Hace 70 millones de años, por primera vez se daba el intercambio de faunas entre América del Norte y del Sur, haciendo que dinosaurios de pico de pato (hadrosaurios) y herbívoros acorazados (anquilosaurios) poblaran Sudamérica. A la vez, por vez primera, el aún joven Océano Atlántico se aventuraba tierra adentro inundando gran parte de Argentina y el sur de Bolivia, para retirarse poco después dejando grandes lagos.
En ese contexto vivieron los dinosaurios que dejaron sus huellas en Cal Orck’o. Sin embargo, los dinosaurios de hace 70 millones de años no eran los mismos que hace 120 o hace 200. Y eso queríamos mostrar: los linajes nativos de Sudamérica, junto con los recién llegados de Norteamérica.
¿Podríamos habernos encontrado con un braquiosaurio africano? No, pues los dinosaurios no cruzaban los mares, pero sí podríamos hallar en teoría a un Tyrannosaurus, ya que aunque vivieron en Norteamérica ¡Acabábamos de establecer conexión! Además, no sólo dinosaurios vivían en aquellos tiempos, por lo que dotamos al parque de cocodrilos, tortugas, serpientes y hasta pequeños mamíferos y peces. Y como no podíamos descuidar el ambiente también buscamos las plantas adecuadas.
Para ello fui a buscar plantas a un vivero de Sucre y otro de Cochabamba, pero no tenían más que ornamentales clásicas, por lo que hice una apuesta mayor y me fui a Argentina a buscar las plantas adecuadas, como araucarias, pinos del cerro (Podocarpus), algunos tipos de magnolias y hasta helechos de varios tipos. El viaje de vuelta, con mi esposa, el camión cargado de plantas y mi perro demoró varios días y tuvo al menos dos desperfectos mecánicos graves, pero llegamos y pudimos plantar los ejemplares que trajimos en el parque y muchas ahí están aún.
La construcción del parque fue para mí un desafío y un compromiso que exigía lo mejor. A diferencia de muchos otros paleontólogos, siempre me pareció importante mostrar los resultados de nuestras investigaciones, lo que algunos llaman “hacer divulgación”, por lo que para cuando Carlos Calvimontes me “reclutó”, ya llevaba escritos tres libros para niños sobre dinosaurios, muchísimas apariciones en televisión y había coordinado exhibiciones de fauna fósil con paleoartistas argentinos. Aunque yo sabía mucho de dinosaurios argentinos y casi nada sobre los hallazgos en Bolivia, básicamente era lo mismo, ya que los dinosaurios ignoraban las barreras políticas, y solo respetaban montañas, desiertos, ríos y mares. En teoría, un dinosaurio hallado en Argentina o en Brasil debió vivir también con seguridad en Bolivia, así que el resto fue solo reconocer los linajes de dinosaurios en las huellas que hallábamos en el farallón y buscar el mejor modo de representarlos.
El Parque Cretácico no iba a ser un simple muestrario de monstruos sino una herramienta educativa de gran valor para contar a los bolivianos y a los extranjeros la historia de ese lugar de Sudamérica.
Una parte importante sería que el parque produjera resultados en investigación, así que, en una campaña nacional, salimos a buscar nueva información, confirmando las huellas de Ñujchu, del Churuquella y también hallamos por primera vez huellas de dromeosáuridos o “raptores” en Toro Toro. También en aquellos días surgió la idea de ir a Icla, pero no la concretamos hasta varios años después.
Algunos de los problemas que afrontamos fueron la potencia de las tomas eléctricas para soldar, la inundación de parte de la zona de trabajo con las lluvias, algunos retrasos en los pagos –que llevaron incluso a una huelga de escultores en la panza del titanosaurio–, los protagonismos de un artista frente a otro, e incluso algunas diferencias entre colegas que no pasaron a mayores.
La experiencia de haber podido decidir qué animales se representarían en el parque, en qué postura, qué colores tendrían y qué dirían los carteles fue para mí una oportunidad inigualable de dejar plasmados mi conocimiento e ideas de un modo muy contundente, una oportunidad que se da pocas veces en la vida y de la que estoy muy agradecido.
En suma, fue una experiencia enriquecedora trabajar con personas que le pusieron todo el esfuerzo, compromiso y le dieron el empuje a este proyecto como la licenciada Roxana Acosta y el ingeniero Carlos Calvimontes, gestores de esta iniciativa.
EL VALOR DEL COMPLEJO TURíSTICO Y CIENTÍFICO
En Cal Orck’o se encuentra un notable yacimiento paleontológico que, mediante el empeño de mucha gente y el trabajo focalizado y de conjunto, ha sido valorizado no sólo a nivel local sino también como Parque temático y atracción internacional con el Parque Cretácico. Muchos han sido los problemas menores acaecidos durante su construcción y mucho el dinero y esfuerzo invertido para lograr que una parte nunca antes explotada del patrimonio natural boliviano se convirtiera en un atractivo turístico.
El parque resultó en una obra notable. Nunca antes se había hecho algo de tal calidad y nunca después pudo ser realizado algo similar en Latinoamérica, a pesar de que se ha intentado.
Bolivia está creciendo cada vez más y por ello debe mirar sus pies, debe apoyarlos con cuidado, pero no sólo en lo que le da una fortaleza económica sino también, como lo ha venido haciendo en la parte humana, en su fortaleza cultural y natural. Y la potencia cultural de Bolivia no se limita al increíble potencial humano de su gente y su cultura, tal vez la más bella de toda América del Sur, la cultura está también bajo la tierra, en las rocas, en los seres que vivieron antes que nosotros y que de a poco vamos conociendo. Hasta la fecha, hemos conocido muy poco, ya que la labor paleontológica se realiza con cuidado, tiempo, profesionalismo y dinero. Dicho trabajo sirve, no sólo para el conocimiento de los científicos, sino para instruir a las generaciones futuras. Eso hemos entendido al hacer el Parque Cretácico.
A diferencia del trabajo que normalmente desarrollamos muchos científicos, el trabajo del parque ha intentado en estos años no sólo preservar el lugar, sino también hacer participar a la comunidad científica, a las autoridades municipales, educativas y culturales.
En cualquier lugar del mundo, para ver huellas de dinosaurios, la gente viaja más de 100 kilómetros por caminos de montaña. Aquí, en Sucre, las huellas están a cinco kilómetros por carretera. Un lugar donde se hallan animales prehistóricos y donde se desarrollan actividades educativas con las escuelas locales, incorporando a chicos de jardín, escuelas primarias, secundarias, escuelas de chicos especiales y aquellos con dificultades sociales. Un lugar donde no sólo se hallan fósiles sino también otras actividades educativas de valoración de la naturaleza en coordinación con la visita del Museo, lo que contextualiza y afirma la enseñanza.
Potenciales
"Y la potencia cultural de Bolivia no se limita al increíble potencial humano de su gente y su cultura, tal vez la más bella de toda América del Sur, la cultura está también bajo la tierra, en las rocas, en los seres que vivieron antes que nosotros y que de a poco vamos conociendo".
Fósiles
"Un lugar donde no sólo se hallan fósiles sino también otras actividades educativas de valoración de la naturaleza en coordinación con la visita del Museo, lo que contextualiza y afirma la enseñanza".
*Ex-Director Científico del Proyecto Parque Cretácico
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