Revalorización e investigación. Acaba de finalizar la primera fase del proyecto de reorganización del Jardín Botánico para recuperar su potencial ecológico. Hoy este Museo vivo está tratando de recuperar su sitial.
¿Quién no conoce el Jardín Botánico de la ciudad?. Son muy pocas las personas que no ingresaron a él, puesto que era una cita casi obligatoria durante la formación escolar. Hace apenas un par de décadas la mayoría de los colegios tenía programada una visita guiada anual a este lugar.
Con la información recolectada se preparaba un informe para la clase de Biología o era una guía para iniciar el trabajo del herbario. En aquel entonces ya se podía apreciar la amplia diversidad de plantas y flores existentes.
El Jardín Botánico “Martín Cárdenas” tiene 4.5 hectáreas de terreno, que ya en 1962 se destinaron para preservar, promover la investigación, la enseñanza y exhibición de la flora; así como también la conservación de la diversidad florística de la región.
Martín Cárdenas era profesor en la especialidad de Ciencias Naturales y Química y tenía una gran vocación por la botánica, por ello realizó numerosos viajes de recolección por todo el país. Esta su pasión lo llevó a ganarse la fama de “loco”, pero fue así que logró clasificar a 6.500 plantas de la flora de Bolivia, describió 180 especies de nuevos cactus, con 16 variedades; muchas de las cuales las trasplantó él mismo con sus propias manos en este jardín.
En su origen este Jardín Botánico contaba con 50 especies de árboles, una colección de cactus andinos, una sección de 25 mil ejemplares de diferentes especies y una pequeña edificación que en algún momento sirvió como laboratorio de investigación. Se trataba de todo un proyecto científico que con el paso del tiempo fue decayendo; pero que recientemente autoridades municipales de la nueva gestión edil están tratando de recuperar este espacio y proyectarlo para la nueva generación.
Este 12 de noviembre se recordó una aniversario más del nacimiento de Martín Cárdenas Hermosa y en su honor este fin de semana se reunieron viveristas y autoridades locales en el Jardín Botánico de esta ciudad, para establecer los objetivos y las metas que guiarán las acciones de las personas que se comprometieron a desarrollar el Jardín en esta nueva etapa.
La joya del Jardín
Una de las primeras acciones para reconocer la riqueza biológica del Jardín fue la catalogación de la flora existente. Un trabajo que fue desarrollado durante varios años por las biólogas cochabambinas: Erika Fernández y Nelly de la Barra Ricaldes, especialistas en Ecología Vegetal, quienes catalogaron 320 especies y cuyo trabajo quedó plasmado en la “Guía de Plantas del Jardín Botánico”, proyecto que se realizó con el apoyo de la Universidad Mayor de San Simón y la Cooperación Sueca.
De acuerdo a Nelly de la Barra, investigadora bióloga dependiente de la Empresa de Áreas Verdes y Recreativas (Emavra), asegura que existen algunas especies que son bastante peculiares y gracias al esfuerzo de esta última gestión se lograron rescatar algunas especies que ya estaban en peligro de extinción.
Asimismo, implementaron nuevos sectores, mejoraron los ambientes y resguardaron plantaciones que datan de la época del fundador Martín Cárdenas, como las palmeras andinas, más conocidas como “Janchicoco”, traídas desde Chuquisaca.
También hay que nombrar la riqueza que existe en el cactario, donde se han catalogado 25 de las más de 100 especies del Jardín. En este sector destaca el Ayrampu del Valle, cuyo nombre científico es Opuntia Cochabambensis Cárdenas.
Otra de las variedades más sobresalientes de este lugar es el chillijchi, cuyas flores son consumidas en la gastronomía local en rebosado o en ají, además de la kewiña, el roble y corcho.
Así se podría hacer un recorrido literario por las 320 especies catalogadas, no obstante, ahora se hablará de los proyectos que se están implementando y las mejoras que se están proyectando para poder recuperar el sitial de preferencia que teníamos a nivel nacional; quizá mucho desconocen que este Jardín es el segundo más grande e importante del país, el primero es el de Santa Cruz con 186 hectáreas.
proyecto de reflorecimiento
A partir de la gestión 2013, las autoridades municipales de aquel entonces vieron la manera de impulsar y retomar las riendas de este espacio científico; por ello se creó la Unidad de Investigación Científica, que cuenta con un presupuesto determinado por la Alcaldía, situación que no se vivía en otras gestiones.
Con este dinero el equipo de profesionales se dedicó a introducir especies nuevas, pero también lograron rescatar algunas que ya estaban en peligro de extinción.
César Navia Arzabe, jefe de la unidad de investigación científica del Jardín Botánico, afirma que entre los proyectos más importantes de esta gestión es fortalecer las especies de este jardín con especies nativas. De esta manera la gente podrá identificar y conocer la riqueza natural de su tierra.
“Estamos tratando de hacer cumplir con uno de los objetivos para lo que fue creado el Jardín Botánico que es contar con las plantas en exposición, reproducirlas en plantines para contar con reserva y además conservar las semillas para uso científico y de protección, en caso de pérdida”, afirma Navia.
Javier Villarroel Inturias, ingeniero agrónomo, encargado de mantenimiento del Jardín Botánico, afirma que son muchos los esfuerzos que se realizan
para preservar las cinco áreas con las que nació el Jardín (cactáreo, amarilidaceas, medicinal, exposición y vivero), para las 12 personas que allá trabajan, divididas en el área de administración
y mantenimiento.
NUEVOS VIVEROS
Con la nueva visión de desarrollo del Museo Jardín se estableció un programa de acción conjunta, que por razones administrativas se dividió en tres partes.
La primera consiste en la construcción de nuevos viveros y la implementación del área de educación ambiental; la segunda, en la construcción de un laboratorio de apoyo al área de investigación y la tercera está orientada a la conservación y el trabajo continuo en el área de investigación.
De acuerdo a Villarroel se tiene previsto la habilitación un ambiente destinado a la educación ambiental con especialistas que brinden cursos educativos a los niños.
“Todo este proyecto demandará la inversión aproximada de medio millón de bolivianos”, afirma César Navia.
A la fecha uno de los viveros, que tiene mayor avance se encuentra ubicado en la parte posterior del Jardín Botánico, allí se construyó un lugar de aclimatación para las especies tropicales.
El domo tiene una altura superior a los 35 metros, donde se tuvo que ver la planimetría y así plantar las palmeras de mayor desarrollo en los lugares precisos.
“Hemos ido a recoger la donación de 300 especies del Jardín Botánico de Santa Cruz”, afirma Nelly de la Barra.
Así también se pretende replicar los ecosistemas de los Yungas. “Este último espacio contará con al menos 100 especies nativas de la región de La Paz, para que las personas no tengan que viajar hasta allá para apreciar la variedad de plantas que hay”, afirma De la Barra.
Otro de los viveros estará destinado a la colección de las orquídeas. Son ambientes en los que se implementa todo lo necesario para emular el clima de origen de las plantas. Así como el sistema de riego, las plantas, el arboletum y los pasillos internos.
En síntesis todos están trabajando y coordinando esfuerzos para levantar una institución tan representativa para la región.
Conciencia social
César Navia y Javier Villarroel aseguran que uno de los mayores problemas que enfrenta esta institución es la falta de conocimiento y educación de la gente que ingresa a este sector.
“Las personas vienen a acampar, a jugar con pelota y, muchas veces, dañan las plantas”, añaden.
“Los visitantes deben informarse que están ingresando a un museo de especies vivas y que por lo tanto hay que cuidarlas”, asegura Villarroel.
Es importante recalcar la importancia del Jardín Botánico, puesto que resguarda información vital de la flora boliviana, que debe ser protegida por los visitantes y estudiada por los científicos.
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