En la India, la carretera Manali Leh trepa hasta una altura de 5.325 metros. En Estados Unidos, el sensacional viaje por el Death Valley desciende hasta una profundidad de 86 metros por debajo del nivel del mar. En Uyuni, el mayor desierto de sal del mundo ofrece un paisaje irreal. No puede haber mayor contraste entre estas rutas de ensueño. Sin embargo, también en otros países hay travesías espectaculares para los automovilistas.
Un salar con flamencos
No hay una carretera que atraviese el Salar de Uyuni. Tan sólo por este motivo, el viaje por el mayor desierto de sal del mundo debería siempre hacerse en compañía de guías que conocen la zona. Quien no quiere ponerse al volante puede participar en una excursión de varios días por un paisaje irreal, que comienza en la pequeña localidad de Uyuni.
En medio de una llanura interminable de sal blanca sobresalen algunos islotes rocosos donde crecen enormes cactus. Aunque el salar de Uyuni está situado a una altura de 3.653 metros, hace un calor achicharrante durante el día, mientras que las temperaturas nocturnas caen muy por debajo de los cero grados, también en verano. Para entrar en calor, uno puede darse un baño en fuentes geotérmicas situadas en las orillas de salares cercanos, cuyas aguas resplandecientes tienen a veces un color verde claro y otras veces un rojo oscuro.
Y aunque uno no puede dar crédito a sus ojos, no es un espejismo: ¡por el agua de este rincón del mundo y a una altura de más de 4.000 metros se pasean grandes cantidades de flamencos rosados!
Paisaje de fiordos
Milford Road, Nueva Zelanda. Con una extensión de 15 kilómetros, el Milford Sound es considerado como el fiordo más bello de Nueva Zelanda. Tan sólo el viaje para llegar allí es toda una aventura, porque la ruta pasa por el parque nacional Fiordland y por una de las carreteras más espectaculares del país: desde Te Anau, la Milford Road (oficialmente llamada SH 94) serpentea a lo largo de 120 kilómetros por un mundo montañoso alpino. Preciosos hayedos, prados floridos y lagos invitan una y otra vez a hacer paradas. No hay que perder la ocasión de visitar el lago Mirror, en cuyas aguas se reflejan las altas montañas cuando no hace viento. También en Fiorland, los fans del Señor de los Anillos pueden seguir las huellas de Frodo, Sam y Gollum: algunas escenas de las dos primeras películas de esta saga se rodaron en Milford Sound y cerca de Te Anau.
La carretera Manali Leh
El viaje en coche o autobús lleva al turista a una altura mayor que la cima del Mont Blanc. La carretera Manali Leh por el Himalaya es literalmente vertiginosa. Desde el centro turístico de Manali, la ruta serpentea a lo largo de casi 500 kilómetros, al parecer infinitamente, por cuatro enormes puertos de montaña, entre ellos el Lachulung La, de 5.059 metros de alto, y el Tanglang La, que tiene una altura de 5.325 metros. Al mismo tiempo, el camino une diferentes culturas, la del estado de Himachal Pradesh, predominantemente hinduista, con la de la región budista de Ladakh, también conocida como el Pequeño Tíbet por su gran número de monasterios y su altiplano desértico.
La cima de Europa
Col de la Bonette, Francia. No son tan altos como los puertos del Himalaya, pero los muchos pasos alpinos son espectaculares. Con una altura de 2.802 metros, el Col de la Bonette, situado en los Alpes Marítimos de Francia, ostenta el récord de ser la carretera asfaltada más alta. Entre las localidades de Jausiers y Saint-Etienne-de-Tinée, la carretera incluso atraviesa dos pasos: primero el Col des Restefond, a una altura de 2.608 metros, y luego el Col de la Bonette, a 2.715 metros. Arriba, el camino sube aún más dando la vuelta a la Cima de la Bonette, a una altura de 2.802 metros.
El paraíso sudafricano
La Garden Route, Sudáfrica. A los primeros colonos y exploradores el paisaje en el extremo sur de África les parecía tan hermoso que tenían la sensación de estar en el Paraíso bíblico. La Garden Route toma su nombre del Jardín de Edén. Hoy, para tener una idea del asombro que experimentaron los primeros extranjeros, hay que viajar por la Carretera Nacional 2, que va de Ciudad del Cabo a Port Elizabeth, una distancia de 770 kilómetros. La variedad y sobre todo los abruptos cambios del paisaje son impresionantes: empinadas costas escarpadas alternan con parajes semidesérticos y playas de arena blanca en las que se tumban al sol pingüinos. Viñedos y pequeñas localidades de ambiente colonial alternan con espesas selvas, las más grandes de la región del Cabo, habitadas por bandas de monos y colibríes muy coloridos.
Sensaciones oceánicas
La Pacific Highway 101, Estados Unidos. Esta carretera une Los Ángeles con Olympia, la capital del estado de Washington, situada casi 2.500 kilómetros más al norte. Con dirección a San Francisco, la primera etapa, entre Simeon y Carmel, pasa por Big Sur. Este tramo, de 100 kilómetros, es una de las carreteras marítimas más bonitas del mundo. Como si hubiese sido diseñada por un arquitecto paisajista, la carretera discurre perfectamente junto a bahías solitarias y trepa sobre acantilados escarpados, donde pinos viejísimos se agarran ladeados a las rocas. El camino pasa por playas de ensueño para surfistas y casitas de hippies y beatnicks. Por cierto: también algunos conocidos escritores estadounidenses se dejaron inspirar por Big Sur, entre ellos Henry Miller y Jack Kerouac.
A más de 8.000 metros
La Karakorum Highway, entre Pakistán y China. Esta carretera, que es el non plus ultra, une Islamabad, la capital de Pakistán, con Kashgar, una ciudad muy antigua del desierto situada en la Ruta de la Seda, en el oeste de China. La carretera, de 1.284 kilómetros, ha sido ampliada, sin que ello perjudique las vistas fascinantes, porque el camino pasa por la segunda montaña más alta del mundo y junto a picos espectaculares como el Nanga Parbat, de 8.126 metros de altura, o gigantes de más de 7.000 metros como el Mustagh Ata y el Rakaposhi. El punto más alto y paso fronterizo es el puerto de Khunjerab, situado a una altura de 4.693 metros. Cuesta abajo, la carretera pasa entre yaks y camellos por las estribaciones occidentales del Taklamakán, el segundo desierto arenoso más grande del mundo. (DPA)
Un tour achicharrante
Durante el reciente verano, con temperaturas récord en Estados Unidos, el termómetro indicaba una temperatura de 54 grados centígrados cuando el coche atraviesa Death Valley, el Valle de la Muerte, rumbo a Las Vegas. Sólo tres grados menos que el récord histórico registrado en 1913. Difícilmente pueda hacer más calor dentro de un coche. Tampoco se puede descender en coche a más profundidad en Norteamérica: la cuenca Badwater está situada a una profundidad de 86 metros por debajo del nivel del mar. Sin embargo, no sólo estos récords convierten el tour en toda una experiencia. Durante el viaje, desde los parques nacionales en el oeste hasta Las Vegas, la ruta por el Valle de la Muerte ofrece contrastes increíbles: del paisaje desértico a la ciudad del glamour con sus fuentes y shows acuáticos. Y una recomendación para tomar en cuenta por quien hace el viaje en un coche grande o viejo: para evitar que el motor se sobrecaliente se aconseja seriamente apagar el aire acondicionado durante los ascensos desde el Valle de la Muerte.
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