“New7Wonders” clasificó en primera instancia como ciudades maravilla a 14 urbes del mundo y dos de ellas, latinoamericanas: La Paz, Bolivia, y Quito, Ecuador; ambas en el contexto histórico andino, cultural y con proyección, por lo visto, universal.
Nuestra querida ciudad, La Paz, realmente es una maravilla. Su origen se pierde en la noche de los tiempos pero, en aquellas tinieblas, Tiwanaku alumbró un desconcertante horizonte cargado de dioses, cataclismos y piedras que testimonian aquel remoto pasado y el trabajo de su creativo pueblo, modelador de cerámica artística y de longitudinales venas de riego para la vida.
La Paz, conocida desde el Kollado como Chuquiapu Marka, es decir, “lanza capitana o pueblo primero”, hace más de cinco siglos, estaba poblada por numerosos ayllus, entre ellos Makollana, Jancojanco, Callampaya, Panticirca, Putuputu, Chicani, Pfichu, Challapampa , Chuquiaguillo, Churubamba,etc.
WAKAS PACEÑAS
Cuando las avanzadas españolas pisaron por primer vez Chuquiapu Marka, en lo que hoy es el Calvario, existía una chinkana o gruta “deslumbrante de formación natural, en la entraña de los cerros del norte(paceño), río arriba a la derecha (…) allí habría existido el boquete de ingreso a la suprema gruta (..) no faltaron grupos de una congregación religiosa que años después practicaba exploraciones en el cerro del Calvario, bajo el pretexto de seguir un derrotero colonial (…) en búsqueda de un supuesto santo, fundido por entero en oro”, escribió Zacarías Monje Ortiz el año 1945 del Siglo Veinte.
En la actualidad, es tan fuerte la influencia ancestral en La Paz, que en plena carretera a la ciudad de El Alto, tramo de bajada, de la noche a la mañana, “apareció” en plena ladera, otra waka: “khala-katari” o víbora de piedra.
Cada noche y cerca al amanecer, decenas de hombres y mujeres ofrendan a esta waka con velas, flores y bebidas que rocían en su falda de roca.
CALLE DE LAS BRUJAS
La mística y el mundo de los dioses terrenos, del subsuelo, del agua y del aire encuentran todavía espacio, entre los moradores de nuestra ciudad. Por ejemplo, “la Calle de las Brujas”, oculta bajo su nombre castellano, toda una creencia en seres superiores que rigen la vida y la muerte de los seres humanos y sus fieles representantes continúan siendo los kallawayas, yatiris, laikas, adivinos y curanderos a quienes recurre gran porcentaje de paceños y no paceños.
La Calle de las Brujas es un genuino patrimonio cultural, que nos habla de las costumbres precolombinas y su ascendencia en quienes vivimos en La Paz.
MODERNIDAD
En contraste al glorioso pasado tiwanakota pero sin negarlo, surge una modernísima ciudad de La Paz que, gracias a su topografía, a sus cuestas y bajadas, a la existencia de cerros en el mismo territorio de nuestra urbe es única en Bolivia y en el resto de América Latina.
Las construcciones que siguen las curvas de nivel visten de adobe, ladrillo, fierro y cemento, los cerros y colinas menores. Miles de viviendas, en algunos casos, como en las “laderas” se comunican por escaleras de cemento o de piedra que suben al caminante arriba de los 4 mil metros sobre el nivel del mar.
Y desde esas alturas, el paceño, el visitante nacional, el turista contemplan paisajes que deleitan y que no se repiten mirándolos desde cualquier punto cardinal.
En los últimos años, tres prolongados puentes que pasan por las otrora cañadas de Chuquiago Marka salvan abismos y conectan barrios del casco viejo con las urbanizaciones, por lo menos un centenar, ocultas para la gente desapercibida o que no repara en ellas porque, prácticamente están ocultas por las montañas grises.
EL TELEFÉRICO
Lo reciente en modernidad es sin lugar a dudas la instalación del teleférico, cuyas tres líneas, Roja, Amarilla y Verde, constituyen un homenaje a nuestro símbolo patrio: la bandera nacional.
Esta vía de comunicación, además de rápida, descubre para todo usuario del teleférico, una ciudad desconocida: La Paz vista a vuelo de pájaro.
La inventiva, que es otro don de los paceños, ha encontrado una forma de aprovechar la vista aérea de La Paz. Los techos de muchas viviendas se transformaron en posters gigantes que ofertan productos nacionales y extranjeros.
El teleférico también presta sus cabinas para que La Paz se movilice. Miles de obreros, empleados y viajeros ocasionales ocupan este veloz transporte y, como todo el mundo, van descubriendo otras facetas de la ciudad del Illimani.
LA GENTE
Desde los puentes monumentales o desde el teleférico, La Paz muestra a su gente, a trabajadores, a mujeres que dominan los mercados con sus comidas o productos agrícolas, a estudiantes y profesionales que caminan a un ritmo jamás visto, porque hoy se debe trabajar para comer mañana.
El pueblo de La Paz y quienes la habitamos forman un bloque humano dedicado a mil oficios y en ocasiones, multitudes que se sublevan contra el orden constituido porque tienen en mente que La Paz, a lo largo de su historia colonial, republicana y con el Estado Plurinacional continúa fiel a su antiguo lema: La Paz, cuna de la Libertad, tumba de tiranos.
La Paz, entre las catorce ciudades más bellas del mundo, es buen título para nuestra ínclita urbe y para nosotros los bolivianos, es la ciudad primera del mundo
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