Cada pintura, una obra de arte con significación. La población de Curahuara de Carangas en la provincia Sajama del departamento de Oruro, alberga un verdadero tesoro religioso y cultural, la denominada “Capilla Sixtina Andina”, que fue declarada Monumento Nacional en 1960.
Construida con adobe de tierra, contrafuertes de piedra selladas con cal y techo de paja, este enigmático lugar tiene en su interior cubriendo la superficie de sus paredes y bóvedas, pinturas de escenas bíblicas, que reflejan una mística religiosa con simbiosis entre la cristianización, la tradición indígena y la rememoración de antiguos dioses.
Por ejemplo las famosas escenas del nacimiento y la última cena de Jesús, son reflejadas con animales propios de la zona.
Otro de los cuadros que más impacta es el del Bautismo de sangre donde se ve a Herodes, también conocido como el "el genio malvado de la nación Judía", matando a los niños. Asimismo, Antequera relata que a diferencia de otros templos en la capilla no hay imágenes sobre la pasión de Jesús.
Un viento gélido propio del altiplano, genera el ambiente místico en la zona que impacta desde el exterior cuando se contempla una torre alta de tres plantas y una cúpula en la cúspide, pero definidamente el mayor deleite se produce en el interior cuando los detalle, las formas y colores parecen cobrar vida relatando las historias bíblicas.
El detalle y la explosión de colores impacta.
La “capilla sixtina” está ubicada a pocos de la plaza de Curahuara de Carangas. Una alta torre de tres plantas y una cúpula en la cúspide llama la atención del visitante.
Por una puerta lateral se ingresa al patio de la iglesia en cuyo piso y en la parte central está pintada una gran cruz: la Chacana andina.
El párroco de la iglesia de Curahuara de Carangas, sacerdote Gabriel Antequera Lavayen, explicó que con la presencia de la Chacana andina al interior del templo católico se trata de cuidar la religiosidad andina.
“El símbolo está pintado en negro y blanco porque la divinidad andina administraba su poder tanto en el día como en la noche.
Para el cristianismo es el ojo de dios que gobierna el día y la noche. Estos elementos en el atrio del templo ayudan a acercarnos más a esa realidad religiosa”, explicó Antequera.
Antequera lleva varios años al cuidado de la iglesia y es autor de un libro sobre la iconografía religiosa de la “capilla sixtina” del altiplano boliviano y explica que “cuando llegan los turistas lo primero que hacen es quedarse con la boca abierta, porque encontrarse con una iglesia con estas características en un pueblo tan alejado, tan lejos de la ciudad. Una iglesia con semejante trabajo a cualquier visitante sorprende”.
La iglesia comenzó a construirse en 1587, y se terminó en 1608. El cura de ese tiempo se llamaba Juan Ortiz y hay una inscripción en el templo que menciona a las autoridades originarias del pueblo. Sin duda, una joya artística, religiosa y arquitectónica emplazada en pleno altiplano boliviano.
Las escenas de las pinturas y murales relatan estremecedoras historias bíblicas del antiguo testamento como "la expulsión de Adán y Eva del paraíso", "el arca de Noé" y "el Aro del pecado", y representaciones evangelizadoras del nuevo testamento como la vida de Cristo "la Ultima Cena, "la exaltación de María", y premoniciones como "el juicio Final".
Destacan también retratos de santos relacionados con las órdenes religiosas promotoras, además de los apóstoles y otros santos de Mártires, lo que ha dado lugar a que en Bolivia sea conocida como la "Capilla Sixtina Andina". Por sus características, es única en el país y solo comparable, en Sudamérica, con la iglesia del poblado de Andahuaylillas en Cusco, Perú.
La nave central es larga, alta y angosta, sin aberturas para el ingreso de luz, lo que crea en su interior un ambiente sobrecogedor.
Cuarahuara de Carangas
Y es que esa abundancia de santos, vírgenes, diablos, dioses, plantas, frutas, animales y jesucristos que emergen de las paredes y los techos interiores de la iglesia del pueblo de Curahuara de Carangas (construida en 1608) no pueden menos que emocionar, y emocionar hasta el llanto.
Un caos estético inunda el recinto y un orden religioso da a cada pintura su lugar, su símbolo y su sentido.
Se abren las puertas de la iglesia de par en par y el Apocalipsis recibe al creyente en un gigantesco mural que ocupa toda una pared de la iglesia, en el centro está el mismísimo Dios mostrando todo su poder a través de un aura que lo protege.
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