El Madidi es uno de los destinos turísticos que ha cobrado importancia en La Paz y en la oferta turística del país, ya que es una región amazónica en la que la vegetación y la fauna han ido creando un paraíso terrenal, en un departamento que hasta hace poco se creía que era completamente altiplánico.
“El Madidi es un lugar maravilloso, donde se encuentran más de tres mil especies, que viven en su habitat natural sin que el ser humano interfiera o rompa la armonía, por el carácter de área protegida con la que cuenta por la alta biodiversidad y variedad de ecosistemas que presenta. Yo diría que es una de las áreas más importantes del planeta entero”, manifestó el guía turístico Mateo Muñoz.
En esta zona, habita el 85 por ciento de fauna avícola del país, en el que se distinguen 867 especies diferentes, 155 especies de anfibios y reptiles, además de 192 especies de peces entre las que se encuentra el delfín rosado de agua dulce, único en el mundo entero, al que se suman a las más de 1.865 especies de plantas.
“Si bien la principal actividad turística es el recorrido selvático, la interacción con los habitantes del lugar es una experiencia infaltable, ya que ellos mismos se encargan de la atención de los visitantes y de ayudarles en sus recorridos, venden artesanía del lugar y platos típicos de la zona y donde la etnia Tacana aún guardan su tradición y sus ritos”, expresó Muñoz.
En los alrededores, en las poblaciones de San Buenaventura, Tumupasa, San José de Uchupiamonas y Chalan, comparten una visión del turismo como una estrategia de desarrollo y conservación y en las que aún se encuentran a las comunidades y etnias ancestrales, como los tacanas, los chimanes y uchupiamonas.
Estas poblaciones se han abierto a los visitantes desde la gestión 2011, por iniciativa local de familias indígenas quienes albergan a sus visitantes en cabañas de estilo tradicional amazónico, transporte en botes confortables, acomodación inigualable y guías nativos intérpretes.
Uno de los puntos importantes es el del “Estrecho del Bala”, que ha sido llamado así por la velocidad que adquieren las barcas al pasar por este lugar, por la fuerza de los caudales del río Beni.
“Todo lo que hay en el lugar puede ser observado a simple vista si se cuenta con un recorrido organizado, en el que se incluyen caminatas, descensos en rapel y lianas, natación en las lagunas naturales, pesca deportiva y navegación en los ríos, que deben ser muy bien aprovechados para apreciar la totalidad de la belleza de este Edén”, recomendó Muñoz.
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