Primero, Anabel I traspasó los límites municipales y llevó la fiesta grande a las provincias
como nunca, recorriendo junto a los Picarones más de 5.000 kilómetros.
Luego, con ayuda de la Cervecería Boliviana Nacional (CBN) y el
Viceministerio de Turismo, la reina más viajera de todos los tiempos se convirtió en embajadora del Carnaval cruceño al visitar Argentina, Estados Unidos, Perú y Colombia, donde tuvo la responsabilidad de transmitir la esencia del ser cruceño, la alegría y el encuentro.
Al mismo tiempo, la CBN, a través de su marca de cerveza Paceña, el gran auspiciador del Carnaval, trajo a una ilustre visita, el actor hollywoodense Jude Law, que ayer participó de la ch’alla de Palacio de Gobierno junto al presidente, Evo Morales; hoy estará presenciando la entrada folclórica de Oruro, y que más tarde será parte del público en el cambódromo.
Lo que parece una especie de cruzada por la internacionalización del carnaval boliviano, tiene una explicación entre sus impulsores. “La visita de Law hará que el Carnaval llegue a otras dimensiones y atraiga la curiosidad de otras personalidades”, explicó Cristina Montilla, gerente nacional de márquetin de la CBN, empresa que pretende aprovechar la fama mundial de la estrella para promover esta fiesta.
Joaquín Banegas, presidente de la ACCC, reconoce que el Carnaval cruceño merece el empujón. “Después de 450 años de fiesta, ha llegado el momento en que se convierta en atractivo turístico. Ha sido muy acertada la iniciativa de mandar cápsulas con imágenes de esta fiesta”.
Para Banegas, el corso es uno de los momentos más importantes y aprovechables por el turismo; sin embargo, reconoce aspectos por mejorar, y habla de cambios que aún no son aceptados, pero que son innegables. “A diferencia del Carnaval de Oruro que es folclore puro, el nuestro es más de encuentro, amistad y compadrerío. Aunque no nos guste, cada vez nos estamos pareciendo más a Brasil”, agregó
Al mismo tiempo, la CBN, a través de su marca de cerveza Paceña, el gran auspiciador del Carnaval, trajo a una ilustre visita, el actor hollywoodense Jude Law, que ayer participó de la ch’alla de Palacio de Gobierno junto al presidente, Evo Morales; hoy estará presenciando la entrada folclórica de Oruro, y que más tarde será parte del público en el cambódromo.
Lo que parece una especie de cruzada por la internacionalización del carnaval boliviano, tiene una explicación entre sus impulsores. “La visita de Law hará que el Carnaval llegue a otras dimensiones y atraiga la curiosidad de otras personalidades”, explicó Cristina Montilla, gerente nacional de márquetin de la CBN, empresa que pretende aprovechar la fama mundial de la estrella para promover esta fiesta.
Joaquín Banegas, presidente de la ACCC, reconoce que el Carnaval cruceño merece el empujón. “Después de 450 años de fiesta, ha llegado el momento en que se convierta en atractivo turístico. Ha sido muy acertada la iniciativa de mandar cápsulas con imágenes de esta fiesta”.
Para Banegas, el corso es uno de los momentos más importantes y aprovechables por el turismo; sin embargo, reconoce aspectos por mejorar, y habla de cambios que aún no son aceptados, pero que son innegables. “A diferencia del Carnaval de Oruro que es folclore puro, el nuestro es más de encuentro, amistad y compadrerío. Aunque no nos guste, cada vez nos estamos pareciendo más a Brasil”, agregó
TRADICIÓN
Y MODERNIDAD
Los ballets ganadores abren el corso como premio a su destacada participación en las precas, y como parte de una ordenanza municipal que busca preservar elementos de la cultura como la música y los bailes.
Y MODERNIDAD
Los ballets ganadores abren el corso como premio a su destacada participación en las precas, y como parte de una ordenanza municipal que busca preservar elementos de la cultura como la música y los bailes.
BANDA Y TAMBORITA
Hace su 'agosto' en pleno febrero, algunas llegan a cobrar miles de bolivianos y son parte imprescindible del Carnaval, sin que las normas obliguen a los comparseros a contratarlas.
Hace su 'agosto' en pleno febrero, algunas llegan a cobrar miles de bolivianos y son parte imprescindible del Carnaval, sin que las normas obliguen a los comparseros a contratarlas.
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