En lo primero que piensa Louis-Philippe Locke
cuando quiere emprender un viaje es en la importancia, belleza y que tan
interesantes podrían ser los paisajes que verá.
Este explorador de 38 años, originario de Mouscron, Bélgica, en el 2013 quiso conocer Suramérica para encontrar nuevas aventuras que se sumarán a su largo prontuario. “Fui a Bolivia tres años atrás y viaje como turista normal de Colombia a Chile, la idea fue viajar y preparar varias expediciones”, expresó Louis al recordar su primera vez en tierras bolivianas.
Mientras el recorrido, se enteró de un lugar que por obligación debía conocer a profundidad, este era el salar de Uyuni. Para él, no había tanta gente que lo haya atravesado y sabía que escondía grandes cosas por descubrir.
Este explorador de 38 años, originario de Mouscron, Bélgica, en el 2013 quiso conocer Suramérica para encontrar nuevas aventuras que se sumarán a su largo prontuario. “Fui a Bolivia tres años atrás y viaje como turista normal de Colombia a Chile, la idea fue viajar y preparar varias expediciones”, expresó Louis al recordar su primera vez en tierras bolivianas.
Mientras el recorrido, se enteró de un lugar que por obligación debía conocer a profundidad, este era el salar de Uyuni. Para él, no había tanta gente que lo haya atravesado y sabía que escondía grandes cosas por descubrir.
En ese mismo año intentó hacer el recorrido de los
dos salares empezando en el Coipasa y terminando en el gigante Uyuni,
pero falló. “La primera vez me preparé, pero no fue suficiente.
Llevé una mochila de 53 kilogramos, con casi 34 litros de agua y 5
kilogramos de comida. Fue todo muy pesado y a mis pies les salieron
ampollas”, dijo con tono de decepción en sus palabras.
“Esa vez llore por uno o dos minutos, pero de inmediato pensé en lo que debería mejorar para la siguiente vez”, afirmó.
Luego de tres años, el pasado septiembre llegó a Bolivia con la convicción de no volver a cometer los mismos errores y poder lograr su hazaña. El 27 de septiembre empezó su aventura en Sabaya, Oruro, aunque muchos habitantes lo señalaban de loco y le advertían de los peligros a los que se enfrentaría.
“Esa vez llore por uno o dos minutos, pero de inmediato pensé en lo que debería mejorar para la siguiente vez”, afirmó.
Luego de tres años, el pasado septiembre llegó a Bolivia con la convicción de no volver a cometer los mismos errores y poder lograr su hazaña. El 27 de septiembre empezó su aventura en Sabaya, Oruro, aunque muchos habitantes lo señalaban de loco y le advertían de los peligros a los que se enfrentaría.
Estás vez se aseguró y solo llevó una maleta de 40
kilogramos con estrictamente lo necesario, una chaqueta gruesa para el
frio, una buena bolsa para dormir y su GPS que lo usaría para no perder
tiempo en su caminata, se lleno de fuerza y comenzó a caminar.
“Esta experiencia es como casarse con las aventuras, hay problemas, pero totalmente estamos en la tierra para aprender cosas. Para mi vale la pena hacerlas, así sean peligrosas, pero al final aprender de ellas”, dijo con una voz maltratada y agobiada por los efectos del cansancio.
“Esta experiencia es como casarse con las aventuras, hay problemas, pero totalmente estamos en la tierra para aprender cosas. Para mi vale la pena hacerlas, así sean peligrosas, pero al final aprender de ellas”, dijo con una voz maltratada y agobiada por los efectos del cansancio.
Lo más complicado de la aventura es cargar el equipaje
que se lleva para sobrevivir durante los días de la exploración, aunque
la idea es que éste vaya disminuyendo al pasar del tiempo. Por ejemplo,
Louis en esta ocasión decidió comer todo frío para no tener que cargar
equipos de cocina, es decir, el objetivo siempre es aligerar peso en su maleta.
Además de los impresionantes paisajes, Louis cuenta que hubo algo que realmente llamó su atención y lo dejo con ganas de volver para descubrir aún más. “Antes del último día, vi unos ‘huecos’, estos median casi un metro cuadrado y estaban llenos de agua muy salada. Yo intente con todo lo que tenía tocar el fondo y nunca llegué. Sentí que debía bucear dentro pero no llevaba el equipo necesario”, relató.
Además de los impresionantes paisajes, Louis cuenta que hubo algo que realmente llamó su atención y lo dejo con ganas de volver para descubrir aún más. “Antes del último día, vi unos ‘huecos’, estos median casi un metro cuadrado y estaban llenos de agua muy salada. Yo intente con todo lo que tenía tocar el fondo y nunca llegué. Sentí que debía bucear dentro pero no llevaba el equipo necesario”, relató.
Para el belga este tipo de viajes y exploraciones podría llevar a la reflexión a la juventud del mundo, ya que hay mucho por conocer. El Internet no es lo único que puede mostrarnos el universo, es necesario tomar la iniciativa y llegar a sitios increíbles por si solos.
“Perdí gran cantidad de musculo y grasa, estoy un poco débil y además resfriado por el frío que había. Pero la satisfacción de haber visto lo que vi supera todo eso”, aseguró.
“Perdí gran cantidad de musculo y grasa, estoy un poco débil y además resfriado por el frío que había. Pero la satisfacción de haber visto lo que vi supera todo eso”, aseguró.
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