Un molino que funciona desde hace más de 100 años, ruinas incaicas y restos arqueológicos, son los principales atractivos turísticos de la comunidad de Villa Flor de Pucara en el valle alto de Cochabamba.
A unos 20 kilómetros del municipio de Cliza, camino al municipio de Sacabamba, en medio de vegetación y restos arqueológicos que perduran en el tiempo, se encuentra la comunidad habitada en la actualidad por más de 100 familias que se dedican a la agricultura.
“Tenemos cultivos de maíz, trigo, durazno, también queremos apostar a la producción de pescado”, manifestó don Freddy Beltrán Peralta, dirigente de la comunidad.
Con una sonrisa en los labios, don Freddy aseguró a EL DIARIO que la mayoría de los comunarios tienen sus cultivos de durazno, fruta que es el sustento económico de las familias y se consume bastante en el pueblo.
“Durazno sobre todo cosechamos, produce bien en nuestra comunidad”, aseguró.
Pese a los problemas de distancia, falta de caminos, transporte y servicios básicos, los comunarios viven felices aunque piden ya no pertenecer a la Alcaldía de Anzaldo sino más bien pasar al municipio de Cliza.
“Aquí tenemos todo para vivir, estamos al servicio de la comunidad, pero la gente que se ha ido vuelve prepotente” sostuvo Beltrán.
Y es que durante los últimos años intereses políticos y personales, hicieron pelear a los comunarios quienes se dividieron y crearon sus propios sindicatos en el afán de poder acceder a proyectos sociales que beneficien a su gente.
“Nos han hecho pelear, nos han dividido beneficiando con proyectos al municipio de Anzaldo” aseguró.
NO HAY AGUA POTABLE
Por su parte, el profesor Sacarías Reyes Presidente del Comité de Riego y Molino y coordinador de la comunidad, aseguró que una de las principales preocupaciones y problemas de Villa Flor de Pucara es la falta de agua potable. La mayoría de la población no tiene acceso al líquido elemento. Con cántaros y bidones, saca agua del río o de riego en el intento de poder saciar su sed.
“El agua han dado a una comunidad que han separado de nosotros mismos, nosotros no tenemos agua”, aseguró Reyes.
Explicó que en la Alcaldía de Anzaldo la comunidad Flor de Pucara figura como si tendría agua potable cuando en la realidad nunca se concretó ningún proyecto para beneficiar a la zona pese a que existían los recursos económicos requeridos. Solamente siete familias cuentan con el servicio que podría abastecer hasta 80 familias.
“No tenemos agua como figura en la Alcaldía, consumimos agua que no es potable. El proyecto benefició a Jatun Pampa y no a Flor de Pucara” aseguró molesto.
Agregó que los comunarios iniciaron un juicio que perdieron por un fallo del municipio de Tarata y que luego apelaron al Tribunal Constitucional de Sucre donde tampoco salió favorable presumiblemente por intereses políticos de las autoridades de turno.
La comunidad de Flor de Pucara, tampoco cuenta con centros de salud, ni escuelas. Los comunarios tienen que llevar a sus hijos a pasar clases al municipio de Cliza, Toco o Cochabamba.
RESTOS DE HISTORIA
Pero a pesar de sus adversidades, la gente de Flor de Pucara conserva dos principales atractivos turísticos, un molino que funciona desde hace más de 100 años donde muelen trigo que sirve para la alimentación y elaboración de chica. A pesar del tiempo transcurrido, conserva sus características originales y es todo un “tesoro” de los comunarios.
“Este molino funciona desde nuestros abuelos, el 2.000 hemos construido este techo y hasta ahora utilizamos en beneficio de la comunidad”, manifestó Freddy Beltrán.
A unos escasos 50 metros de su vivienda, se encuentran construcciones y restos de la cultura incaica que son todo un atractivo para los circunstanciales visitantes quienes no dudan en sacar fotos y disfrutar de estos vestigios que perduran en el tiempo. Un aire de misterio y secretos se esconden en la zona.
En el lugar, también se advierten restos de cerámica que utilizaban los incas para construir sus jarras, vasijas, adornos. Las piezas tienen características rústicas, colores y arreglos llamativos, que son pruebas mudas de una civilización muy avanzada que habitó hace miles de años en la comunidad.
Los comunarios esperan que a corto plazo se pueda convertir el lugar en una ruta turística que por sus características, inclusive podría ser declarada como patrimonio cultural. Por ahora, mantienen la esperanza que las autoridades resuelvan el problema del agua y mejoren sus condiciones de vida.
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