San Buenaventura abre sus reconfortantes brazos para recibir a los turistas que avanzan hacia otra nueva aventura ecoturística.
Ese municipio, ubicado en el departamento de La Paz, es una de las puertas de ingreso al Parque Madidi, una de las áreas protegidas más grandes de Bolivia que espera con muchas sorpresas a los visitantes sedientos de vivir emocionantes experiencias en la selva amazónica.
Ubicado a orillas del río Beni, San Buenaventura está justo frente a Rurrenabaque, uno de los municipios más turísticos de Beni. Desde allí basta tomar una embarcación y en menos de 10 minutos se cruza a territorio paceño, donde empieza la inolvidable travesía hacia el Madidi. Luego de una breve caminata por esa pintoresca población, los viajeros son embarcados en lanchas que siguen el curso del extenso y agitado río Beni.
En un inicio la densa neblina no deja percibir el asombroso paisaje que luego deleitará los ojos a lo largo de este recorrido, por agua y tierra, que durará alrededor de ocho horas.
De un momento a otro, la naturaleza empieza a mostrar todos sus encantos. Gigantes árboles y rocas emergen lado a lado del río como fieles guardianes de esa valiosa riqueza natural.
Afinando un poco la vista es posible observar en el trayecto algunos animales que pasean tranquilos por su hábitat. Entre ellos la capiguara y diversas aves.
Las parabas en su reino
La primera parada de esta breve excursión es el Parabal, un sitio que brinda una experiencia placentera para la vista y para los oídos. Tras bajar de las lanchas se ingresa a una densa vegetación haciendo lance a troncos, raíces y piedras. La caminata de unos cinco minutos concluye frente a una gran muralla plagada de orificios donde habitan parabas de vistosas plumas rojas y azules.
Esas aves han construido sus nidos en esa estructura rocosa para proteger a sus polluelos de los depredadores y para beneficiarse mejor de los rayos solares, según indica un guardaparque.
La explicación de que las parabas tienen una sola pareja de por vida cautiva de inmediato a los visitantes humanos, que guardan silencio para escuchar los gorjeos de esas vistosas aves.
Ecoalbergue comunitario
La segunda parada es en la comunidad San Miguel del Bala, cuyos pobladores albergan con entusiasmo a los turistas. Allí viven 42 familias, sumando cerca de 300 personas que tienen al turismo, a la agricultura y a la pesca como principales actividades económicas de subsistencia.
Esa comunidad administra dos ecoalbergues con cabañas en la zona. Un tour desde Rurrenabaque hasta cualquiera de esos ecoalbergues cuesta $us 80 por día (varía según la cantidad de personas) e incluye transporte, hospedaje, alimentación y guía de interpretación. Allí se puede compartir de cerca las vivencias de los pobladores, realizar caminatas, pesca deportiva y otras actividades. Hay programas turísticos desde un día, pero aconsejan tomarse entre tres a cinco días para disfrutar mejor del sitio.
Un profundo cañón
La tercera y última parada de este viaje es el Cañón del Bala. Los intrépidos que se animan a caminar por la grieta que hay en medio pueden observar de cerca a murciélagos, además de arañas y otros insectos. El constante flujo de agua mantiene una temperatura fría que alivia a los acalorados caminantes.
El tiempo resulta insuficiente para disfrutar de la maravillosa riqueza natural y cultural que cobija el imponente Parque Nacional Madidi. Queda siempre el deseo de volver una y otra vez
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