiwanakota, de Cochabamba y de Atacama. “Es claro que eran comerciantes o tratantes”, dice Janusek.
Por estudios isotópicos en los huesos, se ha determinado que estos individuos eran de la región del lago Poopó, ubicado al sur; pero a pesar de ello estaban vestidos según el estilo tiwanakota.
Para desplazarse entre las regiones, había que tomar recaudos sobre todo orientados a preservar la seguridad. Eso es lo que dice el hecho de que uno de los restos corresponde a una especie de soldado o guardia, el cual “tenía sus flechas”, dice Janusek. Esto lleva a pensar que en aquella época había piratería y violencia en los caminos.
El centro de todo
“Tiwanaku era el centro de todo”, dice Janusek; lo cual implica que la atracción de la urbe no sólo estaba relacionada con lo ritual y lo ceremonial, sino también con actividades de intercambio.
En los entierros de Putuni, que era una zona de élite y estaba cerca a los monumentos, se encontraron adornos de oro, de metales y mucha ornamentación para el cuerpo como cuentas de collar y lapislázuli. Algo raro en Putuni fue el hallazgo de un tubo de plomo, del cual no se sabe para que servía. Janusek afirma que el plomo probablemente venía de Kimsachata.
Cerca a los monumentos, la cerámica es claramente tiwanakota, pero a medida que uno se mueve hacía fuera de la ciudad se encuentran cosas exóticas. Por ejemplo, en Chiji Jawira, otra zona más “popular” de la urbe, se encuentran objetos con una clara referencia a la zona de Cochabamba.
La relación con el actual valle cochabambino difería de la que se tenía con otras ciudades. Por ejemplo, en Moquegua, un poblado que hoy está en territorio peruano, todo “parece Tiwanaku”, lo cual es un indicio de que se trataba de una colonia tiwanakota, donde habitaba gente enviada de la urbe, que tenía la función de cosechar maíz y hacer chicha.
En cuanto a la alimentación, los habitantes tenían acceso a todos los productos del altiplano, como la papa y la oca, entre otros; pero también de los valles, como el maíz y la fruta. Obviamente consumían chicha en abundancia, la cual se almacenaba en vasijas que han sido encontradas por los arqueólogos.
Así, los alimentos podían proceder de los satélites o colonias de Tiwanaku como Moquegua, donde se encontraron grandes depósitos de maíz y otros productos. Del lago Titicaca, los tiwanakotas se proveían de pescado, totora y algas, que se utilizaban como alimento para las llamas.
La presencia tiwanakota también se aprecia en Huari, donde, según Janusek, los tiwanakotas buscaban minerales. El especialista dice que buscaban cinabrio “que es una oxidación de hierro de color roja”, que usaban como tinte. “En los entierros se encuentran objetos rojos”, cuyo color se debe a este elemento. Asimismo, de la región de Oruro traían obsidiana que empleaban para hacer flechas, cucharas, etc. El oro que utilizaban, dice el especialista, probablemente procedía de Yungas, pero todavía falta comprobar aquello. También utilizaban basalto y andesita.
Así, los tiwanakotas estaban en toda la cuenca del lago Titicaca, por ejemplo cerca de Escoma, en el sitio que se llama Titimani, justo al lado de un río que baja de la cordillera, que es un acceso a Yungas. Santiago de Huata es otro lugar donde hay vestigios tiwanakotas.
La influencia al norte llegaba hasta un lugar que se llama La Raya, cerca de Azurduy. En estos lugares se encuentran los últimos rastros de Tiwanaku, dice Janusek. En este sitio los tiwanakotas y los de Huari interactuaban y más al norte todo corresponde con la cultura Huari.
Pero los tiwanakotas y los de huari también convivieron por 200 años en Moquegua en el actual Perú. “A un lado (de Moquegua) todo es Huari y al otro todo es Tiwanaku”, dice Janusek.
Sin embargo, en la parte Huari, justo al medio, Janusek encontró una especie de templete tiwanakota con todos sus elementos. “Es muy complicado saber por qué”, dice.
Lámparas
Pero Janusek habla de un elemento que sólo se ve en Tiwanaku y es un indicio de los privilegios a los que accedían los habitantes de la urbe, quienes tenían formas de darse calor y luz. En todo Tiwanaku se encuentran los llamados “sahumadores”, dice el arqueólogo.
Estos “sahumadores” eran una especie de lámparas alimentadas de grasa. Estas lámparas estaban construidas de tal forma que se las podía colocar sobre la paja y ésta no se quemaba.
Janusek no cree que los sahumadores hayan tenido un uso ritual como se afirma, porque se los encuentra en todo Tiwanaku. “Hay tantos, que era común, los usaban a cada rato”, dice. Sólo los habitantes de Tiwanaku disponían de esta especie de lámparas, pues no se las ha encontrado en otras regiones donde se ha excavado.
John Wayne Janusek
John Wayne Janusek nació en Chicago, EEUU. Reside en Nashville, Tennessee, y es profesor en la Universidad de Vanderbilt. En años pasados fue docente en la Universidad Mayor de San Andrés.
El especialista llegó por primera vez a Bolivia en 1987. Lo que más le impresionó del país fue la diversidad y la ciudad de La Paz, cuya geografía considera “espectacular”.
Se vinculó a la investigación de Tiwanaku, mediante el antropólogo Alan Kolata, quien desarrollaba investigaciones en el país. Las primeras prospecciones en las que participó estaban en Lukurmata al lado del lago, “justo al norte de Tiwanaku”, recuerda.
Tiene muchos proyectos para el futuro. Las prospecciones que realizará se desarrollarán en Escoma, en Yungas y también, obviamente, en Tiwanaku.
Ha publicado Identity and Power in the Ancient Andes: Tiwanaku Cities trough Time (2004) y Ancient Tiwanaku: Civilization in the High Andes (2008), entre otras obras.
Sus futuros libros estarán abocados a los orígenes del urbanismo en los Andes, el desarrollo prehispánico en Chuquisaca, Potosí, Khonko Wankane y muchos temas más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario