Acampando al borde de una de la playas del lago Titicaca y al pié del Dragón Dormido de la comunidad de Quilima, de a poco cae la noche de manera inexorable y sólo nos abraza el golpeteo en las rocas de las olas y la brisa del agua, como ocultando sus secretos.
Junto al grupo logramos hacer una fogata y algo de comida para reaccionar de la dura caminata del día al lograr ubicar las primeras pinturas rupestres.
Casi a medianoche salió la Luna Llena que calmó las aguas agitadas del lago Titicaca y el silencio era absoluto, para llegar a estar en esta situación tuvimos que recorrer un buen sector de arena, apreciando lo verduzco de los sembradíos de tawri, quinua, papá, choclo, divisando al fondo la pesca de los comunarios desde muy de madrugada.
La Luna hizo su labor fantástica y convirtió el lago Titicaca en color plateado y la jornada había concluido.
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