Apenas escuchaba el sonido de los motores los camiones y las motocicletas, la amauta Cecilia Arminta Mamani, alzaba una q’oa (sahumerio) con incienso y palo blanco. "Estamos muy alegres por la llegada del Dakar a Bolivia. Prendemos mesas para pedir que no sufran accidentes”, comentaba emocionada.
Mamani, vestida con una manta roja y un sombrero blanco, estaba parada cerca del peaje de la autopista de la ciudad de El Alto, donde miles de personas se acomodaron desde las 7:00 como para ver el paso de una Entrada folklórica. Incluso la Alcaldía de la urbe alteña instaló un palco donde, al promediar las 11:30, se apostaron dos reinas de belleza para saludar a los pilotos del rally Dakar 2017.
Frente al escenario se paró un grupo de Cebras que esperaba la llegada de los competidores bailando desde morenada hasta la cueca Viva mi patria Bolivia. Ante la amenaza de lluvia, las cholitas luchadoras decidieron retrasar su espectáculo y se acomodaron cerca de las Cebras para recibir a los competidores. Algunas de ellas se colocaron sus características máscaras, otras prefirieron sujetar banderas tricolores.
Desde las 10:00, el amauta Abelino Choquetarki se acomodó cerca del palco para realizar sahumerios. "Somos más de 150 amautas. El año pasado, viajamos a Villazón para recibir también al Dakar. Queremos que ellos conozcan nuestra cultura”, dijo.
Detrás del escenario, más de 10 madres arreglaban ajetreadas a sus hijos, quienes minutos después interpretaron desde diabladas hasta taquiraris.
Agitado, Armin Juan Mamani llegó al peaje cerca del mediodía. "He venido desde la zona 16 de Julio para ver pasar los carros y las motos del Dakar. Quiero que mi hermanito vea los autos”, contó, mientras su hermano de 13 años no dejaba de sacar fotografías con su teléfono celular.
"Banderas, banderas para recibir al Dakar”, gritaba Fabio Villa, quien aprovechó la jornada para vender tricolores a 10 bolivianos. "Hemos traído unas 50 banderas para vender. Todos estamos emocionados. Yo quería ver a Wálter Nosiglia, pero lamentablemente ya abandonó la carrera”, comentó.
De rato en rato, José Luis, de ocho años, dejaba su puesto de dulces, ubicado al extremo derecho del escenario principal, para ver el paso de los motociclistas. "Quiero ver al Chavo”, dijo con una sonrisa pícara. "He llegado a las 9:00 para vender dulces. Le ayudo a mi mamá. Hemos venido desde la zona Roberto Quintanilla de la 16 de Julio”.
Al igual que José Luis, cada vez que pasaba un motociclista, Emiliano, de siete años, pensaba que era el piloto boliviano Chavo Salvatierra. "Mi sueño es verlo”, comentó. Al igual que el resto de la gente siempre que pasaba un camión o motocicleta, el niño aplaudía y gritaba.
La ilusión de ver pasar al Chavo no sólo cautivó a los más pequeños, los adultos también esperaban emocionados el arribo del piloto. "Dicen que llegará escoltado por un helicóptero”, comentaba una mujer.
Tal fue la emoción de la gente que el animador anunció la llegada del Chavo más de tres veces. El piloto pasó a las 13:33 como una flecha, al escuchar los aplausos de la gente hizo un ademán con la moto y se fue.
Pero la gente no sólo recibió con emoción a los pilotos bolivianos. También saludó con cariño a los camiones que transportaban llantas y equipos. "Verlos de tan cerca es muy emocionantes, antes los veía en la televisión”, dijo María Quispe.
Al mediodía, más gente llegaba para ver el paso del Dakar. Cerca del inicio de la avenida 6 de Marzo, las personas se treparon a las jardineras y a los costados de las pasarelas. Cerca de la línea Roja del teleférico, en el mirador, se veía una hilera de personas sentadas con banderas tricolores y wiphalas.
Rubén Laura, canillita de la Ceja, se puso una chalina con el logo del Dakar. "Desde las 7:00 la gente llegó para esperar a los pilotos. En El Alto somos unidos. Por eso, esperamos al Dakar de pie”, dijo.
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