sábado, 13 de junio de 2015
La belleza interior del misterioso castillo azul de la ciudad de Tarija
El Castillo Azul de Tarija es una construcción que inevitablemente llama la atención en Tarija. Cada persona que pasa frente a él tiene sus propias impresiones, habrá quienes imaginen historias de princesas o relatos misteriosos sobre la construcción de una infraestructura tan singular en la capital chapaca y hasta quienes lo confundan con una iglesia.
Hasta hoy, aunque antes era más común, las personas que venían del campo a la ciudad, se persignaban al pasar frente al Castillo Azul. “A veces incluso tocaban la puerta y preguntaban a qué hora se oficiará misa en esta iglesia”, cuenta León Rengel, el actual propietario, quien compró el Castillo Azul en 1966 a la cuñada de Moisés Navajas, quien mandó construir la infraestructura en 1905. “Debe haberse iniciado la construcción y terminado en 1910 más o menos”, explica Rengel.
Añade que son muchos los misterios y rumores que giran en torno al Castillo Azul y su edificación. El más difundido es que se lo construyó como casa de campo para venir de vez en cuando, ya que la mayor parte del tiempo la familia Navajas habitaba en la Casa Dorada, ubicada en el centro de la ciudad.
“Parece que construyó el Castillo Azul con materiales que sobraron de la construcción de la Casa Dorada”, comenta León Rengel a tiempo de enumerar las modificaciones que fue haciendo él a la infraestructura, una vez comprada. Básicamente buscaron preservar y restaurar la esencia del castillo.
Cuenta que el piso original era de ladrillo y las paredes estaban pintadas con lo que se denominaba pintura al temple, que se trataba de pinturas naturales. Hoy el piso es de mosaicos y mármol que encaja muy bien en el ambiente que tiene el interior del castillo, por lo que parecería que fue el piso original.
Más instalaciones
Las habitaciones están empapeladas en colores diferentes y cada una tiene su propia personalidad. Al ingreso hay una antesala en la que llaman la atención dos pinturas firmadas por Camponovo, éstas se han conservado muy bien.
A la izquierda hay una pequeña salita que hace las veces de escritorio. Al centro está la sala principal de la planta baja en la que destaca el color azul de los sillones. Y del lado derecho hay otra pequeña salita que sirve de biblioteca.
En la parte superior existen la misma cantidad de habitaciones, una pequeña en la que se conservan recuerdos de eventos realizados en el Castillo Azul y al centro hay un salón comedor con muebles estilo Luis XV en tonos palo de rosa y dorado que le dan mucho brillo al lugar.
El castillo carecía de mobiliario cuando León Rengel lo compró ya que antes de él lo habitaron dos familias en calidad de inquilinos, las familias Amézaga y Barrero. Por ello, Rengel tomó para sí la tarea de volver a amoblar el Castillo Azul procurando mantener la personalidad de la infraestructura.
En la actualidad, los techos tienen características similares a los de la Casa Dorada, las pinturas son reproducciones de las pinturas originales que fueron hechas en lienzos. Las actuales fueron hechas directamente en la loza del techo o pintadas en lienzo y colocadas con la ayuda de marcos. El autor de estas reproducciones que buscaron imitar las originales fue Luis Pedraza.
Pronto se cumplirán 50 años de la compra del Castillo Azul por parte de León Rengel; sin embargo el interés de la gente por conocer el interior del castillo no ha disminuido.
Incluso, cuenta Rengel, que en un inicio venían parientes de don Moisés Navajas que no habían tenido la oportunidad de entrar nunca al castillo y le pedían al nuevo dueño que les permitiera entrar a conocerlo. “Es increíble pero así era, incluso se cree que don Moisés ha estado muy pocas veces aquí, siempre se ha manejado que este castillo lo ha hecho construir como casita de campo”, relata.
Agrega también que vinieron grandes personalidades como Víctor Paz Estenssoro, escritores y personas vinculadas al arte, además de estudiantes, todos ellos siempre con la curiosidad de conocer el Castillo Azul.
De acuerdo a León Rengel, el precio que él pago por el castillo en la década del 60 equivalía a menos de 15 mil dólares. Detalla que el terreno era de casi 2.000 metros cuadrados que luego, a la hora de concretar la compra, se redujeron a 1.600.
El castillo estaba deteriorado, una parte de la esquina se derrumbó a los pocos años y Rengel emprendió la tarea de refaccionar la estructura, de modo que dedicó varios años a esta labor.
Al principio la familia Rengel ocupó el castillo como vivienda, hasta que fue construida una parte adicional en la parte de atrás, en donde habita hoy; entretanto el castillo continúa siendo un lugar apto para recibir a los visitantes esperados e inesperados, que llegan de tiempo en tiempo, queriendo conocer el lugar y escuchar su historia.
Más detalles sobre la antigua edificación
Pinturas
Una de las pocas pinturas originales que se conservan en el Castillo Azul, obra de Camponovo, fue plasmada en la antesala del castillo. Hay también dos pinturas similares a los lados de la puerta de ingreso a la sala principal.
Propietarios
Los esposos Navajas fueron los propietarios iniciales del Castillo Azul. En Tarija se han tejido muchas historias en cuanto a los motivos por los que Moisés Navajas mandó a construir el Castillo Azul.
Pintura original
Uno de los pocos espacios que conserva la pintura original es la parte superior de las puertas laterales que llevan a las torres y que recuerdan el estilo de la Casa Dorada, de propiedad de Moisés Navajas
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