sábado, 28 de noviembre de 2015

Tarija El Lazareto, de refugio de leprosos a proyecto para un complejo turístico



El Lazareto es uno de los lugares que forman parte de la historia de Tarija cuya preservación se hace necesaria no solo por su relevancia histórica sino también por su importancia religiosa.
En ese sentido el Municipio de Cercado ha realizado ya acciones destinadas a restaurar y preservar lo que queda de este lugar de peregrinación religiosa que ha cobrado estatus de leyenda debido a que albergó por décadas, de 1858 a 1892, a los “lazarientos”, como denominaban a las personas enfermas de lepra en un lugar alejado de la ciudad, muy pegado al cerro dentro de la Reserva de Sama, y que aún hoy, se conoce como Lazareto.
Más de un siglo después, los comunarios de la zona recuerdan aún los relatos de sus abuelos sobre la existencia del sanatorio construido por los franciscanos para destinar a las personas aquejadas con el “mal de San Lázaro”, la lepra.
“La construcción la hicieron los franciscanos, con ayuda de gente que han traído de otros lugares”, explica doña Benigna Gareca, cuya familia habita en la zona desde hace varias generaciones y quien oyó las historias de la voz de sus abuelos.
No quedan claras las razones por las que el sanatorio fue cerrado pero existe una leyenda que hace referencia a que los enfermos de lepra fueron asesinados y el sanatorio incendiado.
Hoy sólo quedan las ruinas del sanatorio, el cementerio y la capilla que fue recientemente restaurada a iniciativa del municipio de Cercado.
El cementerio se ha convertido en el camposanto de las comunidades vecinas por lo que en esta época conserva todavía los arreglos del Día de Todos Santos. En un lugar más cercano a la capilla se pueden aún ver las tumbas antiguas en las que se presume fueron enterrados los enfermos de lepra que fallecían en el lugar. En una de ellas se puede leer 2 de enero de 1920, tallado toscamente en la piedra clavada en el suelo para marcar el lugar.
Diversos letreros van indicando cuales fueron los ambientes de los que constaba el antiguo “lazareto”, un pabellón de mujeres con su respectivo patio, que según doña Benigna, quien nos guía por el lugar, debió ser un huerto.
También se ha señalizado el sendero que lleva a las aguas curativas que bajan del cerro y caen en pequeña cascada en primavera y que se dice que los enfermos utilizaban para lavar sus heridas que iban sanando gracias al poder de estas aguas.
“Todo depende de la fe-dice Benigna- Yo he visto mucha gente que viene de lejos solo por las aguas, vienen con mucha fe y se sanan”. Recuerda especialmente el caso de una joven que trajeron de Santa Cruz. “Cuando la han traído, esa chica no caminaba y se veía muy mal, entonces la han llevado hasta el pie del cerro y la han bañado con el agua. Después ella ha vuelto, un mes después y estaba sana, esos milagros ocurren pero dependen mucho de la fe”.
La gente viene en cualquier momento del año por las aguas curativas pero desde principios del siglo XX se ha convertido en tradición la visita de los promesantes chunchos y de cientos de personas que llegan entre los meses de septiembre y octubre.“Son tres domingos que viene gente de todo lado”.
Visitan la capilla que ya fue refaccionada y en la que se han puesto las imágenes, en paralelo, a los dos lados de la puerta, de un enfermo de lepra y un chuncho para significar la simbología de estos promesantes que lucen vistosas vestimentas y bailan en honor al patrono San Roque. “Los chunchos se visten como los enfermos de lepra, por eso han pintado estas imágenes de chunchos en la entrada de la capilla”, destaca.

Lazareto conserva parte de sus infraestructuras

Sanatorio
Nadie conoce los motivos exactos por los que se cerró el sanatorio de Lazareto y en las inmediaciones se puede encontrar sembradíos de maíz en los que se alimentan las vacas.
Lápidas
En medio de las tumbas recientes se puede encontrar lápidas de piedra que según cuentan los comunarios son la piedras que colocaban para identificar las tumbas de quienes morían de lepra.
Cementerio
Poco a poco el cementerio de Lazareto, en el que se sepultaba a los enfermos de lepra fallecidos se fue convirtiendo en el cementerio de las comunidades vecinas por lo que hoy gran parte del terreno es ocupado por el camposanto.


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