"No. Yo no he pensado irme a Argentina, pero he pensado irme a otra ciudad; a Tarija o Cochabamba para estudiar como mis hermanos”, dice Pedro Villanueva, que nació en Chuquiago, una comunidad rural cerca de Tupiza y de la frontera con Argentina, hace 19 años.
Al pasar por ese pueblo se ven muchas casas abandonadas. "En los últimos cinco a 10 años casi la mitad de las familias ha emigrado”, estima Villanueva. La gente se fue a la ciudad u otros países buscando trabajo y una perspectiva para su futuro.
El hermoso paisaje de este lugar es un potencial atractivo para el turismo. Una combinación grandiosa de formaciones rocosas de múltiples colores, ríos, valles, quebradas y cañones forman pintorescos paisajes. La gente de las comunidades vive principalmente de la agricultura y gana poco. Cultivan maíz, papas y granos, y la pobreza y falta de perspectivas han impulsado una emigración constante.
"Casi no hay fuentes de trabajo”, dice Nicanor Castro, un hombre de 49 años que también vive en esta región, en la comunidad de Oploca. Al igual que Villanueva, ha crecido aquí. "Ya no tengo esposa ni hijos y tampoco hubiera tenido los recursos económicos para sostener una familia”, afirma.
Castro, que también trabaja en la agricultura, no ha pensado emigrar, como muchos de sus compatriotas. "Cuidaré a mi mamá. No la dejaré”, sentencia.
Hoy, ambos hombres se imaginan un futuro mejor y un proyecto en turismo comunitario biocultural abre nuevas fuentes de trabajo para estas tres comunidades-Chuquiago, Oploca y Torre Huayco- de la provincia Sud Chichas del departamento de Potosí.
El proyecto está apoyado por la cooperación suiza en Bolivia, Cosude y la empresa ejecutora del proyecto es Tupiza Tours, líder en turismo de la región.
Esta operadora se comprometió a mandar un flujo constante de turistas a las comunidades. Junto a ellas se ha diseñado un proyecto turístico que ofrece nuevos circuitos a pie, en bicicleta o a caballo con un guía local. Para el alojamiento en las comunidades se ha construido un albergue en los tres lugares.
Con este emprendimiento, las mismas comunidades administran el turismo y comienzan a beneficiarse de los réditos del plan.
Revalorizando saberes ancestrales
La gente que emigra ya no podrá transmitir a las próximas generaciones las creencias y prácticas culturales tradicionales y por ello el fortalecimiento del desarollo sostenible del turismo biocultural se realiza a través de la revalorización de la cultura local y la conservación de la biodiversidad. "El vivir bien”, como lo entienden las comunidades.
Pero no sólo se trata de "vivir bien” con la Madre Tierra y los animales. Su cosmovisión incluye el trabajo comunitario o huacke, palabra quechua con la que se denomina a la siembra y a la conservación de las costumbres, música y bailes folklóricos.
La gente en las comunidades fue capacitada en talleres. Así, Pedro Villanueva y Nicanor Castro se formaron para ser guías turísticos. También se realizó un recetario. "Para elaborar esta guía culinaria hemos preguntado cómo son los platos típicos de las tres regiones y cómo se elaboran desde siempre. Las abuelas nos han contado cómo se preparan los alimentos más tradicionales de esta región”, explica Mariana Sánchez, consultora del proyecto.
En las comunidades se mantienen muchos mitos. En Oploca, por ejemplo, hay una iglesia del siglo XVIII con una sola torre. "Existe un mito que Dios y el diablo hicieron una apuesta. El diablo sostuvo que podría construir una iglesia en una sola noche. Apostaron, pero Dios perdió”. Por ello, según esta leyenda, la iglesia tiene una maldición. "Han tratado de construir la segunda torre, pero murió una persona, así que no la tocaron más”, cuenta Castro a los visitantes.
Un beneficio para toda
la comunidad
En este emprendimiento, las comunidades gestionan los albergues y ofrecen los circuitos guiados. Unos 15 socios trabajan en este proyecto turístico, de cuyos réditos el 60% se destina a la reinversión, el 30% cubre los ingresos de los socios y el 10% restante se reparte en la comunidad.
En Torre Huayco faltaba el agua potable. "Si no hay agua, no van a venir a los turistas”, dice Sánchez. Cosude apoyó la construcción de una tubería que lleva el agua desde las montañas hasta Oploca. A través de cuatro kilómetros de tuberías, el líquido llega al pueblo, beneficiando no sólo al turismo, sino también a toda la comunidad.
Después de dos años de trabajo, la cooperación suiza se ha retirado, pero las comunidades se han encargado de que el proyecto siga adelante. En Torre Huayco las cosas van bien. La comunidad ya se ha beneficiado de unos 30 grupos turísticos, aunque en Oploca y Chuquiago el flujo turístico todavía es bajo.
Es que Tupiza no es un destino principal del turismo. Apenas un 1% de los turistas que visitan Bolivia pasa por esta región. Las comunidades esperan, al menos, un flujo de unos 500 visitantes al año.
Pedro Villanueva está convencido de que el proyecto va a funcionar. "Empezamos desde cero y los turistas no van a llegar enseguida. Pero con el tiempo esperamos que el proyecto crezca”, dice optimista.
El programa también generó algunos conflictos en la comunidad, ya que se pensó que sólo algunos se iban a beneficiar. "Tenemos que unificarnos para seguir adelante”, asegura el joven guía turístico, que además de trabajar ahora estudia auditoría en Tupiza.
"Una vez que termine mis estudios pienso seguir en esto. Este proyecto es hoy una realidad”, dice, mientras mira la bella vista y las rocas rojas de los cerros, y piensa, seguramente, "ojalá que los turistas vengan a ver esto”.
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