martes, 4 de octubre de 2016
Fábrica de Dinosaurios
No sabíamos nada de paleontología, no sabíamos nada de escultura. ¿Quiénes podrían fabricar las réplicas de dinosaurios? ¿Cómo y con qué materiales las haríamos? Y teníamos el compromiso con el BID, FONDESIF, la entonces Prefectura, la Alcaldía y FANCESA de completar en un plazo de nueve meses, con la exhibición de 16 esculturas, la mayor inversión público-privada en desarrollo turístico de la región.
Llevando ya un par de años como Gerente de Finanzas de Fancesa, un día de mayo de 2005 el Directorio de la empresa me sorprendió pidiéndome que me integrara al Directorio del Proyecto del Parque Cretácico, "porque los chuquisaqueños somos buenos para pelearnos y como usted es paceño", me dijeron refiriéndose medio en broma, medio en serio, a la tensa confluencia de tres entidades chuquisaqueñas en la iniciativa. Sin embargo, seguramente no sabían que mi abuelo y ascendientes paternos eran chuquisaqueños y feliz yo había vuelto a vivir en Sucre donde, procedentes de la Aquitania francesa, los Calvimontes se afincaron desde el siglo XVII.
Naturalmente acepté honrado el nombramiento y conocí entonces a Roxana Acosta, la entusiasta, inquebrantable y vital impulsora del Proyecto quien me mostró que el Componente Infraestructura ya estaba muy bien encaminado, mientras que había un retraso absoluto en el Componente Esculturas de Dinosaurios, razón por la cual tomé ese proyecto a mi cargo, aunque sobre él sólo existía un grueso esbozo conceptual y una asignación presupuestaria en el proyecto que se había convenido con el BID, junto con muchas, en realidad demasiadas, interrogantes.
Unos 70 millones de años después de la desaparición de los dinosaurios, afortunadamente Internet me permitió un enriquecedor viaje en el tiempo para conocerlos.
Además de tomar contacto con el doctor Christian Meyer, investigador de las huellas de Cal Orck’o; recorrí virtualmente toda la paleontología mundial durante varios días, hasta descubrir que felizmente el país que mayor desarrollo tenía en esta ciencia en Latinoamérica era nada menos que la vecina Argentina. Entonces fui haciendo contacto con varios paleontólogos, "paleoartistas" (artistas gráficos y escultores que se dedican a representar especies prehistóricas) y museos de ese país.
Así entonces, en un acelerado viaje por Argentina pude visitar varias excavaciones y museos paleontológicos y, aún más importante, conocí personalmente, me enriquecí con largas conversaciones y obtuve generosos consejos para nuestro proyecto, de nada menos que del padre de la paleontología contemporánea argentina, el doctor José Bonaparte y de varios de sus experimentados ex alumnos. Asimismo, disfruté la pasión por los dinosaurios y comencé a conocer las técnicas escultóricas de algunos paleoartistas. Finalmente, el resultado más relevante del viaje para nuestro componente “dinosaurios”, fue contar con acompañamiento científico desde la selección de las especies de dinosaurios hasta la creación de las esculturas.
Consecuentemente, efectuamos la búsqueda y contratación de un director científico “in situ” para el Proyecto. Es así que, fruto de un concurso entre paleontólogos argentinos, tuvimos la fortuna de seleccionar a uno joven y apasionado, el Dr. Sebastián Apesteguía, quien como se ha visto condujo finalmente el Parque Cretácico al altísimo nivel científico que reconocemos hoy.
Asimismo, efectuamos simultáneamente un concurso entre paleoartistas de Argentina, Brasil y Chile, quienes debían aportar con las técnicas de reproducción y de texturizado de las esculturas de dinosaurios, dirigiendo y capacitando a equipos de escultores nacionales. Como resultado de esto, contratamos a los argentinos José Luis Gómez, Carlos Papolio, Jorge Blanco, Jorge González y Santiago Druetta, todos con manos expertas de artista paleontológico y a la vez, o en esencia, con corazón de niño enamorado de los dinosaurios.
Casi de inmediato convocamos a este nuevo equipo a Sucre y comenzamos a trabajar en las oficinas de FANCESA. La primera tarea fue seleccionar las especies de dinosaurios que reproduciríamos en esculturas, que definimos que fueran 26, para lo cual nuestra nueva autoridad científica nos guió buscando las que tuvieran evidencia de haber existido en el Cretácico en Sucre.
Luego definimos las escenas o dioramas de las esculturas, aprovechando las distintas ubicaciones y perspectivas del Parque, con representaciones vivas del ciclo natural, como nacimiento, cría, cacería y eligiendo el sitio del fondo para el magnífico Titanosaurio, que sería el emblema del Parque. Sin embargo, hubo un tema de discusión que nos llegó a preocupar, todos los paleoartistas dominaban la técnica escultórica con resinas epoxi, muy maleables y ampliamente difundidas al interior de los museos argentinos; sin embargo no tenían experiencia en alguna técnica que permitiera preservar las esculturas a la intemperie, ya que el epoxi no resiste la radiación solar ultravioleta y menos aún en las alturas andinas de Sucre.
Simultáneamente, con Roxana Acosta, convocamos al Concurso Nacional de Escultores, el cual tuvo una excelente respuesta de más de 60 artistas de todo Bolivia, quienes se congregaron a mostrar sus pequeñas muestras escultóricas de dinosaurios y a competir en vivo modelando en arcilla en la Casa de la Cultura de Sucre, a la vista y asombro de toda la población que se dio cita a este particular evento. Los paleoartistas argentinos, como jurado, eligieron a los ocho escultores premiados que los acompañarían directamente en el proyecto: el tarijeño Juan Carlos Vásquez, quien lamentablemente luego no pudo integrarse al equipo; el orureño Edgar García, a quien por su experiencia nombramos luego Asesor Técnico; los cochabambinos Dennis Antezana, Roger Araoz, Rodolfo Araníbar y Ramiro Numbela; y los chuquisaqueños Rolando Pórcel y Javier Portugal.
A estos se sumaron luego otros escultores con Mención Especial en el Concurso: los paceños Sulma Barrientos y Abel Bellido; los chuquisaqueños Nicolás Gastelú y Armando Pórcel; los orureños Rolando Rocha y Franklin Ríos, a quien por su experiencia nombramos Jefe de Producción; y otras menciones: la brasileña Suely Aguiar y los locales Jaime Quispe e Ives Bustillos.
De inmediato, el 3 de octubre se dio inicio a los trabajos, aprovechando algunos espacios físicos que amablemente nos proporcionó FANCESA en las instalaciones de la planta. Rápidamente comenzaron a surgir las primeras maquetas a escala de los dinosaurios, dirigidas por los paleoartistas y modeladas en conjunto con los escultores nacionales, que hacían sus primeras armas representando a estos "bichos", como a partir de ese momento comenzamos a llamar con cariño a estos animales admirables que reviviríamos después de 70 millones de años.
De la experiencia de los escultores nacionales salió finalmente la solución al tipo de materiales que utilizaríamos para los "bichos"; si bien los paleoartistas producían esculturas para museos, los artistas bolivianos lo hacen para plazas y casi siempre para la intemperie; por lo tanto la técnica que recomendaron y que conocían bien fue, en resumen, moldear en arcilla sobre estructuras metálicas soldadas, "taselar" (obtener moldes negativos por piezas ) en yeso, luego "enfibrar" (positivar la superficie definitiva en forma de placas) con resina poliéster y fibra de vidrio, materiales altamente resistentes a la luz ultravioleta; para finalmente ensamblar las piezas sobre las mismas estructuras de metal.
Sin embargo, esta técnica no sería aplicable al titanosaurio, debido a sus enormes dimensiones, por lo que se planteó fabricarlo en fibrocemento.
Fácil de decir. Inmediatamente debimos seleccionar y traer toneladas de la mejor arcilla del país, que los escultores identificaron en Oruro; importamos fibra de vidrio y resina poliéster de los mejores proveedores mundiales; encargamos asbesto de las minas de Cochabamba para el fibrocemento; compramos localmente grandes cantidades de fierro y mallas de construcción, más bloques de plastoformo para armar las estructuras y volúmenes interiores de las esculturas; y, obviamente, en el titanosaurio trabajamos con cemento FANCESA.
Naturalmente no fueron menores las tareas de planificación, organización y logística, en las que junto al flamante profesional Sergio Bonilla, que contratamos como Administrador, debimos sacar lustre a nuestra estructuración ingenieril, dado que las expectativas del Proyecto y las ambiciones compartidas con el equipo eran muy grandes, los plazos extremadamente cortos y los recursos, limitados. Todos los documentos que he desempolvado después de diez años, no son propios de un proyecto científico, ni artístico, sino de un proyecto de ingeniería. Es que disciplinas de la ciencia, el arte, la técnica y la industria tuvieron que engranarse perfectamente para impulsar una inaudita ¡fábrica de dinosaurios en Sucre!
EL GIGANTE
El titanosaurio de 36 metros de longitud de cabeza a cola y 18 metros de altura fue creado con fibrocemento, un material poco conocido en ese entonces, siendo un reto el lograr su ejecución.
Y como toda fábrica, tuvo que contar con un gran galpón industrial. Los "bichos" iban creciendo en tamaño y cantidad, y pronto el proyecto ya sumaba más de 50 personas, porque a los 25 del equipo base, se habían sumado otro tanto de artesanos: soldadores, albañiles, ayudantes, etc., y practicantes de la Escuela Taller de Sucre. Entonces inventamos un galpón de más de 400 metros cuadrados que, cual piezas de lego, armamos apilando containers metálicos de FANCESA, en sus propios predios.
Capítulo aparte constituyó el titanosaurio de 36 metros de longitud de cabeza a cola y 18 metros de altura, cuya maqueta a escala era más grande que varias de las otras esculturas ya en su tamaño definitivo, y que además fue definida en fibrocemento, un material poco conocido por los escultores del proyecto. Felizmente, sin embargo, logramos reclutar en Santa Cruz de la Sierra al escultor Guillermo García, quien sí tenía alguna experiencia en esta técnica. Asimismo, sumamos al equipo al ingeniero Edgar Grandón, como asesor estructural, para el diseño de la estructura metálica del titanosaurio y la revisión de todas las demás esculturas.
Finalmente, desafío adicional fue la convivencia diaria de hasta 70 personas, entre argentinos y bolivianos de diversos departamentos, a buena parte de los cuales alojamos en una casa grande de dos patios que alquilamos en la ciudad, además de la atípica interacción multidisciplinaria entre científicos, artistas, ingenieros, técnicos y obreros, que hablamos distintos idiomas cuando se trata de perfección, belleza, tiempo y dinero. Tuvimos que aprender a entendernos, pero trabajamos todos ilusionados con un mismo fin e hicimos gran amistad, aunque tuvimos que apagar varias "revoluciones" en el camino.
A estas alturas de la vida, he tenido grandes y diversos retos tanto en Bolivia como en el extranjero, pero ninguno de ellos fue tan inesperado, emocionante, demandante de ingenio y creatividad, y con tan maravillosos resultados como la Fábrica de Dinosaurios del Parque Cretácico de Sucre, que durante la última década le ha permitido a Sucre contar con una joya más entre sus riquezas.
*Ex-Director del Componente Dinosaurios del Proyecto Parque Cretácico Sucre
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